La República Dominicana se ha dado el lujo de mantener un crecimiento económico durante la última década. Además, después de las turbulencias del 2003 y 2004 durante la crisis bancaria y financiera, hemos mantenido una estabilidad macroeconómica, casi sin precedente, pese a continuos déficit fiscales, financiados con el aumento de la deuda pública.

A pesar de que nuestras autoridades pueden exhibir esos números y con ellos pueden promover sus buenas gestiones, la percepción de los más desposeídos es diferente. Ven con agrado las nuevas carreteras, los elevados, los túneles, el metro, las escuelas, incluso más recientemente ven con mucho agrado a un presidente más cercano, que visita comunidades pobres, que les da la cara y su apoyo; pero sin dudas, no sienten, no perciben, no palpan y, no tienen como exhibir ellos ese supuesto crecimiento económico.

En nuestro país por generaciones, hemos acumulado una deuda social que compendia el cúmulo de necesidades insatisfechas de la población, unas veces por acción y otras por omisión; deuda que debiera avergonzarnos a todos,en especial a los que nos han gobernado, que también ha generado reclamos y  paros cívicos en provincias y municipios por cuestiones tan elementales como la pavimentación de calles y carreteras, la construcción y reconstrucción de aceras y contenes, acueductos, escuelas, dispensarios médicos, instalaciones deportivas y hasta por el cobrode deudas de productores agrícolas.

Diariamente nuestros diarios nos enrostran las consecuencias de esa deuda cuando vemos a los hijos de nuestra patria muriendo en nuestros hospitalespor la falta de mantenimiento, falta de equipos y/o falta de presupuesto; cuando vemos el aumento de la delincuencia, probablemente par la falta de oportunidades y otras tantas noticias que son consecuencia de esa deuda, del aumento de la brecha entre ricos y pobres, la desigualdad social o como le queramos llamar a esta injusticia que se ha venido cometiendo en contra de nuestro propio pueblo.

Nuestras actuales autoridades han volteado a verlos y están dando algunas muestras de que podrían comenzar a pagarla y así lo plantea el recién promulgado decretonúmero 134-14 del Reglamento de Aplicación de la Ley Orgánica número 1-12, que establece la Estrategia Nacional de Desarrollo (END) de la República Dominicana, además hemos visto a un presidente que estableció el 4% a la educación, que está enfrentando el analfabetismo, también está promoviendo los pactos fiscal, eléctrico y por la educación, que aún no conocemos sus propuestas, pero sabemos que estos y otros son parte de los males que han castrado la posibilidad del desarrollo de nuestra nación y él los está comenzando a enfrentar; además vemos a un Ministerio Publico independiente que sí se voltio y tiró piedras hacia atrás.Un gobierno que también tiene sus sombras, en especial la permisibilidad de la inmigración indocumentada y sin control, pero que aún albergamos la esperanza de que reaccionen y tomen medidas drásticas.

Por otro lado, escuchando los discursos de los diferentes precandidatos,hay uno con posibilidades serias de alcanzar la primera magistratura que ha tomado como discurso de campaña el tema de llevar el desarrollo y el crecimiento económico a los barrios; un discurso que promueve los mismos derechos para todos los niños dominicanos,  que promueve la igualdad de oportunidades para nuestros jóvenes, que promueve llevar el desarrollo a los barrios y a los lugares más recónditos del país; en fin un precandidato que reconoce esa deuda social,que reconoce la necesidad de reducir la brecha entre ricos y pobres, que ha manifestado que la delincuencia se combate con oportunidades y no sólo con represión, y que a los pueblos se les da varas de pescar y no sólo peces.

Lo que nos gustaría es que no sólo fuera un precandidato el que levante esa bandera, sino que aúnen sus voces por la importancia del discurso y en especial por la importancia del tema;que el pueblo por su parte, como pasó con el 4% para la educación, haga suyo ese reclamo y esa consigna de campaña para que todos los candidatos hagan el compromiso de luchar contra la desigualdad social, llevando a los barrios dominicanos ese crecimiento económico.

No obstante, los ciudadanos dominicanos tenemos que estar alertas y prestos a participar, opinar y aportar en las discusiones de los pactos por la educación, el eléctrico y en especial el pacto fiscal que es el acuerdo sociopolíticobásico que legitima el papel del Estado y el ámbito y alcance de las responsabilidades gubernamentales en la esfera económica y social, impactando sobre la demanda agregada, la asignación de recursos y la distribución del ingreso. En ese sentido, en próximas entregas, estaremos señalando los aspectos a los que, en nuestra opinión, se le debe prestar más atención de cara a esos pactos sociales.