“Vivo en un país lleno de hermosura… también lleno de basura”. Toque Profundo (Mi País)
Hace ya 25 años que Toque Profundo inmortalizó un retrato crítico de la República Dominicana con su célebre canción “Mi País” (1992). Resulta altamente deprimente que la mayoría de los problemas que la canción parodia sigan siendo relevantes. La contaminación ambiental (y de basura en todos lados) es uno de ellos. Esta problemática ha aumentado su incidencia en estos días, por causa de los recurrentes conflictos entre los ayuntamientos del gran Santo Domingo, y la empresa que gestiona el vertedero de Duquesa.
La dimensión política de la problemática también es relevante. El síndico del D.N., David Collado, sabe que su legado está en juego. Ciertamente, el futuro de su plataforma política no se puede basar sobre el mérito de que “inició la recogida de basura en la noche”. Es posible que estas preguntas alrededor de su gestión como alcalde – y sus futuras aspiraciones políticas, le quiten el sueño.
David Collado, y el resto de los alcaldes del gran Santo Domingo, tienen una enorme oportunidad entre sus manos. La posibilidad de realizar cambios medioambientales significativos, duraderos y permanentes que transformen la huella ecológica de Santo Domingo – y potencialmente, de toda la República Dominicana. Existen algunas propuestas de políticas públicas – que si el señor Collado las asume, y se convierte en su principal abanderado (junto con el Ministerio Medio Ambiente), podría fácilmente aumentar su capital político como figura dentro de la oposición.
Se puede promover al menos la segregación de: papel y cartón, material orgánico y de plásticos. Paulatinamente, y dependiendo del éxito de la operación, se pueden aprovechar los desechos orgánicos como ocurre en otras grandes ciudades
Promover (1) el reciclaje y (2) la imposición de un depósito sobre plásticos y botellas de vidrio, son dos políticas que pueden tener un impacto a largo plazo. Pero implementarlas requiere de un trabajo conjunto entre los alcaldes, legisladores, el Ministerio de Medio Ambiente y la ciudadanía.
El reciclaje en RD es un tema que ha sido harto debatido. Existe una Resolución del Ministerio de Medio Ambiente que no se implementa (Resolución No. 01-2015). Hay gente que entiende que será difícil de implementar en todos los estratos de la sociedad dominicana. Hay quienes argumentan que es difícil cambiar la cultura. Pero debe promoverse a través de un esquema de incentivos (aplatanados según la idiosincrasia criolla). Esto implica trabajar mano-a-mano con los hogares, las empresas (principalmente, restaurantes, hoteles, mercados, colmados y supermercados), escuelas y colegios, barrios y los condominios, implementando un plan que inicie por distintas zonas del D.N. Se puede promover al menos la segregación de: papel y cartón, material orgánico y de plásticos. Paulatinamente, y dependiendo del éxito de la operación, se pueden aprovechar los desechos orgánicos como ocurre en otras grandes ciudades (Ver artículo reciente del New York Times).
Desde el punto de vista político, implementar este plan es viable, y permitiría a Collado aliarse con la sociedad para intentar de presentar resultados que impacten positivamente al D.N. – y que luego podrían replicarse en todo el país. Esto tiene el potencial de reducir los costos (por tonelada) que incurren el ADN y otros ayuntamientos por llevar basura a Duquesa. Además tiene el potencial de generar otros ingresos para el ayuntamiento, si se logra exportar y rehusar plásticos, utilizar los residuos orgánicos para generar compostaje y aprovechar el metano como fuente de energía. También reduce el impacto ambiental negativo que genera el vertedero.
Collado – que cuenta con apoyo del empresariado, y que además es un emprendedor – puede convertir el ADN en un ejemplo de gestión empresarial superavitaria y exitosa. Con un proyecto como este, Collado – o quien sea que lo implemente – lograría aumentar su capital político, asociando su nombre con la formulación y ejecución de políticas públicas posibles – y potencialmente efectivas.
La segunda propuesta está íntimamente relacionada con el reciclaje. Consiste en imponer un depósito a los envases plásticos y de vidrio. Esto es algo que existe y funciona en muchos países. Es un ejemplo relacionado con lo que los economistas llaman una intervención Pigouviana (en honor a un economista británico). Crearía un incentivo para devolver estos envases a los centros de venta, para recuperar el depósito. Una legislación en este sentido, también podría tratar de reducir los incentivos para la utilización excesiva de plásticos y otros materiales que ensucian nuestras calles y playas (por ej., fundas de supermercados y colmados, vasos y empaques de foam, etc.).
Ambas propuestas buscan internalizar parte de los costos sociales de la contaminación sobre los agentes económicos (consumidores, hogares, empresas, etc.). Sin embargo, hay que partir desde un marco de credibilidad que cree incentivos para el cumplimiento de las normas, y consecuencias creíbles que se desprendan de su incumplimiento. Al menos, que sea mucho más creíble que “anunciar que a las personas que tiren basura en la calle, se le impondrán multas” (lo cual es prohibitivamente caro, o imposible, de monitorear).
Habrá resistencia. Mayormente de las empresas que producen y comercializan estos materiales, reciben beneficios privados, pero externalizan los enormes costos sociales que esta actividad genera. También de la gente que no va a querer asumir el costo (reducido) de tener que clasificar sus propios desechos. Pero se puede trabajar sobre un esquema de incentivos donde las unidades (hogares, condominios, empresas, barrios, etc.) que no asuman el costo, tengan que pagar las consecuencias (quizás a través de cargos de recolecta más altos, para compensar y disuadir). Es decir, que la gente comience a pagar por parte del costo social de sus acciones.
No se está inventando la rueda. Estos sistemas se utilizan en muchos países. Tampoco hay cabida para excusas sobre el comportamiento y la cultura del dominicano. Lo positivo del esquema de depósitos es que motiva a los agentes a reciclar las botellas de plástico. Si los consumidores no se sienten motivados para hacerlo, entonces el incentivo permanece para que las personas desempleadas asuman recoger dichas botellas para canjear el cúmulo de depósitos por comida en los supermercados y demás centros de acopio.
Estas propuestas, podrían ser un primer paso hacia la reducción de la contaminación que afecta nuestras calles y costas. Al menos podrían constituir ideas para el diseño y la implementación de una política orientada a enfrentar estos problemas, y asegurar que tengamos ciudades y costas limpias en el futuro.