Tal vez el lector estará pensando al ver la titulación de este trabajo, que el objeto del mismo, será analizar la Carta de la Conferencia del Episcopado Dominicano con motivo de la Semana mayor o semana Santa y, su abordaje con una visión evangélica, de las llagas sociales que como lastres ponen de manifiesto: la corrupción, la pobreza, la violencia, el crimen organizado, drogas, narcotráfico, degradación de la policía, la perversión de la política, el progreso de unos y la miseria de purgatorio de otros; todos, problemas que flagelan la sociedad sembrando desesperanza y frustración en todo el cuerpo social y de manera muy especial en la familia dominicana.
El inicio de la cuaresma, o estos 40 días de preparación en el mundo cristiano, nos recuerda la pasión, crucifixión, muerte y resurrección de Jesús. Los evangelistas nos reseñan un acontecimiento particular en este momento fundamental de la vida de los cristianos; la forma como fue crucificado Jesús de Nazaret. Dicen Mateo y Marcos que en medio de dos salteadores, Lucas lo califica de que en medio dos malhechores y, Juan sólo se limita a decir que en medio de otro dos, sin hacer juicio de la condición de quien fuere puesto a la izquierda o a la derecha de Jesús en el Gólgota. La tradición nos dice que una de estas dos personas colgadas, también, en una cruz junto a Jesús; por su arrepintiendo se le calificó de buen ladrón, término que solo se recoge en la traducción del evangelio de Lucas. (Bíblia de Jerusalén, Nueva edición totalmente revisada y aumentada, Editorial Española Desclée de Brouwer, S.A., 1975, Hemao, 6 –Bilbao-9.i)
La dicotomía y dilema moral planteada por Quirino, en sus cátedras de ética en las diferentes intervenciones mediáticas, nos arroja un extraño fenómeno que nos retrotrae a la crucifixión del Gólgota: el buen ladrón de la derecha de Jesús y el ladrón malo de la izquierda
Antes de seguir con los juicios teológicos ya enunciados, veamos la dicotomía política planteada, por la intervención mediática de uno de los mayores capo de la droga, Quirino Ernesto Paulino Castillo, que ha puesto la sociedad dominicana en una disyuntiva moral muy peculiar, que nos retrotrae a un dilema ético de la antigua Roma, que recoge Marco Tulio Cicerón en sus Diálogos, Oficios y Paradojas. Cuenta Marco Tulio, que dos embarcaciones salieron hacia un puerto de destino guiadas por sus capitanes. Una cargada de pajas y la otra cargada de oro. Ninguna de las dos-sigue contando Marco Tulio Cicerón- llegó a su puerto de destino.-se pregunta- ¿Cuál de los dos es más responsable? Para resolver el entuerto enigmático planteado en la paradoja, se responde con la siguiente sentencia: “El pecado no se mide por su tamaño, sino, por su naturaleza”. Enseñanza, ambos capitanes son igual de responsables, por haber perdido el rumbo y no llevar a puerto seguro dichas naves.
La dicotomía y dilema moral planteada por Quirino, en sus cátedras de ética en las diferentes intervenciones mediáticas, nos arroja un extraño fenómeno que nos retrotrae a la crucifixión del Gólgota: el buen ladrón de la derecha de Jesús y el ladrón malo de la izquierda, con la virtuosa razón, en el caso de Quirino; de que el Ladrón de la derecha y el de la izquierda es la misma y única persona con el don de la bilocación, Quirino.
El milagro de la ubicuidad o de estar a la a vez con la misma naturaleza de narcotraficante en dos relaciones pecaminosa distinta de Quirino, digna de ser beatificada, es que, en el caso de Hipólito lo exime de todo tipo de vínculo con sus actividades en el narco, a pesar de las verdades de razón y de hechos que se pueden mostrar. Y el caso de Leonel, dice, que es como él, porque el sinvergüenza, como le llama, a diferencia del amigo serio, Hipólito, si sabía que era un narco.
El problema No es Hipólito Mejía o Leonel Fernández. El problema es lo valores que constituyen la estructura de contenido moral de la campaña que de forma furibunda y fanática desatada en una serie de medios, cuyo único objetivo ha sido destruir la reputación de una persona e impedir su éxito electoral en el caso que fuere el candidato de su Partido. Todo ello, sin importa que se llevan por delante.
¿Es Quirino el mejor argumento moral para descalificar y probar los pecados de Leonel Fernández? ¿Hay narcotraficantes buenos y narcotraficantes malos? Los que tenemos formación y experiencia en organizar, diseñar, y dirigir campañas, en mi caso particular, me entrené en el ICER-Costa Rica y la Universidad de Carabobo, Venezuela; sabemos, que lo que ha sucedido no ha sido fortuito. Todo ha estado muy bien orquestado con un solo punto de partida, santificar a Quirino e hundir a Leonel Fernández. ¿Es esto lo qué quiere y reclama la sociedad Dominicana? ¿O la sociedad espera una lucha por verdadera moralización del ejercicio político? No nos podemos hacer igual a los otros, en nuestro afán de ser diferentes, sería el mayor de los errores.