El video la “La Inocencia de los musulmanes”, creado por cineastas novatos y actores baratos ha provocado muertes, vandalismos y demostraciones violentas en el mundo islámico, estimado en 1,570 millones de fieles. La reacción se hizo esperar en varios países para explotar el 11 de septiembre. Turbas de hombres se manifestaban en protesta en más de 20 países, ofendidos por el video que presentaba al Profeta como pederasta. Bajé uno de los videos para verlo, tenía más de 13 millones de entradas. Sin las protestas, no hubiese alcanzado mil.
Durante las manifestaciones, algunos hombres que hablaban inglés expresaron la causa de la cólera desbordada ante las cámaras. Preguntaban sin lograr entender, ¿por qué los Estados Unidos no prohíben el video? En Francia, la respuesta de respaldo a la libertad de expresión, tomó la forma de una caricatura del Profeta.
Esta es la situación: en muchos países, los musulmanes han crecido bajo sistemas de alianzas político-religiosas absolutistas u opresivas. Para ellos es natural que los gobiernos violen derechos humanos, como es el derecho al pensamiento y libre expresión de las ideas. Por eso no entienden que el gobierno de los Estados Unidos no puede prohibir el video, porque no puede violar un derecho constitucionalmente protegido.
En los Estados Unidos, la primera revisión a la Constitución original produjo la Carta de Derechos del 3 de noviembre de 1791. Su primera enmienda establece que “El Congreso no hará ley alguna por la que adopte una religión como oficial del Estado o se prohíba practicarla libremente, o que coarte la libertad de palabra o de imprenta, el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la reparación de agravios”.
Confieso que cuando fui estudiante y leí por primera vez la primera enmienda, me extrañó que en un solo artículo se defendieran tantos derechos, los cuales en mi ignorancia no conectaban bien. Los eventos recientes demuestran la sabiduría de la legislatura. El estado no puede imponer al individuo una religión, como sería en este caso criminalizar la blasfemia, que es un precepto religioso; ni tampoco puede coartar la libertad de expresión, en este caso prohibir el video.
Pero la historia no termina aquí. Una plataforma de representante de 57 países musulmanes planifica discutir el video ofensivo este miércoles en una Asamblea de las Naciones Unidas. Intentarán empujar una Ley internacional anti-blasfemia, como se ha intentado en el pasado, sin éxito, porque las democracias occidentales pudieron convencer a representantes de muchos países de que éste tipo de ley sería usado por dictadores para reprimir a la población. Se predice que el Papa estará de acuerdo. No le gustan las fotos que le sacan ni las caricaturas que lo muestran escondiendo niños bajo su sotana.
Espero que los representantes dominicanos ante las Naciones Unidas tomen nota de que en las airadas manifestaciones, asesinatos, y vandalismos, no se puede distinguir la presencia de una sola mujer. El Islam, y el cristianismo de la Contra-Reforma del Siglo XVI, discriminan a la mujer de sus estructuras de poder, y las subyugan a roles que violan sus derechos sexuales y reproductivos, y le imponen códigos de conducta discriminatorios.
En el mundo musulmán más ortodoxo, las mujeres deben cubrirse todo el cuerpo de negro. En países extremadamente calurosos, esto es una tortura. Unicamente les permiten dejar una franja que descubra sus ojos. Sus hijos les pertenecen al marido si este la divorcia, con sólo repetirle las palabras de divorcio frente a un testigo. No puede salir a las calles sin la compañía de un hombre miembro de su familia, y si lo hace y la violan, ella es estigmatizada y condenada en los tribunales.
Las niñas son entregadas como esposas a hombres mayores en contra de su voluntad. En las noticias, he visto mujeres musulmanas con el rostro desfigurado por quemaduras auto-infligidas buscando la manera de terminar su tortura con el suicidio. Estos son los derechos que las democracias laicas de Occidente necesitan implementar. Estos son los derechos humanos que estos hombres religiosos, hipócritas, ignorantes, frustrados, ñoños, e irracionales necesitan respetar. Y no me refiero a la inmensa mayoría de musulmanes que ni están demostrando su ira en las calles, ni están de acuerdo con la opresión que en nombre de Alá se impone a millones de mujeres.
