A pesar de que las teorías evolutivas de Charles Darwin han sido aceptadas en todos los medios científicos del mundo, aún hay gente que no se cree eso de que las especies con el tiempo cambian y se adaptan a su entorno. Por ejemplo, el hombre no ha sido siempre tan buen mozo como el Brat Pitt, ni la mujer tan bombón como la Brithney Spears, sino que nuestros antecesores han sido hasta hace relativamente poco bastante más feitos, encorvados, torpes y peludos, y que poco a poco nos hemos enderezado, espabilado y embellecido hasta llegar a ser nada menos que estrellas de Hollywood, para así poder inventar el cine y el teatro.
De igual manera, el caballo desciende por evolución de un animal tan pequeño como un perro, pero que necesitó correr y crecer para poder sobrevivir a sus depredadores. Y si aún sigue escéptico, vea al dominicano de hoy día, especialmente de las clases menos adineradas. Fíjese bien en sus ojos y verá que son de muchísimo mayor tamaño que los hace sólo un par generaciones. La constante falta de luz y la necesidad de desenvolverse como sea en situaciones de apagones extremos durante horas y horas, días y días, años y años, son con toda seguridad los factores causantes del cambio.
Es muy posible que en un par de siglos más, como el problema de la electricidad perdurará hasta entonces, lleguemos a tener ojos tan agudos como los del águila, o quién sabe si poseeremos una docena de ellos repartidos por toda la cabeza, igual que algunas especies de arañas nocturnas. Si todavía sigue dudando de la evolución, fíjese en las orejas del dominicano actual, sobre todo las del lado derecho, notará que también son mucho más grandes que las de medio siglo atrás, cuando aún no se había popularizado el teléfono, y sobre todo, el celular.
De seguir comunicándose con tanta intensidad, frecuencia y duración, pronto desarrollaremos una cavidad en la parte externa del oído donde poder colocar el pequeño aparato, y una protuberancia en el lóbulo, a manera de micro trompa de elefante, con la que se podrá marcar sin tener que utilizar los dedos ni las manos tal como lo hacemos ahora.
Observe con cuidado otros órganos de nuestros conciudadanos y verá como siguen un proceso evolutivo irreversible. Nuestra lengua ya es más larga y afilada que antes, posiblemente de tanto inventar excusas y mentiras económicas para llegar con el escaso sueldo a fin de mes. Lo mismo sucede con las piernas, las actuales son más largas, ágiles y potentes para no ser presa de los numerosos e implacables acreedores que no dejan de perseguirnos a sol y a sombra. Los tímpanos se están reduciendo y endureciendo para poder resistir los salvajes ataques de los decibelios en las calles y los colmadones.
Si Darwin hubiera vivido en estos tiempos, estamos seguros que en vez de ir a las islas Galápagos, se hubiera quedado a investigar en Dominicana, casos curiosos e interesantes no le hubieran faltado.