De nuevo aparecemos deshonrosamente en las noticias con un titular que ha recorrido el mundo: ‘suspenden elecciones municipales en República Dominicana’.

Lo peor es que nunca sabremos con certeza lo que pasó, pues tenemos un Estado cautivo por un solo partido, y la ley solo se aplica a los chiquitos, o a los que no tienen un diputado, un general, o un ministro del gobierno que los defienda. En los países donde la democracia funciona hay una fiscalía independiente para investigar con objetividad, y al final ofrecer los resultados a la población, o, en su defecto, habría un poder legislativo como contrapeso al poder ejecutivo, y que intervendría hasta hallar a los culpables, pero, nada de eso va a suceder en RD, y dentro de un año esto será una nebulosa que pasó, como tantas otras, sin que nadie la pueda explicar.

Los datos que he ido archivando en la memoria sobre este incidente me permiten sacar algunas conclusiones. En primer lugar, el tollo tuvo que haberse originado dentro de la misma Junta Central Electoral, aunque no necesariamente desde sus máximas autoridades, las cuales pudieron haber sido sorprendidas en su buena fe, y es probable que el fallo se encuentre en las posiciones intermedias, la mayoría de las cuales fueron entregadas a conocidos cuadros del partido oficial. En segundo lugar, las informaciones recibidas hasta ahora revelan que las fallas afectaban a la oposición y beneficiaban al partido oficial, y en ningún caso he escuchado lo contrario. En tercer lugar, las informaciones al momento de la suspensión reportaron una ventaja arrolladora de la oposición, incluyendo Santiago, uno de los pocos lugares donde se daba por vencedor al candidato oficialista. En cuarto lugar, los mercadólogos del partido oficial le habrían advertido que una derrota en las municipales les cerraba el paso para las nacionales, y por eso había que ganar ahora, sin importar los medios que se utilizaran. En quinto lugar, solo desde el poder se pueden mover los resortes para una jugada maestra como la que se ha hecho, y esta hipótesis se corrobora porque el actual gobierno se ha caractererizado por meter incondicionales en todos los nichos del Estado.

Estos datos provocan una desconfianza legítima en la población, pues ahora resulta difícil creer que Gonzalo realmente ganara las primarias, y el tema de los ‘algoritmos’ de repente se torna creíble, y se confirma que son realmente posibles, y que se pueden jacquear las copmputadoras, y si se hizo contra los de su propio partido, nadie puede dudar que se haga contra los partidos contrarios.

El presidente Danilo merece todo el respeto de la población, y es posible que sea inocente de cualquier intención de fraude, pero este tollo electoral debe tener algún autor intelectual, y como es difícil atribuírselo a la oposición, la principal sospecha cae sobre el presidente de turno, y esto lo invalida para ser gran árbitro nacional en medio de las elecciones. 

Lo que debe hacer el Presidente, y lo que sucedería en cualquier país civilizado, es su relevo pura y simple del Poder Ejecutivo, por lo menos mientras dure el proceso electoral.