UNO De barrio y de ciudad es un libro de relatos del escritor dominicano José Carvajal. La colección se agrupa bajo signos rápidamente identificables: son historias de la experiencia y el experimento, de lo fantástico y el traslado -migración-. El primer cuento se titula “La víctima” y plantea una especie de juego fantástico, sueño que alguien me sueña, sueño que soy el reflejo de un sueño. Jorge Luis Borges es la referencia principal de esta metafísica. El cuento “Etiqueta Negra” es la lectura del deseo; en este caso la figura del anhelo es un viaje a Nueva York o más bien, a la idea que los dominicanos han construido alrededor del traslado a los Estados Unidos. Pienso ahora que estas historias fueron publicadas al principio de los noventa y viene a mi memoria la imagen de un personaje de la ficción televisiva: alrededor de esas fechas, para “Elvin Vinicio Raposo”, Nueva York era el centro del universo y el mundo entero giraba en torno a ese concepto. La gente no viajaba a Berlín, Tokio o Chicago, sino a Nueva York… todo lo demás era monte y culebra. Sé que esto es una exageración, pero solo puedo recurrir a la comedia para interpretar el empuje que tiene la gran ciudad en el imaginario Caribe. En este cuento se destaca el hecho de que uno de los juegos preferidos de la cotidianidad dominicana es la planeación de viajes imposibles.
En el cuento Entrevista a la señorita Ulman, Carvajal antepone la experimentación a la trama. Este cuento es uno de los más importantes de la colección. La entrevista de un joven reportero a una estrella en el ocaso de su carrera, me hace evocar el teatro de Carlos Fuentes: Orquídeas a la luz de la luna. El cuento “Las muchachas” se atreve en el campo de las cuestiones de género y preferencias. Los cuentos “Los gallos” y “Los dolores de la Gloria” aprovechan el ángulo fantástico, y aunque a mí me pareció mejor construido el primero, en “Los dolores…” sobresale una esmerada dialéctica, esto es, diálogos oportunos y bien escritos. También me pareció aceptable, tanto por el tema como por la forma, el cuento “Peces de papel”. El relato comienza con una construcción impecable, Hasta ese entonces, para Eduardo, el río Manoguayabo era una leyenda. Sabemos que en la escritura de cuentos no hay espacio para preámbulos y una línea como esta sirve para dos propósitos: primero, deja establecido que ese río es más que un espacio geográfico, por lo tanto, el escenario adquiere relevancia y segundo, queda instalado un aire de suspenso que invita a continuar la lectura. La trama: un dominicanyork se ve enfrentado a su propia incongruencia. Sí, es dominicano, pero esta maleza, el fango, la violencia de la potamología, son muy diferentes al hierro y al asfalto que son en verdad su casa. Está la casa de la añoranza y la casa de la realidad; las del querer y sufrir profundo. No es que una sea más violenta que otra, ambas naturalezas son brutales. Tiene que ver mucho más con nuestra percepción de la naturaleza y nuestro condicionamiento para ella. Un problema práctico y otro moral, digamos.
Debo anotar que la colección termina con “El Conde Minelli”, las supuestas cuartillas de una novela que el “autor” desechó. Vale decir que puedo entender porqué y que yo hubiese dejado el libro en “Peces de papel”. Pero vaya, estamos hablando de uno de los primeros libros de este escritor. Esta colección, reitero, fue publicada en 1990 y puede decirse que está fuera de circulación. No puede adquirirse fácilmente. Aquí viene la parte metafórica de estos apuntes, parte a la que regresaré más adelante.
DOS Dimensiones del espejo es un libro de relatos breves del escritor dominicano Osiris Vallejo. Si bien los cuentos valoran lo fantástico y la experimentación por encima de la historia y el lenguaje, hay que destacar que la colección se mantiene firme en su propuesta general, que para mí se traduce en un juego de contrareflejos y transposiciones. La presencia Borges es infalible y uno la percibe desde el epígrafe hasta las construcciones, a lo anterior añado que para cierto lector es difícil encontrar el vocablo “conjetura” y no pensar en el argentino.
El primer cuento se titula La fuga de Tommy, que es una mirada al paternalismo y el segundo, La ventana y el jardín, es una lectura del cuerpo enfermo. Ambos tópicos son fácilmente identificables en una escritura del trauma colonial. Debo aclarar que en el segundo cuento el juego experimental con el lenguaje tiene ciertas deficiencias que sacrifican la historia. Sí, el cuento debe condensar la prosa, pero ese es el objetivo y el trabajo del escritor, no del lector. La imaginación del lector es ilimitada pero viaja dentro de los parámetros propuestos por la historia. Si esos parámetros no están claros, entonces sufre la historia. Los cuentos El otro y El ciego son una especie de pesadilla concéntrica que quiero asimilar a la experiencia del inmigrante. ¿Qué pasa si el lugar de regreso es abominable, si lo prometido o soñado es el espejo del fracaso?
