DAR LA IMPRESIÓN

“A  veces da la impresión QUE algunos de ellos tienen un particular gusto por sonar como antiinmigrantes y prejuiciados”.

Inmediatamente debajo se declarará el fallo que se detecta en la oración transcrita al principio de esta sección a manera de ilustración.

“Impresión” en sí es un sustantivo de género femenino que acompañado del verbo “dar”, al formar la locución verbal “dar la impresión” se construye seguida de un complemento precedido de la preposición DE. Generalmente, el complemento que se menciona en la frase antes, es una oración subordinada introducida por la conjunción QUE. Ejemplo: “Me dio la impresión de que te aburrías con la conversación”.

Aun en los casos en que se hace acompañar con el verbo quedarse y la conjunción CON la proposición después de esta locución lleva la preposición DE. Ejemplo: “Me quedé con la impresión de que te habías perdido”.

A veces se auxilia de los verbos hacer o causar y en esos casos también debe introducirse la preposición DE en los casos similares a los estudiados más arriba.

Con estos tipos de locuciones, sobre todo con el verbo dar, lo que se logra o busca es comunicar una opinión o idea formada sobre algo. Es un equivalente de “parecer”.

El DPD sostiene que debe evitarse la supresión de la preposición DE en oraciones de la estructura antes descrita en el habla esmerada. Con mayor razón hay que evitar la negligencia en el español escrito.

SAVOIR *FLAIRSAVOIR FAIRE

“Todavía la televisión y el cine tienen mucho que hacer para reducir el consumo de drogas a su esencial degradación, de suerte que no pueda coexistir con la elegancia y el SAVOIR FLAIR que todavía parecen serles afín”.

En muchas ocasiones anteriores se ha escrito con relación a las frases y palabras extranjeras usadas en español. Se ha insistido cada vez en el cuidado que hay que observar para evitar incurrir en errores al escribirlas, o al utilizarlas.

Las formas adecuadas de reproducir las citas en idiomas ajenos al español a veces presentan problemas porque se les añaden a estas preposiciones que no constan en el original o, porque se escriben mal se deforman las voces de esos idiomas. En la cita al principio de esta sección hay un ejemplo patente de un descuido de estos.

Savoir-faire es una expresión invariable compuesta de dos verbos. En francés la escriben con un guion entre los dos verbos, así: savoir-faire. Se la considera de género masculino. Para los franceses vale para expresar la habilidad que se tiene para triunfar en lo que se emprende; para resolver problemas prácticos; es la competencia o experiencia en el ejercicio de una actividad artística o intelectual. En francés también se usa para traducir el know how del inglés. Esto hay que tenerlo bien en cuenta cuando se hacen traducciones.

En español se utiliza la frase para informar que la persona a la quien se le aplica “sabe conducirse, tiene maña, actúa y se comporta adecuadamente”. Téngase en cuenta que son tres significados relacionados y que no debe retenerse para una persona que reúna las tres cualidades. Se dice de alguien que tiene el don de gentes. Es una persona que tiene el talento para conducirse con corrección; que tiene confianza en sí mismo; que posee tacto. Tiene el sujeto la aptitud para expresarse o hacer las cosas que se propone.

Una vez agotado el asunto concerniente a savoir faire se está en la obligación de terminar con la explicación acerca del flair que se le deslizó al columnista. Esta voz del inglés se reserva para describir una aptitud especial, un instinto. Indica en inglés que la persona tiene una capacidad instintiva para apreciar o hacer buen uso de algo, es talentosa.

No puede aceptarse que se mezcle el francés con el inglés cuando se escribe en español, sobre todo, en los casos en que trata de una frase consagrada por el uso. En casos como este no se permite improvisar.

SEGURO

“Estaba casi seguro QUE el alcalde de Miami Dade iba a darnos un ejemplo de integridad y valentía política la semana pasada”.

Cada vez con mayor frecuencia se encuentra el lector ante una información o un artículo en el que se omite la preposición DE. Este tipo de omisión no hay que tomarlo a la ligera.

Cuando un mensaje de esta suerte proviene de una pluma respetada por sus opiniones lo que se consigue es fomentar malos hábitos de escritura. Ha de tenerse en cuenta que en muchos casos no se trata sencillamente de una opción. El buen uso ha conseguido en muchas hipótesis, como esta,  imponer la intercalación de la preposición antes de la conjunción.

El columnista en la oración de la cita peca de ligereza al no escribir la mentada preposición en su redacción. Las obras acerca de estilo y buena redacción enfatizan el hábito de colocar la preposición en un caso específico como este.

El Manual de estilo de Fundéu, en línea, deja muy claro que en algunos sustantivos exigen que la oración a la que complementan vaya precedida de la preposición DE. Con respecto de “estar seguro”, ese manual expresa que “estar seguro” cuando equivale a “no tener duda sobre una persona o cosa” debe llevar la preposición como se ha explicado antes.

Hay que estar contestes en que no se trata de una falta mayor al código de comunicación común; sin embargo, puede que empañe un artículo que en su composición general obedece a un mensaje de cultura, redactado de acuerdo con una norma adecuada.

