Marco Almazán, periodista mexicano, se hizo famoso en toda América Latina por una columna de humor que publicaban decenas de diarios, incluyendo El Caribe en los ya lejanos tiempos de Germán Ornes. Una de las más recordadas fue aquella en la que hiciera una extensa relación de “cosas inútiles”, entre las que citaba las elecciones en su país durante el reinado del PRI, la moneda búlgara fuera de Bulgaria y los genitales del Papa, cosa esta última muy cierta en esta época pero de lo que no podemos estar tan seguros en aquellos lejanos tiempos de Alejandro VI.

Si a tan ocurrente personaje, ayudado por una máquina del tiempo, le tocara residir en nuestro país podría con suma facilidad intentarse un ejercicio similar, con la segura y voluntaria asistencia mía, lo cual haría con mucho gusto, para aliviar un poco las tensiones y descansar por un rato de la vulgaridad y la incansable e insufrible actividad política. En mi lista de sugerencias incluiría inicialmente a la oposición, las Altas Cortes, el escrutinio electoral, el Idecoop, las edes, la Cámara de Cuentas, las vicepresidencias, como la monjita aquella del cuento dije todas; la Industria de la Aguja, el Ministerio de la Juventud,  la dirección de Caza y Pesca, los organismos públicos del transporte, Corde y el Consejo Estatal del Azúcar, sin empresas ni centrales; la ODC, Bienestar Estudiantil, la Lotería, la programación del canal estatal y el Congreso, bueno para “barrilitos” y la compra exonerada de vehículos de lujo, pero no para la aprobación de leyes beneficiosas para la industria y la economía nacional, salvo las que en particular les interesen.

Por último, el Parlamento Centroamericano,  por el que se pelean tantos políticos, y que se recuerde nunca ha aprobado nada que haya servido para algo. Y, por supuesto, los ayuntamientos, incapaces de recoger la basura y mantener la limpieza en las comunidades que gobiernan.