Cuando arribó al escenario público, haciendo uso de un novedoso estilo de trabajo a base de propuestas sensatas e inteligentes dirigidas al electorado y siempre al margen de la algarada demagógica a la que con tanta abusiva frecuencia apelan los arribistas que afloran al escenario político con el principal propósito, cuando no único, de servirse y no de servir, sorprendió a muchos resultando el diputado mas votado.
Luego, cuando cuatro años más tarde, con el aval de un ejemplar y productivo desempeño congresual, fue nominado como candidato a la Alcaldía del Distrito Nacional no fueron muchos los que apostaban a su triunfo. Las urnas, sin embargo, le otorgaron la victoria con una votación abrumadora, no obstante haberse enfrentado al candidato oficial fogueado en tres exitosas elecciones anteriores que lo convirtieron en huésped del Palacio Municipal por tres períodos consecutivos.
Y lo logró apegado a su mismo estilo de campaña, prescindiendo en su discurso de ataques y críticas a su contendiente levantando como estandarte la promesa de ejecutar un bien elaborado programa orientado a resolver necesidades fundamentales de la población que convirtieran a Santo Domingo en una urbe organizada, limpia y segura con servicios públicos atendidos de manera más eficiente.
Es lo que ha hecho cada día desde que asumió el cargo durante los algo más de los tres años de productivo y reconocido desempeño que lleva al frente de la Alcaldía, donde los cambios notorios que para mejor ha experimentado la Ciudad Primada en beneficio de sus pobladores se palpan, sienten y disfrutan.
En el historial de su gestión no figuran costosas y efímeras acciones de relumbrón buscando crear un clima artificial de efectismo político. Todo lo que ha llevado a cabo es ajustado a ese plan estratégico preparado con el auxilio de técnicos y asesores experimentados identificando todas las obras necesarias para garantizar un nivel sostenible de mejoría en las condiciones de vida de los capitaleños.
Recuperación de los servicios públicos; limpieza, acondicionamiento e iluminación de avenidas, calles, parques y sitios de esparcimiento; el rescate de los emblemáticos monumentos de Fray Antón de Montesinos y la Plaza La Trinitaria, después de décadas da abandono, que marcan la entrada a la capital por el mar Caribe y por tierra desde el este; ampliación y remodelación del Malecón y el parque Hostos; limpieza y acondicionamiento de los cementerios; reorganización de los mercados públicos; cientos de kilómetros de calles, aceras y contenes construidos y reparados en decenas de barriadas y sectores de las tres circunscripciones; aumento de salario a los empleados públicos, a recolectores de basura y al cuerpo de bomberos; erradicación del partidismo y las prácticas y nóminas clientelistas; organización y mejoría en la recogida de basura con renegociación de los contratos con las empresas con las empresas recolectoras con ahorro de mil 300 millones de pesos para las arcas municipales; trabajo conjunto con el ayuntamiento al margen de partidarismos; y, como remate de una lista mucho más amplia una pulcra administración del presupuesto que le ha merecido ser tomado como ejemplo de transparencia a nivel internacional.
Ahora con más de un 80 por ciento de reconocimiento público y por sobre 70 y más de intención de voto si aspirara de nuevo al cargo, David Collado ha anunciado su decisión de no aspirar a la reelección sin exponer los motivos que la determinan, salvo que no tiene apego a la posición y que a los cargos se va para servir. Con su retirada, pierde la capital el mejor Alcalde que ha tenido, y que dejará como legado una obra ejemplar y un estilo de trabajo de obligada huella de futuro por donde deberá transitar su sucesor, cual que sea.
De esperar que no se retire de la vida pública. Gente como el hacen falta para adecentarla. Es figura joven con capacidad y arrestos, y con perfil y sobrado potencial presidencial. Nadie mejor para encabezar en el futuro el necesario liderazgo de relevo.