Un viejo maestro, fundador del PLD en una pequeña comunidad del País, me dijo un día que ya no participaba en actividades políticas con el partido que ayudó a crear y al cual amó tanto, porque, según sus palabras, anduvo mucho tiempo con una gorra morada sin advertir que lo habían convertido en un reformista sin su consentimiento.
Sabias palabras las de aquel maestro que llegó al convencimiento de que un partido no es sólo sus símbolos, colores y bandera, sino esencialmente su ideología; o como dijo alguna vez otro maestro, pero de nacionalidad alemana que respondía al nombre de Friedrich Nietzsche: “Si prescindimos del ideal, vemos que el hombre, el animal hombre, no tuvo hasta ahora finalidad alguna”.
Estas reflexiones me las planteo al no encontrar respuesta a la pregunta siguiente: ¿por cuál razón una persona que gastó su juventud estudiando y siguiendo el pensamiento de Juan Bosch se convierte de pronto en fanático, violento defensor y promotor de Gonzalo Castillo? ¿Qué relación o parecido tienen en su pensamiento o comportamiento Castillo y Juan Bosch?
Trato de entender a los profesionales, brillantes algunos, otros no tanto, que se suman a la defensa del gobierno de turno y éste se convierte de pronto en su mejor cliente. Pero, ellos, los que una vez fueran jóvenes cargados de ideales, ¿en qué coinciden con una persona que ha hecho del dinero el motivo de su vida?; alguien cuyo mayor valor, que es la riqueza material, le es cuestionado insistentemente sin que, por ser hombre público que pretende gobernar el País, se digne o se tome la molestia de ofrecer una mínima explicación a los dominicanos sobre tales cuestionamientos.
El hecho de que el señor Castillo sea dueño de una línea de aviones y se dedique a traer gente desde el extranjero (lo cual no está mal) o a entregar mascarillas al Estado o pan a la gente a quien las acciones que el rumor público le endilga le ha arrebatado históricamente el pan y la dignidad, no le otorga méritos suficientes para representarnos a todos. ¿Es Gonzalo Castillo el modelo ideal de ciudadano al que debemos aspirar y proponer como paradigma a las futuras generaciones? Honestamente, nada de esto se me parece a los ideales de Juan Bosch, que es casi como decir los ideales de Hostos. Si me lo permite Andrés L. Mateo, termino con esta frase: ¡Oh Dios!