El norteamericano David Dixon Porter llegó a República Dominicana bordeando la costa entre el 4 y el 6 de mayo de 1846, entrando por Santo Domingo, y recorrió parte de la geografía nacional entre el 19 de mayo y el 13 de junio de ese mismo año;  transitando  intrincados laberintos, sendas, caminos llenos de escollos y cruces de ríos, tantas veces vadeados que cualquier persona medianamente informada de lo que era esta media isla hace 185 años pensaría que la experiencia narrada por este personaje en su Diario de una Misión Secreta a Santo Domingo, sobre su desplazamiento de alrededor de 800 millas (1,600 Kilómetros aproximados) en 24 días, fue una exageración,  algo inverosímil o un cuento de ficción.

En esta ocasión prestaremos atención a los trayectos recorridos por Dixon Porter con el fin de aventurarnos junto él, casi 200 años después y a través de la lectura de su diario, en un  viaje que despierta la imaginación de cualquiera que le guste la historia geográfica y la aventura.

Sin la menor intención, Dixon Porter nos dejó rutas sorprendentes ecoturísticas que podrían retomarse  para que cualquier interesado pueda hacerlas; de hecho ya se están haciendo de manera esporádicas, pero  poco institucionalizadas; por ejemplo, en las lomas de San  Cristóbal, por el actual municipio de Cambita Garabito, el distrito municipal Los Cacaos, y en especial por El Tablazo, que tanto llamó la atención del norteamericano en 1846; o el hermoso y productivo valle de Rancho Arriba.

El recorrido de Dixon Porter por la geografía dominicana lo puso en contacto con por lo menos 15 cuencas hidrográficas.

Al escudriñar el diario de Dixon Porter, ya sea como una aventura, una experiencia novelada o un informe técnico estratégico para el jefe del Departamento de Estado de EEUU de entonces, el lector puede empaparse de detalles de cosas de la época que aún tienen mucha vigencia en el siglo XXI, salvando las diferencias que ha producido el crecimiento general de la República Dominicana.

Como señalamos anteriormente la de Dixon Porter fue una aventura increíble y nos preguntamos ¿Cómo pudo hacer un viaje desplazándose por una geografía llena de pantanos y ciénagas, ríos, con solo caminos y veredas, en los mejores casos, ya que muchas veces tuvo que reabrir senderos por el crecimiento de la vegetación?

También abrirse paso por las esferas social, económica y política de la época fue una hazaña inverosímil por mucho que nos describa, aunque no se trató de un simple viaje de un civil aventurero, sino de un experimentado marine, como le señalara Juan Puigvet, el cura de Cotuí, días después.

Su “…viaje a caballo por la isla es una verdadera odisea terrestre…” para decirlo con las palabras de Juan T. Tavárez, quien hace una introducción sin desperdicio en la publicación del diario, hecha por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos en 1977.

Al leer Diario de una Misión Secreta a Santo Domingo de Dixon Porter podemos observar como este norteamericano atraviesa partes de 15 cuencas hidrográficas, como se puede observar en la cartografía de este trabajo; y visita los poblados de  San Cristóbal,  Bani, Azua, San José de Ocoa (Antes El Maniel), Rancho Arriba, Piedra Blanca, Maimón, Cotuí, La Vega, Moca, Santiago y Puerto Plata, por donde salió un 13 de junio;

Se ha descartado de manera intencional toda la alusión racista, antihaitiana y anticatólica que apunta Dixon Porter en su Diario…, para no distraer al lector con esos antivalores, por lo que, en este texto, y en otros más sobre su visita, solo trotaría montado en el caballo de la geografía de aquella época.

Los caminos aproximados que recorrió Dixon Porter constituyen  en la actualidad distancias  sobre los  500 kilómetros, sabiendo que las carreteras actuales se fueron haciendo, generalmente, por donde había caminos de herraduras, es decir, por donde transitaban los animales de cargas y otros transportes que se dirigían hacia las principales ciudades y puertos de la nación.

Es posible que el norteamericano tomara algunos atajos que redujeron las distancias con relación a las vías que tenemos ahora, y también pudo haberse dado lo contrario, que aumentaran las distancias en algunos tramos; tema de discusión entre los primeros especialistas de geografía de hace más de cien años.

Un ejemplo de acortamiento de distancia fue cuando al retornar para el norte no tomó la vía Azua-Santo Domingo- Piedra Blanca para llegar a Cotuí, al nordeste de la República Dominicana, sino la vía de comunicación militar de la época, que era Azua, Maniel (Hoy San José de Ocoa)- Rancho Arriba- Piedra Blanca- Maimón.

Los datos exagerados sobre las distancias recorridas por Dixon Porter pudieron ser tomados de la idea general que se tenía para la época de las mismas.

Fue 20 años después del viaje descrito por Dixon Porte en su diario que Francisco Javier Angulo Guridi publicó su Geografía, Física, Historia, Antigua y Moderna de la isla de Santo Domingo (1866), que contiene el primer cuadro sinóptico sobre las distancias de los principales pueblos.

El geógrafo Casimiro N. de Moya corrigió, 24 años más tarde, la apreciación de las distancias de las principales localidades hechas por Angulo Guridi, mediante una carta enviada a José Gabriel García, fechada en St. Thomas, el 25 de junio de 1890, en la que hace los  señalamientos y sugiere correcciones; carta que puede leerse en el libro  Huellas del Espacio en el tiempo Insular, publicado por el Archivo General de la Nación (AGN) y la Superintendencia de Banco en homenaje al propio Casimiro en 2011.