Hace tiempo vengo observando lo poco informados que estamos en República Dominicana sobre los cambios en las leyes, reglamentos y normas en materia de Derecho de Autor, uno de los derechos humanos fundamentales en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esas carencias e insuficiencias no solo afecta a los autores, compositores y artistas que tienen un derecho adquirido por su producción, sino también el comportamiento errado de personas y organizaciones que por una u otra razón, tienen la necesidad de utilizar obras literarias, pictóricas o fonogramas de los artistas dominicanos. A veces lo hacen sin la debida autorización o el necesario crédito.
Soy descendiente de una familia de escritores importantes, como el poeta Federico Bermúdez, la ensayista América Bermúdez Escoto, el dramaturgo René del Risco Aponte, y el también poeta y cuentista René del Risco Bermúdez -mi padre-. Estos y otros escritores han dejado un legado en la historia cultural de nuestro país y merecen reconocimiento, consideración y respeto, tanto por sus obras creadas, por su dedicación al pensamiento y a la creación literaria, y por la misión que han cumplido a favor del desarrollo de nuestra educación.
En los últimos meses ha surgido un debate público en las redes sociales, así como en programas radiales y medios de prensa escrita, en los que mi hermano René y yo hemos estado involucrados. Se trata de que el título de la canción “Una Primavera para el Mundo” escrita por nuestro padre René del Risco Bermúdez y musicalizada por el Maestro Rafael Solano, ha sido sujeto, a nuestro entender, de violación de Derecho de Autor.
Esa controversia pública me ha dado la motivación y el empuje para intentar emprender, dentro de mis limitaciones, algunas acciones que ayuden a desarrollar el restringido conocimiento que existe a nivel general sobre los derechos de los autores, quienes han hecho de la creación literaria o musical su principal oficio. Eso me ha llevado a reflexionar, documentarme y aprender un poco sobre este interesante tema, al cual no se le ha dado la importancia que merece, con excepción de unos cuantos profesionales del Derecho, quienes han dedicado tiempo, energía y esfuerzos para fortalecer sus conocimientos y competencias en esta área tan importante para el cumplimiento de leyes nacionales y acuerdos internacionales.
Ha sido una experiencia reveladora en la que me he encontrado con personas del mundo intelectual, musical e incluso jurídico quienes no se han preocupado por conocer los cambios que han surgido en los últimos tiempos en esta materia o quienes no han tomado consciencia de que sus derechos pueden hacerse valer y defender, como también otros que prefieren no hacer el mínimo esfuerzo por profundizar sus conocimientos o autoridades que están llamadas a defender los derechos de autor, a desarrollar programas de difusión y capacitación para crear consciencia en la colectividad, pero no lo hacen. A pesar de que desde 1990 se ha adelantado mucho en esta área del Derecho, todavía queda bastante por hacer.
En el siglo antepasado y en el pasado, las leyes de Derecho de Autor no solo eran escasas, sino que el implícito código de honor era suficiente para respetar una obra literaria. Años después de la invención de la imprenta moderna se comenzó a legislar en materia de Derecho de Autor, hasta que en el año 1886 se hicieron esfuerzos como el Tratado Internacional llamado Convenio de Berna, sobre la protección de los derechos de autor, obras literarias y artísticas en general, y el cual ha sido revisado y enmendado varias veces a través de los años.
La República Dominicana se adhirió a este Convenio en el año 1997 pero al mismo tiempo no hemos sido capaces de mantener el cumplimiento con sus disposiciones para seguir alcanzando los objetivos propuestos. En este sentido hemos visto que se ha estancado un proceso que estaba llamado a avanzar en la consolidación de los Derechos de Autor en el país.
En este trayecto difícil de controversia, he reconocido no solo el desconocimiento sino también la falta de estímulo para la defensa de los “derechos morales” que no es mas que el reclamo de la autoría de una obra y el derecho de oposición a su mutilación, deformación o cualquier modificación; pero también a cualquier hecho que sea perjudicial para el honor y el prestigio del autor.
Al mismo tiempo puedo decir y sentirme altamente gratificada, porque siento que esta controversia sobre el título “Una Primavera para el Mundo” constituye un pequeño aporte para que se cree más conciencia sobre la importancia del respeto que se debe tener por un autor o por una obra.
Me alegra decir que en estos últimos dos meses he recibido más de diez solicitudes para el uso de obras de mi padre, la cuales hemos otorgado sin retribución pecuniaria alguna, lo que me llena de gran satisfacción, porque con esto no solo se le rinde homenaje a su obra sino que también me doy cuenta de que mi esfuerzo ha servido para ayudar a que se tome conciencia sobre la importancia de los derechos de autor.
“Una Primavera para el Mundo”, la canción de René del Risco Bermúdez, es un himno, una evocación de amor y esperanza, cuyo título está lleno de poesía y originalidad. Además, como afirmó el famoso filósofo alemán Inmanuel Kant, “Una obra de arte no puede separarse de su autor”, más aun cuando por ella es reconocido.