Días como los que transcurren en este mes de febrero, pero hace un año, nos encontrábamos frente a un hecho bastante lamentable y penoso. Por ser ese tiempo uno donde la República Dominicana estaba en el tintero del escenario internacional, en ocasión de la Sentencia 0168/13 del Tribunal Constitucional, específicamente por su carácter retroactivo, que terminó considerando extranjero a todo hijo de inmigrante irregular o “en tránsito” que haya nacido luego del 1929, el asesinato de Henry Jean Clode, mejor conocido como “Tulile”, ocurrido un 11 de febrero de 2015, puso en evidencia, como muchos otros eventos ocurridos en el país, la cultura de impunidad que impera en nuestro sistema, así como el racismo que persiste entre nuestros ciudadanos; racismo muchas veces estimulado y alimentado desde los mismos organismos oficiales.

A un año de la ocurrencia de esecrimen no se conoce una investigación seria, no se sabe de culpables, detenidos, no hay juicio y mucho menos un fallo. Ese crimen quedó en el olvido porque sencillamente nadie habla de él y mucho menos de lo que representa.  Naturalmente, los protagonistas del sistema judicial entretuvieron a la prensa con toda suerte de argumentos para explicar el crimen. Se habló del robo de un palé, no obstante la pareja de Tulile había declarado que él no tenía hábito de juego. También se explicó que dos nacionales haitianos conocidos de Tulile, junto con éste estaban tras el robo a una vivienda y que al verse ante la amenaza de ser denunciados por Tulile le dieron muerte y luego lo colgaron. Inclusive, el Sr. MonchyFadúl llegó a declarar que presumiblemente el occiso se había ahorcado y que esa tesis tenía mucha credibilidad. Nada más absurdo, toda vez que el cuerpo estaba atado de pies y manos.

¿Acaso no fue irresponsable que la Procuraduría, apenas dos días después del asesinato, descartara el tema racial, sin siquiera tener una teoría seria y sustentable sobre las motivaciones del hecho?

Sin embargo, ¿qué nos deja este crimen, un año después?, ¿qué nos confirma? En nuestra República Dominicana existe una marcada cultura de impunidad, donde todos los sectores, incluyendo la ciudadanía, parecen estar de acuerdo en el silencio y el olvido. Unos porque han sido y son educados y alienados para la sumisión y asumen la postura del “deja eso así” o el “no te metas en eso”. Otros por una razón poderosa, una que significa el no perjudicar intereses de sectores de poder; de ahí que en toda nuestra historia reciente, desde la dictadura de Leónidas Trujillo, pasando por los años del Balaguerato, donde fuerzas “incontrolables” eliminaron miles de jóvenes, y continuando con el tiempo presente, muchos asesinatos han quedado en la nada.

Los asesinos de la Hermanas Mirabal, por citar un ejemplo sensible, fueron sentenciados a prisión, sin embargo nunca cumplieron condena. Otros que no fueron traducidos a la justicia son los asesinos de Amín Abel, Gregorio García Castro. Y en tiempo presente podemos citar a Narcisazo, y a Ney D. Henríquez.

Pero igual de grave es la nota racista que marca el asesinato de Tulile.  ¿Por qué las autoridades no pusieron todo el empeño posible en esclarecer este hecho, sobre todo tomando en cuenta cómo quedamos parados frente a la comunidad internacional por la política migratoria que significó la referida sentencia? ¿Acaso no fue irresponsable que la Procuraduría, apenas dos días después del asesinato, descartara el tema racial, sin siquiera tener una teoría seria y sustentable sobre las motivaciones del hecho? ¿Por qué insistir en que no hay racismo en República Dominicana, si nos encontramos frente a la indiferencia de las autoridades ante hechos como este de Tulile, y de muchos otros donde comunidades de haitianos han sido atacadas y destruidas sus pertenecías, sin que se haya aplicado un verdadero régimen de consecuencia?

Como todo problema que no se reconoce ni se asume, el racismo es uno que nos seguirá costando vidas y traumas humanos. República Dominicana no es un país racista, claro que no, pero ello no implica que no haya racismo en el país. De hecho, es de esperarseque sea así, porque es la forma en la que hemos sido educados; además, recordemos que somos una isla colonizada y donde hubo colonización, el racismo está presente. Será necesario asumir este tema de manera seria y con la pasión que requiere, pues se trata de vidas humanas, se trata de derechos humanos violados y de dignidades gravemente vulneradas.

@riveragnosis