En la economía suceden cosas que a veces resultan curiosas. Como un efecto colateral del proceso de revaluación real del peso dominicano (abaratamiento relativo del dólar) que viene teniendo lugar desde hace muchos años (claro está, con excepción del período de inestabilidad que se vivió con la crisis de Banínter)  todas las variables económicas que son medidas en pesos, al ser traducidas a dólares para hacer comparaciones, se convierten en números bastante grandes. 

En virtud de que las variables en pesos suelen aumentar mucho por la inflación, en tanto que el precio del dólar se ha mantenido con poca variación, al convertirse a dólares dichas variables aparece un gran aumento de su valor. Así ha ocurrido con el producto per cápita dominicano, por ejemplo.

Pero eso sucede con cualquier variable, incluso generando un espejismo, una falsa sensación de riqueza. Una persona de clase media modesta, que en el 2004 tuviera un ingreso mensual de mil dólares, en pesos ganaba 41,240 pesos. Si ha logrado mantener su salario real intacto, pero sin progresar nada, en este momento debe estar ganando RD$61,622 al mes. Eso significa que su salario aumentó de 1,000 dólares a US$1,630 mensuales, pero sin que su nivel de vida haya mejorado un ápice.

Ese efecto se ve mucho más pronunciadamente si en términos reales también ha habido aumento. Por ejemplo, el valor corriente en dólares del PIB dominicano se ha multiplicado. En el 2004, año de moneda subvaluada, era de US$23 mil millones y en el 2010, con moneda sobrevaluada, fue de US$52 mil millones. Esto ha sido bien aprovechado por el Presidente de la República, en su eterna confusión de su mundo de ilusiones con la vida real, para proclamar en varias ocasiones que durante su gestión (de 2004 hacia acá) se han construido dos República Dominicana y media.

El gobierno también suele recurrir a ese tipo de rejuegos con otras variables. Por ejemplo, la deuda externa, cuyo cambio de denominación monetaria es innecesario, puesto que su expresión original es en dólares, se ha incrementado bastante. Pero como al PIB sí hubo que hacer la traducción, éste se incrementó más, de modo que, al ser presentada dicha deuda como porcentaje del PIB, ha bajado de 28.2% al 19.3%.

Obsérvese que eso no sucede cuando la expresión original de las dos variables es en la misma moneda, como la deuda interna y el producto. Por ejemplo, la deuda del Banco Central era un 9.9% del PIB en agosto del 2004, habiendo subido al 12.4% en diciembre pasado.

Por otro lado, también puede darse el caso de que una variable real haya disminuido, y aún así su valor en dólares haya aumentado  Algo así ocurre con los salarios. Mientras en términos de poder adquisitivo los trabajadores dominicanos han visto en los últimos años deteriorar sus salarios, sucede que al ser expresado el salario en dólares lo que han hecho es subir. Se plantea un escenario que, a diferencia de un juego suma cero (lo que gana uno lo pierde el otro), para los empleados y los patronos de los sectores productivos transables (agricultura, industria, zonas francas, turismo) se ha dado una especie de juego perder-perder.

Ambos pierden: el trabajador, porque no le importa la equivalencia en dólares, sino su salario real, es decir, su poder adquisitivo en moneda nacional. Y en el caso del empleador de los sectores expuestos a la competencia internacional, porque lo que importa es su valor en dólares.