Pero aterricemos en República Dominicana para comprender la relación entre derechos y blasfemias. Por ejemplo, para los musulmanes es pecado hacer imágenes del profeta o de Alá, y para los católicos, lo es tomar el nombre de Dios en vano. Hacer ilustraciones de Alá o blasfemar está prohibido por códigos religiosos, pero los gobiernos laicos no están constitucionalmente autorizados para violar el derecho de libre expresión de la ciudadanía y condenar a prisión a alguien por blasfemia, a menos que regresemos al Medievo cristiano o que seamos residentes de un país musulmán ortodoxo. Este tema con apariencia abstracta, es parte de nuestra cotidianidad y me ha traído memorias olvidadas.
Me pregunto, si la blasfemia es objeto de condena de un individuo, ¿se condenaría también la blasfemia de un grupo religioso? ¿Está la iglesia Católica autorizada a tomar el nombre de Dios en vano? Si lo hace rompe el segundo mandamiento. Poner el nombre de Dios por 31 años al lado de Rafael Trujillo ¿no es el equivalente a la blasfemia? ¿No es tomar el nombre de Dios en vano?
“!Con Dios y Trujillo!”, escrito en periódicos, libros, mascotas, afiches, muros, pupitres, camisetas, y cualquier superficie plana, horizontal o vertical. Colgado en paredes, enmarcado y protegido con vidrio, derretido sobre metal, y delineado con bombillas lumínicas, para ser exhibido en negocios, bancos, pulperías, venta de frío-frío, en hogares, edificios públicos, parques, restaurantes, y comederos. Pero el dúo dominicano también entraba por los oídos.
“!Con Dios y Trujillo!”, de saludo o despedida. “!Con Dios y Trujillo!”, grito que hacia vibrar hasta las tripas del ardiente creyente de la idolatría estatal. “!Con Dios y Trujillo!”, para ahogar cualquier otro sonido, cualquier otro pensamiento, cualquier otro camino, cualquier otro dogma, cualquier otro Dios.
“!Con Dios y Trujillo!”, sintetizador maquiavélico, orwelliano, pittinitiano, berastiano, piodocetiano, omnipresente, eterno, totalitario, absorbente, embruteciente, cortesía de Monseñor Pittini, Rafael Leonidas Trujillo Molina, y su curia de predicadores, capellanes militares, admiradores, soplones, calieses, torturadores, depredadores, ladrones y asesinos. Puede ser disfrutado por radio, televisión, en discursos, en las peleas de gallo, en los juegos de pelota, en los campos, en los parques, en los barrios y en todo lugar durante su estadía en República Dominicana como expresión de la alegría y fe del pueblo dominicano.
Rafael Trujillo recibió el más alto título que un infeliz mortal pudiese recibir, más valiosa que las condecoraciones que le otorgó el Vaticano en más de una ocasión: ¡Dios con Trujillo al lado! Trujillo, la mano derecha de Dios. El dúo más igualado, querido, abrazado, mimado, elogiado, e invocado.
En 1961, con el ajusticiamiento de Trujillo, la furia del pueblo salió a las calles a tumbar estatuas y sacar el nombre Trujillo de los mapas, las calles, los edificios, y todos los “!Con Dios y Trujillo!” que ensuciaban el territorio nacional. Pero al final, la Iglesia se salió con la suya. Se quedó con el contrato que Trujillo le firmó para que continuara mamando de la teta, y Dios no mandó a San Miguel ni a ningún rayo que le partiera la cabeza a blasfemadores ensotanados. Dios se tuvo que chupar a Trujillo al lado por 31 años, de noche y de día, sin que nadie lo defendiera.
Y Dios tuvo que haberse preguntado, ¿Es que acaso no tienen suficientes santos para que siempre me tengan que unir a este antisocial? ¿Acaso no saben que Yo soy un dios celoso? ¡Que no permito más dioses en mis altares!!!! ¡Carajo, que mal ejemplo! ¡Subiendo a los altares a un pecador empedernido, y después de muerto rezando por él para que yo lo tenga en mi gloria! ¡Después de 31 años de estarle viendo la cara! No y NO. ¡No lo soporto! !Ya me cansé de estar al lado de ese tipo y no lo quiero ver ni en sueños! He dicho.