Sobre la vulnerabilidad pasada del mar Caribe:
En tiempos pasados, en todas las costas de las islas del mar Caribe, desde torres de vigilancia, construidas en avanzada, como en la punta Tordesillas o en cualquier otro punto geo-estratégico de las costas, se vigilaban los mares, acechando los corsarios, piratas o filibusteros que merodeaban. Todos sabían de su vulnerabilidad por su recién colonización. Así en Santo Domingo: se montó un sistema para avisar a la población de un posible ataque y posterior saqueo: si se avisaban sus embarcaciones, inmediatamente se encendía un fuego y/o se hacían señales o se utilizaban campanas y/o se efectuaban disparos. Ante esta llamada, la población se protegía o acudían las tropas del ejército y de las milicias de vecinos, organizadas para pelear contra esos invasores temidos, que recorrían el mar Caribe. Esa actividad marítima era imprescindible para las coronas, que financiaban sus políticas coloniales con la piratería. Por esos motivos, las islas del Caribe, muy pronto, tuvieron, que construir en sus ciudades-capitales y costeras todas, murallas, torres y fortificaciones espectaculares para protegerse, como en Puerto Rico, Cuba y en Santo Domingo.
Sobre “la nueva vulnerabilidad”, de hoy, del mar Caribe:
Si las murallas y otras fortificaciones perduraron, es de reconocer que en nuestros días, bien pocas útiles, son, para la defensa, no detectan frente al mar o a un rio el peligro que llega porque, los verdaderos vigilantes de los mares, en nuestros días, son los ambientalistas:
Parece una tautología, repetir y repetir que el cambio climático no es una amenaza: es ya una realidad.
Y si persisten los climato-escépticos, los climato-dudosos, los climato- incrédulos, a ellos con sus políticas, sus conciencias y responsabilidades.
Porque es, una alarma mundial, que producto, de ese cambio climático, que se manifiesta por una elevación general de la temperatura de la atmosfera (por las emisiones de gases) y por lo tanto de las aguas de los Océanos y del mar Caribe en particular, por el deshielo de los glaciares continentales y de los Polos y por una variación de las corrientes marinas, se desplazan en las aguas del Atlantico Norte hacia el Sur y el Oeste y en el mar Caribe, con extraña regularidad, unos enormes “colchones” de algas, oscuras, densas, llamadas Sargassas que rellenan todas las playas de un enorme banco de algas que dificultan el goce y el nado y porque además, al descomponerse con el sol, difuminan un olor insoportable, para los turistas.
“Sargassas” porque Colon en su travesía, había visto esas algas, a las alturas de unas islitas, en el Atlántico Norte y las bautizo con ese nombre. Pero nunca las algas, habían bajado tan al sur, nunca habían sido tan invasoras y tan peligrosas para las inversiones turisticas.
¿De donde vienen esas algas, porque se forman con esos volúmenes y porque se desplazan tanto hacia el sur? son las preguntas que los ambientalistas se hacen actualmente, sean ellos investigadores del clima, de los oceanos, geógrafos o biólogos marinos.
Sabemos que los Océanos reaccionan, tras haberse sido convertidos en el vertedero de la Humanidad. El comandante Jacques Cousteau nos sensibilizo, nos advirtió el primero.
Hoy los Océanos entre otras manifestaciones o reacciones, fruto de la contaminación marina, producen muchos nutrientes que hacen proliferar especies como las algas y hierbas, que se convierten en especies invasoras afectando los arrecifes de corales, los manglares y las playas en particular.
Hoy las algas son las “enemigas número 1” del turismo, son una amenaza para el negocio, los turistas rehúsan bañarse rodeados de esas misteriosas hierbas que esconden un mundo animal no perceptible pero imaginado.
Y las algas han vuelto y los ambientalistas advierten sobre el peligro.
En Yucatan están arruinando una actividad floreciente, que genera recursos, que permite a esa región, el Yucatan vivir no solo de su clima, de sus monumentos, de sus grutas y cavernas carsticas, sino de sus playas de arena blanca. Su turismo peligra y con el Yucatan, todos los paraísos que rodean el mar Caribe. Desde Texas, a Colombia pasando por Isla Margarita y las Antillas menores, sin olvidar la costa Este de Dominicana, todas las playas corren peligro. Las algas han vuelto.
Hoy, las algas amenazan las costas de Florida.
Se sabe poco sobre esas algas, que se reproducen regularmente en forma de unos inmensos ¿colchónes” oscursos que flotan y se desplazan irremediablemente hacia el Sur del océano Atlantico. La mayoria de las algas son bénticas (se forman en el fondo de los océanos) pero estas se forman naturalmente, por fragmentación y se depositan en las costas de las Islas del Caribe, son pelágicas. No se sabe porque esas algas se movieron tan lejos, al Sur y afectaron las costas caribenas en 2011,2012, 2014 y de manera más preocupante en 2015 y 2018, llegando hasta Texas.
Pero, si se constató, que ya no es el Caribe solamente, también se movieron hacia el oeste de Africa, por las corrientes marinas, llegaron en 2014 y 2015 en Sierra Leone hasta el Benín
Como los científicos no pueden determinar las causas de su formación con precisión, emiten hipótesis en búsqueda de repuestas definitivas. Se piensa en el rio Amazonas y al Orinoco, a los sedimentos que arrojan al Océano y a su composición, hecha por el producto de la erosión de las vertientes, del cauce y de la deforestación del bosque amazónico. Las investigaciones se orientan hacia la “biogeoquímica” para determinar en qué medio se forman esas algas, a que temperatura, cómo evolucionan, se estudia el porqué de la modificación de las corrientes marinas y el espectro de absorción de la luz a la superficie de los océanos para tratar de advertir sobre la llegada de esas algas, que son tan peligrosas como los corsarios y piratas de antaño, hasta que la ciencia le encuentre provecho. Mientras tanto, !hoteleros de la Costa Este desde Miches a Cap Cana, a sus puestos de acecho, que llegan las invasoras!.