El discurso del ciudadano Presidente ante la Asamblea Nacional, en el marco de su rendición de cuentas del año 2010, fue un discurso bien articulado; empero, que no invita a la esperanza renovada. Un discurso sin vigor en una encrucijada de expectativas que no fueron respondidas. Un discurso enteramente a la defensiva.

La primera parte referido a la problemática económica. La mayoría de los analistas independientes reconocen los esfuerzos que en materia de la estabilidad macroeconómica ha tenido el gobierno en estos últimos 6 años; más allá de la deuda pública y de los desequilibrios fiscales y de la cuenta corriente de la balanza de pago.

Sin embargo, como dicen los premios Nobel, Amartya Sen y Muhammad Yunus, no podemos idolatrar al PBI. Este es necesario, pero no suficiente, para el desarrollo humano de una sociedad.

En el marco institucional, el gran cáncer en estos momentos de la sociedad dominicana, el Presidente fue muy cauto, por no decir, que estuvo muy a la defensiva.

Nos habló de la Comisión de Ética y del Departamento de Prevención de la Corrupción y de las leyes que se han consagrado para evitar la misma, como lo señaló en el 2009 ante ese mismo salón. Hemos dicho que esas leyes son necesarias, pero no suficientes, que se requiere compromiso, verdadera voluntad política de parte de los principales dirigentes para transformar y cambiar esa hiedra de mil cabezas llamada corrupción. Se requiere de un liderazgo que genere una ética modelada. Se necesita, como señala la Pastoral, de un cambio de mentalidad; de internalizar en cada uno de los protagonistas de la elite política el sentido de servir y no de servirse del erario público.

Noruega es el país que menos corrupción tiene según el Informe de Transparencia Internacional; no obstante, no tiene tantas leyes alusivas a la corrupción. Chile, de este lado de América, es el país mejor situado en la lucha contra la corrupción; sin embargo, tampoco tiene ese arsenal de leyes con que contamos nosotros los dominicanos.

En el último Informe del Foro Económico Mundial 2010-2011 se reitera para nuestro país las mismas pésimas evaluaciones del 2009-2010:

  • Favoritismo de los funcionarios del gobierno   139
  • Despilfarro en el gasto gubernamental           138
  • Desvío de los fondos públicos                       134

Esas evaluaciones tienen que ver con la corrupción, y, nuestra sociedad, de 139 países evaluados, somos los campeones negativos y subcampeones.

El panorama no puede ser más desalentador en materia de educación. Dejemos que la Pastoral hable, citamos "Con que justicia se tolera que jóvenes no tengan oportunidad de educación, y si la tienen se cansan en las escuelas porque no ven rendimiento y abandonan sus estudios en los primeros grados, por causa de un sistema de educación que se consume en un círculo vicioso con muchos maestros con títulos para mejorar salarios, pero no para mejorar la enseñanza y el aprendizaje, y un Ministerio de Educación con insuficientes recursos y sin control para mejorar el sistema educativo". En cambio, el Presidente nos quiso sorprender en un juego de ofensa a la inteligencia argumentando informes del Banco Mundial, de la Cepal y de un Informe de Jacques Attali, para Francia, acerca de la inversión en la educación y la calidad de la misma.

No hay ningún profesional que se respete que niegue esa argumentación. De lo que se trata en República Dominicana es del aspecto institucional. Tenemos una Ley que consagra un monto, un Plan Decenal de Educación y consagrado en la Constitución del 26 de Enero del 2010.

Nos preguntamos nosotros, ¿por qué el Señor Presidente olvidó el Informe de Jacques Attali, que él mismo mandó a realizar y en el cual en la Iniciativa 3 Propuesta 29, señala "Elevar el presupuesto de la educación al 4 % del PIB para la primaria y la secundaria y el 1% para la superior". Cuando nos habla de formar a las futuras generaciones, el Informe de Attali para la República Dominicana, en el Contexto reza "Hoy en día la ley impone consagrar 4% del PIB a la educación, lo que es considerado por los expertos internacionales como lo mínimo para garantizar una educación de calidad". Sin embargo, varios son los años en los cuales más del 2.5% ha podido ser consagrado a la educación. Lo firmado en Argentina por el Presidente, acerca del 5.5% a la educación, desdice el discurso del presidente.

En un Seminario sobre Educación y Calidad, en Enero del presente año en Funglode y al cual asistió brevemente el Presidente, el PHD en economía de la educación, el Dr. Mark Marconi, Profesor de la Universidad de Stanfond, señaló que la educación dominicana necesita más del 4%. Un día después del Seminario, dictó una Conferencia sobre Educación, en el mismo escenario con diferentes actores, entre los que se encontraban el Ministro de Educación y la Ministra de Educación Superior y reiteró que la educación dominicana requiere urgentemente más presupuesto, más calidad.

El Informe Económico Mundial nos lo señala nuevamente dónde estamos en el peldaño educativo:

  • Calidad de la educación primaria                       137
  • Calidad en Matemáticas y Ciencia                      136
  • Calidad de la educación                                    133
  • Tasa de matrícula en educación primaria             120

Queremos hablar de las luces, pero es deber de un ciudadano señalar las carencias, las ausencias y falencias de los que dirigen; es el verdadero juego de la democracia, como el espacio donde siempre hay desafíos que afrontar. A los que dirigen le toca decir lo que han hecho y lo bueno que lo han hecho; a los que estamos en la sociedad civil nos toca señalar lo que se ha hecho bien y lo que toca por hacer y no se hizo; lo que se dijo y lo que debió decirse. No es cuestión de mirar el pasado, sino de cómo anhelamos un presente más positivo y un futuro más halagüeño. Esos sueños son alcanzables y en estos momentos son institucionales y fáciles de realizar. Nos preguntamos, por qué el Presidente no contribuye con la propuesta No. 4 del Informe de Attali, que dice "eliminar la práctica del barrilito"; la no. 5, "imponer la transparencia en los contratos públicos", la propuesta No. 10, "limitar el número y el tamaño de los ministerios, de los viceministros, de las delegaciones diplomáticas y de las instituciones en general….."

Cuando Víctor Hugo, nos esbozaba que todo poder es deber, nos llevaba a comprender la necesidad de priorizar y el eje fundamental en nuestra sociedad; es una respuesta del liderazgo político al marco institucional para hacer lo correcto, lo que exige la sociedad como misión consagrada del deber.

El Presidente debió asumir la responsabilidad de romper la inercia, a través de una mejor acción, de un mejor empuje. Sencillamente, el escenario de la Asamblea, ¡no lo aprovechó!…