Las recientes declaraciones de Leonel Fernández sobre los resultados del congreso del PLD, para elegir los nuevos miembros al comité Central, en el sentido de que: “no ha habido ni vencidos ni vencedores”, ocultan una compleja relación de rencores, enfrentamientos, pero sobre todo de afinidades, entre este y el actual Presidente Danilo Medina. Resulta también simplista, atribuir que Danilo Medina, ha salido fortalecido por haber sacado una mayor cantidad candidatos leales al Comité Central de su partido.
Para tener una clara comprensión de lo que ha pasado en las elecciones del Congreso del PLD, hay que entender sus resultados más allá de la lógica tramposa “de vencidos y vencedores”. Lo que a todas luces se ha evidenciado es el fin del PLD como un partido de liderazgos únicos, ahora más que nunca, atraviesa un proceso de homogenización de prácticas perversas, de desmesura y mercantilización brutal de la política. El marco de la lucha internase produce en un contexto, sin ningún sentido ético, con el agravante de que todo esto se desarrolla dentro de una maquinaria compleja que mezcla política y negocios, las apetencias de poder y dinero, han desatado una espiral infinita, de consecuencias impredecibles para esa organización. A partir de ahora aunque el comité político del PLD siga conservando el poder, en lo adelante los conflictos tendrán otro sentido, y el carácter monolítico que se exhibe como triunfo interno y diferenciación del PRD, comenzara a erosionarse ante un estilo de dirección cerrado y autoritario, que no será posible mantener en estas nuevas circunstancias.
En el año y medio de gobierno de Danilo Medina, su mayor logro fue producir un imaginario virtual sobre la base de una propaganda desmedida – incluso superior en calidad y recursos a la de Leonel Fernández- , para mostrar que él es diferente a su antecesor, con un perfil de un ejercicio gubernamental cercano a la ciudadanía. Personalizando de este modo un supuesto conflicto, que le permite hábilmente conservar intacto el sentido monolítico de la Corporación PLD y atraer al mismo tiempo sectores de la sociedad civil.
En las primarias del PLD del 2007, en las que Leonel Fernández gano un 70 a 30, hubo un uso descomunal de los recursos del Estados, los camiones del Plan Social de la Presidencia recorrían a la vista de todos el país, repartiendo cajas de alimentos, las vallas y la propaganda en los medios de comunicación, daban cuenta de una desigualdad y una falta de equidad abismal entre el Candidato Presidente de ese entonces, Leonel Fernández y el aspirante Danilo Medina.
Con los triunfos de Leonel Fernández como candidato a la presidencia de la Republica en 2008, del PLD en las elecciones de medio término en 2010 y de Danilo Medina en 2012, la práctica de la desmesura en la competencia electoral se constituyo en un paradigma determinante para el PLD poder ganar el poder, se estableció una constante entre los procesos electorales y el déficit fiscal, convirtiendo nuestra débil democracia dominicana en una verdadera autocracia electoral.
El gran trauma electoral nos lo causo el PLD en el 2012, con la utilización del déficit fiscal de 205, 000,000.00 millones de pesos, de los cuales gran parte fueron usados en la campaña electoral para llevar a Danilo Medina a la presidencia.
Si algo ha cumplido Danilo Medina a cabalidad en el tiempo de su ejercicio de gobierno es el pacto de impunidad, contraído con Leonel Fernández, se negocio el poder, con el compromiso de que el déficit fiscal nunca seria develado y tampoco los corruptos del PLD serian sometidos a la acción de la justicia.
Lo que la sociedad dominicana ha observado y debe analizar con profundidad es que entre Danilo Medina y Leonel Fernández, no hay diferencias sustanciales. Los griegos consideraban que el peor defecto de la acción humana era la hybris, formulada en la desmesura, como voluntad ebria de sí misma, en el orgullo de estar convencido de que todo es posible, como afirma Tzvetan Todorov en su Libro: Los Enemigos Íntimos de la Democracia. Esta hybris se encuentra atornillada profundamente entre los dos principales líderes del PLD.
