En la noche del miércoles 19 de Marzo de 1975, apenas 48 horas después del asesinato de Orlando Martínez, un familiar de uno de los dos participantes que citamos en el artículo anterior –Joaquín Pou Castro (Ñoñó) y Freddy Lluberes (Freddy Social Balazo o Freddy Social Pistola o Lluberito)- me reveló los pormenores del abominable hecho con lujos de detalles en el curso de una fiesta en una casa de la calle Delmonte y Tejada casi esquina callejón Abreu, de San Carlos.

Me dijo que lo hacía por encomienda del implicado, quien se había escondido desde la noche del crimen porque lo querían matar debido a que “armó un escándalo dentro del carro después que le dispararon a Orlando” alegando que lo habían engañado diciéndole previamente que la misión consistiría en “darle una agolpiá a Orlando”.

Su interés mayúsculo era el de que, en mi condición de “periodista de avanzada” con suficiente mérito profesional, hiciera público todos los detalles del ominoso asesinato, exceptuando su participación, desde luego, según su alegre cálculo. Como era fácil deducir, la denuncia pondría a la defensiva a sus cómplices persecutores y por carambola él salvaría el pellejo…

He aquí los pormenores relatados. El confidente y asimilado militar Freddy Lluberes había amistado y ganado una relativa confianza con Orlando Martínez, desde cuando éste era dirigente del Partido Comunista Dominicano (PCD), a quien le suministraba informaciones sobre las pugnas militares internas. Días antes, por instrucciones de su jefe inmediato, el entonces teniente Joaquín Pou Castro (Ñoñó), había contactado a Orlando en interés de informarle “algo gordo”, por lo que acordaron reunirse “cerca de la UASD” a prima noche del 17 de marzo.

Orlando habría percibido en su último instante que en vez de un encuentro más con Freddy Lluberes se trataba de una emboscada

El confidente y asimilado Lluberes, el cabo Mariano Durán Cabrera –a quien el informante llamó “el Cadete”- y Luis Emilio de la Rosa Beras, confidente y ex miembro del tenebroso grupo La Banda, que había sembrado el terror en meses pasados, abordaron en horas de la tarde un automóvil Datsun azul conducido por el teniente Pou Castro, y a prima noche le dieron seguimiento al de Orlando al verlo abandonar la sede del diario El Nacional y de la revista Ahora, en la calle San Martín próximo a la Ortega y Gasset.

Al lado y detrás del conductor estaban, respectivamente, el cabo Durán y De la Rosa Beras, quien, según lo ordenado, le propinaría golpes a Orlando con un objeto contundente después de que Freddy Lluberes, quien estaba a su diestra, le hiciera detenerse.

En la calle José Contreras le dieron alcance y se colocaron en paralelo del lado de Orlando al volante. Entonces Freddy, sacando la cabeza por la ventana, le gritó a Orlando que se detuviera, pero éste continuó, aunque a velocidad reducida. Entonces Freddy sacó medio cuerpo por la ventana para mostrarse más en la oscuridad y le gritó:

-¡Orlando, soy yo, Freddy Lluberes, párate!

El cabo Durán, con su arma corta en la mano derecha esperaba el instante adecuado para hacer blanco. En eso el teniente Ñoñó Pou Castro –quien junto al cabo Durán había sido adiestrado por entrenadores estadounidenses para acertar objetivos humanos en movimiento- aproximó en paralelo al de Orlando el Datsun azul de modo que al cabo Durán le bastara sacar su brazo derecho armado por la ventana derecha delantera y disparar.

Atraído por el vocerío de Freddy Lluberes con medio cuerpo fuera de la ventana trasera del lado de su asiento, Orlando miró hacia atrás del Datsun en paralelo mostrándole así al cabo Durán el lado derecho de su rostro, y en ese instante el cabo Durán alargó su brazo armado, apuntó y disparó impactándolo en el pómulo derecho en vez de impactarlo en el izquierdo, como era lógico al ser atacado por su flanco izquierdo, dato curioso que confundiría a los investigadores años después al preguntarse cómo era posible que si lo atacaron desde el flanco izquierdo lo impactaran en el lado derecho.

Orlando habría percibido en su último instante que en vez de un encuentro más con Freddy Lluberes se trataba de una emboscada por lo que automáticamente había intentado accionar su arma corta, que tenía a su alcance, a su derecha; deducción probabilística en razón de que, según se informara luego del crimen, su brazo derecho estaba extendido y su mano próxima al arma.

De inmediato Pou Castro aceleró el Datsun al tiempo que uno de los participantes le gritaba “improperios” al saberse engañado porque “en ningún momento le dijeron que iban a matar a Orlando”. Se suscitó una fuerte discusión hasta que llegaron ante la casa de quien protestaba.

-Esto es algo grande, maldito, nos vamos a joder todos- le dijo a Durán una vez desmontado.

En eso Ñoñó Pou Castro le dijo, mientras le apuntaba con el índice derecho a la cara:

-Ahora voy para donde el General y le diré de tu comemierdería.