Nuestro país ha sido siempre muy atractivo para que profesionales, unas veces y aventureros, otras, pretendan casarse con la gloria y llenarse de lucro, por medio de inventos y experimentos, aprovechando nuestro tradicional estado de indefensión.   

Hace unos años, me imagino que pensando que todavía éramos indios, apareció entre nosotros un extranjero que puso en funcionamiento una máquina que supuestamente curaba el Sida y llegó a experimentar con personas afectadas de esta enfermedad, de manera altamente riesgosa para los que se exponían a sus procedimientos, pues los mismos no estaban sustentados en una investigación biomédica, y mucho menos que contara con la aprobación del Consejo Nacional de Bioética en Salud (Conabios). Ese experimento fue suspendido definitivamente por este órgano del Ministerio de Salud Pública. Su atrevimiento llegó al extremo de que ante nuestro requerimiento para detener semejante abuso fue capaz de apoderar la justicia y los miembros del Conabios tener que comparecer a los tribunales. 

El tema ahora son las células madre. 

Nos preocupan los "inventos" que se están realizando con células madre, en el país. Ya con anterioridad, enterado el Conabios que se proyectaban realizar procedimientos con células madre, sin que se hubiere concluido una investigación científica que los avalara, procedió a suspenderlos. Ahora algunos de los involucrados en ese entonces continúan en su propósito y a pesar de la prohibición han realizado "terapias" con células madre. Si hoy conocemos de esto es por la trascendencia mediática que ha tenido el caso del reconocido pitcher de las grandes ligas, Bartolo Colón. Todo parece indicar que este no ha sido el único caso. Estamos pues, ante hechos de una gravedad extrema, en cuanto en la República Dominicana, profesionales de la medicina se atreven, sin el aval de los organismos correspondientes, a hacer experimentos poniendo en riesgo a ciudadanos, quienes muchas veces en su desesperación y confiados en la autoridad del médico acceden "voluntariamente" a la ilusión que se les vende. Todo esto plantea, no solamente un tema ético en el ejercicio de la medicina, sino también, la posibilidad de comprometer la responsabilidad de los galenos involucrados. 

Parecería que los dominicanos somos muy crédulos, poco concientes del valor de nuestras vidas y que nos dejamos impresionar por una bata blanca y mucho más, si quien la lleva es un extranjero. 

A nivel mundial, las investigaciones con células madre se iniciaron en el 1998. Su descubrimiento y sus potenciales efectos positivos para la cura de enfermedades y desgastes en el ser humano, constituyen una gran esperanza, por ejemplo, en la lucha contra el cáncer y otras enfermedades catastróficas. De hecho ya ha sido comprobada la efectividad de tratamientos con células madre en la leucemia y en quemaduras, entre otros. Sin embargo, todavía no ha sido posible, a pesar de todos los innumerables estudios en sociedades muy avanzadas, certificar la inocuidad (incapacidad para hacer daño), de tales tratamientos. 

En investigaciones realizadas con células madre, en otros países, han sido reportados eventos adversos serios, que tienen que ver con la aparición de tumores. 

Todavía en ese mundo de la investigación biomédica hay mucho por estudiar y por concluir. 

Quienes de alguna manera tenemos alguna cuota de responsabilidad para que se respeten los derechos humanos de los ciudadanos dominicanos y de los extranjeros que están en nuestro territorio, no podemos transigir en la estricta aplicación de los procedimientos y de las normas, para que los mismos no sean usados como conejillos de indias. 

El Consejo Nacional de Bioética en Salud (Conabios), órgano dependiente del Ministerio de Salud Pública, integrado por calificados profesionales de las ciencias de la salud y sociales, ha reprobado la aplicación de terapias con células madre, en la medida en que las mismas no han sido validadas científicamente. El Conabios está abierto para recibir protocolos que ayuden a profundizar las investigaciones serias que se han llevado a cabo a lo largo de muchos años, en otros países. El Conabios deberá verificar si tales investigaciones cumplen con los requerimientos científicos, bioéticos y metodológicos establecidos en la normativa nacional e internacional y como institución encargada a tales fines, deberá decidir si otorga la autorización para que esas investigaciones se lleven a cabo. 

Hay que crear conciencia en la ciudadanía, y las autoridades deben ser estrictas respecto de los que aplican procedimientos en el área de la salud. 

En definitiva, se trata de proteger la vida.