Hace unos meses escribí la posibilidad de que se desarrollara una aplicación para celulares que permitiera al ciudadano denunciar  los establecimientos que violaran precios oficiales. Previo a licitar ese servicio, desde luego, se tenía que eliminar la libertad de contratación que existe para la venta al detalle de la mayoría de los bienes de la canasta básica. De la semejanza que tenemos en algunas cosas con los mercados libres de Hong Kong, se tenía que haber dado el cambio al acoso de inspectores cubanos a los cuentapropistas en los mercados del pueblo revolucionario.

Hace ya décadas que a los funcionarios les sacaron los demonios del control de precios. A diferencia de los cerdos poseídos del Nuevo Testamento, en nuestro caso el exorcismo no lo provocó el Mesías.  Fueron acuerdos de estabilización económica con el Fondo Monetario Internacional que establecieron, como contrapartida a los préstamos, la eliminación de las buenas intenciones de querer llevar a los ciudadanos comida abundante, barata y de primera calidad.  A los ministros y generales que se encargaban de esa noble tarea los técnicos del FMI, con la finalidad de que no se tiraran por un barranco, les explicaron las abrumadoras evidencias de cuatro milenios de fracasos con los controles de precios. ¡Siempre a medias tintas!

En varios artículos recientes he estado advirtiendo el coqueteo de esta administración con las políticas de controles de precios. Los mayores niveles de inflación en los últimos meses necesitan que a la opinión pública se le presenten culpables y, para que cambiar lo que siempre funciona, han resucitado al lucro de los intermediarios y el agiotismo de los comerciantes. En ¿Será segura la canasta o la hambruna? presenté un diálogo imaginario con políticas de eliminación de intermediarios, monopsonio del gobierno en la compra de los principales bienes de la canasta, más mercados y establecimientos de venta al detalle de propiedad pública y, por supuesto, una lista de precios máximos de estos productos en los puestos de venta, colmados y supermercados que reciben esa oferta por los canales estatales. Esta parte se refiere a la apli para consultar y denunciar precios:

“- ¿Y si para ese u otros bienes de la Canasta Segura se encuentra un precio mayor, qué hace el público?

– Excelente. En ese caso por la misma App en que consulta los precios tendrá la forma de hacer una denuncia que nos permitirá reducir a ese mayorista la asignación de venta del producto con precio excesivo, eso le enseñará a respetar acuerdos. En cuanto a los colmados, la información del cliente abusado llega encriptada y georreferenciada, lo que nos permitirá despachar unidades móviles que se ubicarán en las cercanías del agiotista para vender directamente a las amas de casa a los precios justos.

– Una especie de 911 para emergencia alimentaria.

– Exacto, con los alimentos de mayor ponderación en el gasto de las familias. Cuando los colmados vean que en cualquier momento se presenta una bodeguita móvil que le tumba la venta de lo que más deja al colmado, empezarán a poner los precios en línea con los que tenemos parametrizados para garantizar una alimentación de calidad y la moderación del afán de lucro empresarial al bienestar general de la población que, recordemos, el gobierno tiene obligación constitucional de garantizar a la población.”

Eso fue en enero y ahora en septiembre, después de nueve meses, rompió fuente una Aplicación de Precios Justos para establecimientos del Gran Santo Domingo. ¡Virgen! Han gastado en un desarrollo informático antes de que el gobierno se decida a establecer la lista oficial de productos con control de precios.

Los precios que vemos en el celular son los que encontraron inspectores o le han suministrado por alguna vía algunos supermercados, colmados y puestos de ventas en mercados. El usuario los compara, pero no ve datos del precio oficial del producto, ese para el cual estaría reservado el nombre de Precio Justo no aparece por parte porque, simplemente, no existe. Esta aplicación ha llegado cuando todavía el gobierno está flirteando con las iniciativas que nos acercarán a las enseñanzas de Nicolás Maduro y su Superintendencia de Precios Justos.

