"Sólo le pido a Dios, que el futuro no me sea indiferente"

Aunque en varias ocasiones he citado el ya famoso razonamiento del presidente Leonel Fernández, de que la Constitución debe ser blindada antes de las próximas elecciones, para evitarle al país “un Trujillo del siglo XXI”, no ha sido hasta el último y artero ataque del gobierno del presidente Danilo Medina en contra de la familia Abinader Corona, cuando advierto en toda su dimensión el ominoso augurio del presidente del Partido de la Liberación Dominicana, PLD.

He cavilado sobre la forma en que en medio del pasado proceso de elección de la candidatura presidencial del PLD para las próximas elecciones  trajeron al país a Quirino Ernesto Paulino Castillo con unas “cuentas por cobrar”  a Leonel Fernández,  para eliminarlo como competidor del presidente Medina.

Pasada esa competencia interna del PLD, desapareció el cobrador y sus cuentas pendientes, aunque dirigentes leonelistas dicen tener debidamente documentada la forma en que fue articulado todo el plan para usar el recurso Quirino para sacar a su líder de esa competencia.

He ido más atrás y reflexionado sobre la competencia entre Leonel  y Danilo por la nominación  morada para las elecciones de 2008. Leonel era Presidente de la República y Danilo venía de  ser una especie de primer ministro del gobierno.

Entonces Danilo no sólo aceptó competir con las reglas establecidas por su partido, sino que era consciente de que la posible aspiración a repetir de su contrincante, estaba amparada en la Constitución de la República.

Recuerdo que en medio de aquella competencia analicé a dos amigos morados que  apoyaban con gran entusiasmo a Danilo, de quien decían que era “el dueño del partido y del gobierno”, que Leonel era el líder indiscutido del peledeísmo y que la posibilidad de Danilo dependía de lo que decidiera el entonces Presidente.

Dado ese cuadro, cuando Danilo respiró por la herida con la frase “me venció el Estado”, pareció el desahogo de un mal perdedor, lo cual se confirmó cuando no respaldó la campaña de Leonel e incluso justificó su negativa poniendo ejemplos de otros países.

Advertía Danilo entonces que carecíamos de instituciones suficientemente fuertes para impedir los desmadres en que incurre un presidente-candidato en campaña,  como estamos viendo ahora con el manejo que da su gobierno a la prensa, a la publicidad estatal y cómo se transporta con toda una parafernalia gubernamental, recursos del estado,  en flagrante violación a la Ley Electoral.

Ya Danilo elegido presidente,  me entusiasmé  con su discurso de que  no buscaría reelegirse, que su familia no quería que siguiera en la azarosa brega del poder y que no permanecería un día más en el gobierno, cumplido su mandato el 16 de agosto del próximo año.

Pensábamos muchos que se trataba de una rectificación ganada en sus experiencias como outsider frente al poder de Leonel.

Hoy, viendo el bosque por encima de los arbustos, puede advertirse, con decepción como  la confesada dolorosamente por ese sensato pensador que es el doctor Rafael Molina Morillo, que Danilo nunca fue sincero.

Al cotejarse ahora la amargura del “me venció el Estado”, con el discurso anti-reelección, primero, y la estrategia reeleccionista,   después,  que incluía el recurso Quirino, puede verse cómo encaja el ataque artero del gobierno en contra de la familia Abinader-Corona, sólo porque Luis es el abanderado de  las aspiraciones de cambio que aspira el pueblo, y  emerge como un peligro para la ambición continuista.

Cementos Santo Domingo  lleva 16 años de operaciones y 8 produciendo cemento y hormigón que comercializa en el mercado local y en el exterior,  pagando más de mil 235 millones pesos de impuestos, obteniendo todos los permisos y certificaciones para operar en el marco de la ley.

Si Luis no fuera el candidato que representa un peligro para la ambición continuista. Si no hubiera estado subiendo mientras Danilo baja en la preferencia política. Si no se estuvieran conociendo encuestas que miden cómo Luis se le acerca a Danilo y se proyecta como el ganador de las próximas elecciones, en la primera o en la segunda vuelta, no estuviéramos hablando de Cementos Santo Domingo.

De no ser por ese cuadro electoral, cuando estamos ya a unos 5 meses de las próximas elecciones, esa empresa seguiría operando con la normalidad con que lo ha hecho  en los 16 años anteriores, incluyendo los últimos 3 de Danilo, cuando el 27 de diciembre de 2012 su gobierno le renovó el permiso medioambiental para operar.

De no ser porque la ambición continuista teme competir con Luis Abinader, Cementos Santo Domingo seguiría operando con toda normalidad, apoyada en el amparo judicial que deja en claro la obligación del Gobierno a respetar a sus derechos adquiridos, derechos a la iniciativa empresarial y las inversiones, al  lícito comercio,  la libre empresa y  la seguridad jurídica.

Derechos inalienables  que el presidente Medina y su gobierno pretenden vulnerarles, por razones estrictamente políticas, a la familia Abinader-Corona y los inversionistas españoles que los acompañan en esa valiosa iniciativa empresarial, como advertía ayer la comunicadora y ecologista Consuelo Despradel.

Se demostró en las primarias del PLD: el grupo que busca perpetuarse en el poder no quiere competencia alguna. Es gente que –según sus hechos- no guarda el menor respeto por la Constitución y las leyes, y que a ojos vista, sin hacer análisis sociológicos o de la conducta humana, representan un peligro para la sociedad dominicana, no sólo para la oposición.