Danilo Medina, nos ha mostrado en las elecciones de los miembros del Comité Central de su partido, su cara de político ambiguo, donde no se sabe cuáles son sus rencores, ni su verdadero rostro. Ha sido Capaz de montar una poderosa maquinaria clientelar sobre el uso de los recursos del Estado, tomando como eje los gobernadores provinciales y los directores de las dependencias oficiales para enfrentar los senadores leonesitas, que esta vez han sido abatidos. Se habla de cifras millonarias empleadas en estas primarias internas, el descaro más evidente ha sido el del director de Consejo Estatal del Azúcar que para ganar su puesto en el Comité Central, emitió una cantidad extraordinaria de cheques emitidos por esa dependencia estatal. Hubo intercambio de disparos a un senador de Moca, un muerto, el presidente de la comisión electoral – connotado leonelista- haciendo uso de su tradicional autoritarismo saco violentamente del centro de cómputos a seis digitadores, que supuestamente alteraban el resultado de los cómputos, las dos corrientes bajaron a la militancia listas cerradas con sus candidatos favoritos , se altero el padrón electoral, todavía a una semana de la contienda interna, no se tienen los resultados electorales, y lo peor de todo es que ese montaje que se ha querido presentar como democrático, lo único que hizo fue perpetuar la actual dirigencia de ese partido como una verdadera oligarquía de hierro.
Se ha puesto de manifiesto que el PLD es un partido desorganizado, una organización donde no priman los principios democráticos y no se respetan los derechos de la militancia. Por el contrario, el recién pasado congreso fue un vulgar ejemplo de la mayor expresión del mercantilismo de la política dominicana.
En la Corporación PLD, lo determinante es la continuidad del poder, la oposición Danilo-Leonel, hay que situarla como algo irrelevante. Las componendas y los acuerdos de aposentos, serán decisivas para seguir imponiéndonos una autocracia electoral, que nos puede conducir a una dictadura de partido único.
La elección de los miembros del PLD, ha sido un grotesco espectáculo, que debería leerse sobre todo como antesala de las elecciones del 2016, para elevar la conciencia ciudadana de los peligros que representa la continuidad de ese partido para la democracia dominicana.
La imagen de Danilo Medina ha quedado afectada, al cambiar su rostro templado y moderado, que exhibe en sus visitas sorpresas y sus apariciones públicas, por la desmesura y las perversidades desmedidas, utilizadas en un proceso donde sin ningún tipo de escrúpulos, sus funcionarios y partidarios se enlodaron con la utilización de los recursos del Estado.
En esta ocasión el Estado ha vencido tanto a Danilo, como a Leonel, ambos se han deteriorado profundamente con sus prácticas mercantilistas y patrimonialistas, mostradas sin rodeos en el Congreso de su partido. Lo cual podría tener consecuencias significativas para el actual Presidente seguir manteniendo el “encantamiento” que mantiene en una parte de la sociedad civil dominicana.
Leonel Fernández, si bien no es un cadáver político, más bien parece un zombi, aunque está muerto, sigue apareciendo entre nosotros, ha perdido mucha credibilidad en la sociedad dominicana y su imagen está profundamente afectada a nivel internacional, no aumenta en las encuestas de opinión y mantiene una alta tasa de rechazo. Todavía no puede subestimarse políticamente, ha acumulado grandes recursos económicos y controla las altas cortes y parte importante del congreso. Danilo Medina, podría entrar en una peligrosa pendiente al exhibir las mismas prácticas que le derrotaron en las primarias de su partido en el 2007.
La síntesis que hay que sacar de todo esto es que Danilo y Leonel han sido los grandes perdedores de esta contienda interna de su partido. Paradójicamente en esta ocasión el Estado o más bien la apetencia desmedida de poder los ha derrotado a los dos, la sociedad dominicana le sacara las cuentas, por esta atroz muestra del uso de los fondos públicos, y de un ejerció político carente de ética y sentido democrático.