¿Qué nos trae la aplicación? En el teléfono celular lo que se presenta hasta ahora es una serie de productos de la canasta básica que puede elegir por grupos (carnes, embutidos, lácteos y otros). Se le muestran fotos de productos específicos con el precio promedio y en los detalles puede ver los establecimientos con el precio fue capturado en algún momento. Tener en cuenta que no es una plataforma en línea de transacciones al estilo Bloomberg para los activos financieros, aunque se presente con una falta de modestia que haga creer a muchos en la similitud.

El sábado, por ejemplo, el precio promedio del pollo procesado fresco Don Pollo estaba a 72 pesos la libra. Si elige ver supermercados, en el detalle observa que está al mismo precio en tres supermercados Aprezio, La Sirena y Pola.  Si desea ver el precio en colmados, aparece a 70 pesos en el Enmanuel, a 90 en La Familia y, dentro de ese rango, los datos para otros nueve colmados.  En los mercados de Cristo Rey y Villa Consuelo es que se encuentran al precio más bajo, 70 pesos. En Villa Consuelo, Conaprope, Merca Santo Domingo, Los Mina y Nuevo Duarte aparecen en cinco pesos más. ¿Y?

Esta es una información de escaso valor agregado y utilidad para los consumidores en la situación actual donde no hay controles de precios. Datos sobre precios de establecimientos ya existían, no hay nada nuevo. La de los principales supermercados está disponible en los portales web; Proconsumidor tiene tiempo informando sobre la de los mercados, supermercados y algunos establecimientos; la de los colmados es una muestra sin representatividad alguna (siete u ocho en un universo de decenas de miles) y de la que se conoce poco, precisamente, por lo costoso, además de impertinente, que sería estar informando con frecuencia relevante a la ciudadanía.

La utilidad para el consumidor también es poca. Simplemente recibe algunas de las ofertas que como propietarios de sus mercancías hacen los dueños de establecimientos a los clientes. ¿Qué hará con la información? ¿Pedirle al dueño del colmado Home Run II que le venda el pollo diez pesos menos porque el justo es el que tiene Enmanuel? ¿O llamar al de su sector para decirle que si no le vende como el Enmanuel dejará de comprar?

Así como la Fórmula Ito de los combustibles, en tiempos de campaña, creó las expectativas de que como ministro bajaría los precios de los combustibles, el App Ito es peor y estimo que va a crear problemas al Banco Central para medir la inflación. Con la iniciativa se vuelve a sembrar odio contra los intermediarios y comerciantes. El mismo ministro de Industria y Comercio explicó que con esta aplicación los consumidores “podrán hacer a un lado toda especulación, desinformación y mezquindad de particulares”, esos mismos particulares que por más de una década dieron al Banco Central la información de precios que nos colocaba como una nación con estabilidad de precios y baja inflación.

Vuelve a prometer lo imposible con eso de que con la apli “usted mismo verá los precios y podrá elegir lo que más le conviene para su economía familiar”. No es cierto, se necesitará más del 4% del PIB para lograr la cobertura nacional de establecimientos y que llegue la tecnología de teletransportación utilizaba la tripulación del Enterprise para llegar a los locales con precios justos. Esto para lo que servirá es de instrumento ciudadano para denuncias cuando se vuelvan a poner los controles de precios existieron en los años previos al acuerdo con el FMI del gobierno de Salvador Jorge Blanco.

Finalmente, esta situación de publicar nombres de establecimientos en un portal oficial también será negativa para la sistemática recolección de precios que hacen los encuestadores del Banco Central. Ellos son recibidos con cortesía por el respeto a la confidencialidad. Nunca a esa entidad responsable de medir la inflación se le ha ocurrido hacer un ranking de precios de productos por establecimientos, a pesar de contar con toda la información en su base de datos que contiene una muestra representativa de once mil establecimientos donde recolecta más de 190 mil datos de precios mensuales.