COLATERALIZAR

“. . .vamos a pagar varios aumentos de las tarifas que cobra el Departamento de Alcantarillados. Las vamos a pagar a fin de COLATERALIZAR la emisión de más de 4 mil millones de dólares en bonos. . .”

En esta parte de los estudios consagrados a la lengua viva se centra la atención sobre el verbo que se ha resaltado en la cita que sirve de ejemplo para estos comentarios.

El verbo colateralizar no se ha encontrado con frecuencia en la lengua escrita. Por esa razón, su infrecuencia, se trae a estos exámenes de temas relacionados con el idioma escrito.

La palabra -adjetivo y sustantivo- colateral ha cobrado notoriedad en los últimos tiempos, sobre todo como consecuencia de uno de sus significados. Se alude aquí al valor de “secundario” con que se utiliza este término.

En  esta sección se estudiará acerca de la posible validez del verbo del título, así como de la vigencia del vocablo colateral en español, sus aplicaciones y procedencia.

Como tantos otros vocablos, el verbo en cuestión solo logrará su entrada en los diccionarios si el empleo de este se hace de manera continuada. En algunos de los aspectos que abarcan el adjetivo y sustantivo colateral puede resultar posible que se utilice el verbo. En otros se piensa que eso no es posible. Esto es algo que podría retrasar su admisión en los diccionarios. De lo expuesto más abajo se dilucidará esto con mayor precisión.

Además de aceptarse la voz colateral como válida para expresar algo que es secundario, se entiende por ella que es lo que resulta o se deriva de otra cosa principal. Colateral es también el pariente de otra por un ascendiente común pero no por la línea directa de padres a hijos. De alguna manera, esto es una parte de lo que hace pensar cuán difícil resulta la aplicación del verbo.

El uso más frecuente de colateral es cuando se habla o escribe acerca del “daño colateral”, que según Fernando A. Navarro en su Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina, no es más que un eufemismo acuñado por el Pentágono durante la I Guerra del Golfo (1991). De la jerga militar el eufemismo pasó a la jerga médica “para referirse a los efectos secundarios o reacciones adversas que son previsibles e inevitables para conseguir un efecto terapéutico determinado”.

Acuñar un término es algo que ocurre con pertinencia cuando se produce un fenómeno nuevo. Quien consigue esto lo introduce con propiedad por la novedad del fenómeno. Otras circunstancias en que se meten nuevas voces a los idiomas se producen en el campo de las ciencias al descubrir, inventar o crear algo nuevo. Algunos grupos humanos nombran con una voz vieja o inventan una nueva palabra para alguna de sus actividades. Eso es lo que sucede en el caso de los jóvenes que continuamente están añadiendo nuevas denominaciones en el diario vivir.

HAMACA

Desde el principio hay que advertir que no se trata aquí de crítica alguna con respecto de esta voz del español. Esta se introdujo en el español peninsular y debe su origen al nombre taíno de las camas colgantes que observó Cristóbal Colón en su primer viaje.

Colón consignó en su Diario del Primer Viaje por primera vez el vocablo el 3 de noviembre de 1493. Todavía en algunas zonas rurales de la República Dominicana los habitantes pronuncian el nombre de la cama colgante con una aspiración de la letra H. El famoso etimólogo Joan Corominas sitúa la aparición de la voz taína en español en el año 1519. Consigna ese estudioso que derivados de esa voz son hamaquear y hamacar.

La definición de la hamaca ha variado muy poco con el tiempo en el Diccionario de la lengua española de la RAE. La ventaja que reconocieron los europeos en este tipo de cama es que permitía y permite que las personas puedan llevarlas consigo en sus viajes sobre el lomo de un animal o sobre sí mismas.

Otra ventaja es la de no tener que estar en contacto con la tierra y evitar que los insectos tengan acceso inmediato con el cuerpo de las personas. En el trópico evita la hamaca el contacto con la humedad, sobre todo de la frecuente lluvia.

Ha de tenerse en cuenta que si bien es cierto que la primera definición de la hamaca retenía que esta era una cama, no es menos cierto que en algunos países americanos llaman con este nombre a una especie de columpio que suele tener un armazón compuesto de asiento y respaldo graduables.

La palabra hamaca ha ayudado a crear un verbo que es hamaquear(se) (jamaquear/se) que corresponde a mecer(se). En República Dominicana este verbo indica “golpear o sacudir”. Puede utilizarse para ejercer la acción sobre cosas o personas.

El derivado hamaqueo (jamaqueo) puede referirse a una vibración o sacudida resultado de una acción humana externa o de un movimiento telúrico. Las cosas y los objetos pueden también tener un hamaqueo cuando trasmiten la vibración a las personas. Otro derivado de la hamaca es el hamaqueón (jamaquión) que es una sacudida o vaivén fuertes o bruscos. La hamaqueada (jamaquiada) es el zarandeo que se da a una persona.

La palabra hamaca ha pasado a muchos idiomas extranjeros para designar la misma cama colgante que encontraron los europeos por primera vez en las islas conocidas más tarde con el nombre de las Antillas. En francés es hamac; en inglés es hammock; en italiano es amaca; en alemán es Hängematle; y en portugués maca.