Uno de los mejores textos del conjunto es “El manuscrito inasible”, que viene siendo una de las formas de la pesadilla para quien escribe. ¿Somos en realidad los autores de lo que escribimos? ¿Qué tal si somos el sueño de alguien más? ¿Y si somos el personaje de un libro que otro está escribiendo? Aprovecho esta coartada para traer de nuevo lo de Borges. Si el autor encontró o no, en la lectura de otro, fórmulas interesantes para dar forma y sentido a sus tramas, excelente, puesto que a uno lo influye más lo malo que lo bueno. Lo que en realidad me interesa destacar es que entre los tipos de lectura que conocemos hoy día, la escritura borgiana es una de las más claras y por lo tanto es una fuente inagotable. Escribir una novela como Rayuela hubiese sido muy difícil sin Borges… aquí también cabe el Roberto Bolaño de Los detectives y 2666. Sí, son lecturas de la densidad y la locura en cuanto a lo magnífico y la multiplicidad de posibilidades. Lecturas que dan a veces la sensación de no tener fin. Aquí es donde entra Borges. En que, aunque la realidad nos abrume, hay en el fondo un orden y un sentido. Esa esperanza es una de las formas de la poesía y la abundancia.
Repito que la principal cualidad de este libro, galardonado con el Premio Letras de Ultramar 2014, es la coherencia temática, que tiene que ver con la delicadeza de la poesía y con una fina continuidad de historia a historia. En mi opinión, el libro pudo haberse beneficiado de una relectura cuidadosa, ya que hay repeticiones y redundancias que no le añaden al texto, y que luego de pensarlo, salgo convencido de que pude haber prescindido de las mismas: Vernon Maldonado dice que escribir cuentos es una alegría pero también una gimnasia. La escritura de Osiris Vallejo es de una calma inteligente, aquí espero los cuentos del pensar que nos traerá esta escritura.
DE RECOGIDA PARA FONIUNA
Hay cuento también en las formas de lectura. En mis momentos de locura sueño con crónicas que me permitan hablar de lo leído como quien evoca una geografía. José Carvajal es un escritor que conocí gracias a la serie de entrevistas que llevó a cabo bajo la iniciativa LIBRUSA. Recuerdo que esas entrevistas representaron un gran material para un grupo de estudiantes de doctorado en San Juan Puerto Rico. Ignoraba que el hombre fuera escritor de ficciones. Por muchas razones que no vale la pena enumerar, me interesaba leer su prosa. Años después vengo a dar con el libro que hoy comento, ya que una amiga querida aquí en Chicago me pidió que organizara su biblioteca. Al tener el libro en mis manos el año pasado quedé sorprendido. Rosa me dijo que en el 1995 ella asistió a una actividad del consulado dominicano en Downtown y que el joven Carvajal estaba allí firmando ejemplares, de hecho la copia de Rosa lleva una dedicatoria muy elegante. En una ocasión privada, tuve la suerte de cuestionar a José acerca de esta escritura. El autor me dijo que consideraba esas letras ya perdidas, porque eran ejercicios de juventud o algo así. Esto me interesó, como lector que escribe que soy, porque al parecer, por más que uno quiera abolir el pasado, sobre todo el escrito, éste es mucho más fuerte, quiero decir, que lo escrito supera al deseo, y eso es espectacular. Para cerrar de Osiris puedo decir que lo conocía como poeta por aquel Saint Domingue, y que como lector, llegué a su libro de cuentos gracias a un comentario (no una crítica, no una reseña) del mismo Carvajal.
Se dio entonces la coyuntura de que por esas fechas andaba yo en la feria del libro y pude hacerme del ejemplar de Vallejo en la caseta de la Editora Nacional, a la que siempre voy a procurar libros buenos que adquirí alguna vez, solo para que me digan que ya están agotados; pregunto, ¿están agotados porque han sido exitosos? Me responden que sí, a lo que yo digo, por cosa lógica, ¿porqué no los reimprimen? Ahí se ríen en mi cara los que atienden la caseta, una risa larga, grande, unísona. La gran carcajada de la literatura dominicana.
Leo estas dos publicaciones, que tienen más de dos décadas de diferencia, y encuentro en ellas más coincidencias que distancias. Ambos libros son buenos, cuentos con garra, con ciertos accidentes de escritor joven, y de estos tropezones puedo dar fe y testimonio porque con orgullo repito que he cometido todas las metidas de pata que un escritor joven puede cometer. Dije ya que a veces se sacrifica la historia por la experimentación, pero ese es un riesgo que se corre al tratar de hacer algo diferente. Ambos textos retratan la carencia del inmigrante, el enfrentarla de cara o a veces pretender ignorarla como se quiere hacer con la culpa, sabiendo ya que la culpa es como la mancha, y uno ahí a tequilazos con ella queriendo acabarla y nada de morirse la hijueputa. Ambas colecciones son imposibles de conseguir. En este sentido son libros que pertenecen a un sueño de fantasmagoría, esas cosas brillantes que están hechas para nadie y que solo este viaje tormentoso de la lectura pone frente a nuestras narices.