Aun en medio de la discusión nacional que ha provocado la controversial sentencia del Tribunal Constitucional sobre el status de los nacidos en el país y que son descendientes de haitianos, hay un asunto de palpitante actualidad que, sin duda, encaja como una discusión nacional de mayores dimensiones.

La economía doméstica, por más que se quiera disimular, está inmersa en una especie de recesión. En la calle es notorio que hay una baja muy notoria en el circulante, las grandes plazas lucen con menor proporción de visitantes, pero mucho menos aun cuando se habla de clientes.

Por donde quiera que uno se mueve siente que hay un malestar entre la gente, que a viva voz dice que la situación “está muy difícil”. Es algo que arropa amplios colectivos.

Y pese a todas las inconformidades, y tantas otras que no se pregonan en la prensa, el Presidente Danilo Medina tiene una envidiable aceptación de la población en cuanto a popularidad, que se dice pasa del 80 por ciento. Pero, su Gobierno de conjunto no goza ni siquiera de la mitad de esa simpatía.

Son tiempos en que el circulante se siente lento, y cuando un alto número de negocios registra baja en la afluencia de sus clientelas, o simplemente que estos han colapsado

Los reclamos, de toda índole, dominan el escenario. Propietarios de talleres, colmaderos, vendedores ambulantes, dueños y empleados de tiendas, de restaurantes, choferes de carros públicos, usuarios de éstos, y personas que administran negocios particulares coinciden en afirmar que en los últimos meses el consumo ha registrado un considerable descenso.

A nivel de la clientela de colmados y otros establecimientos, hay quejas por las constantes variaciones en los precios de los productos de primera necesidad. La especulación es un tema dominante en todo esto. Y nada o muy poco hacen las autoridades.

En establecimientos ubicados en sectores populosos y de clase media la unidad de plátanos llega a costar en estos días hasta 15 pesos; un huevo $8; una libra de arroz se llega a vender hasta en 30 pesos; un cartón de leche 60 pesos; un botellón de agua 65 pesos, etc., etc.

En esos sitios la inmensa mayoría de la población se ve obligada a comprar en colmados, día por día, porque sus ingresos no le permiten acudir a supermercados. Esto da lugar a la economía del ‘menudeo’, tan popular en barrios de la parte alta de la Capital y otros conglomerados urbanos y rurales.

A eso se agregan los reclamos por las continuas interrupciones en el servicio eléctrico y las contrariedades que se suceden con miras a evitar que haya soluciones a corto, mediano o largo plazos en ese imprescindible sector, y lo que representa para la buena marcha de la economía.

Otro detalle que refleja que en el país la situación económica no está del todo bien está en el hecho que en muchas sucursales de bancos la afluencia de público se ha visto reducida en forma considerable.  Otro ejemplo ha sido la baja presencia de seguidores del béisbol profesional en los distintos estadios con motivo del inicio del presente torneo.

A pesar de todos estos inconvenientes, desde hace rato que tenemos aspirantes a candidatos presidenciales por docenas, algunos de ellos “peinando” cada fin de semana el país en contacto precisamente con gente menesterosa que solo son útiles en tiempos electoreros.

Sectores organizados, como el Colegio Médico, la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), los profesionales agrícolas, las enfermeras y otros han escenificado protestas exigiendo reajuste salarial.

Esas protestas han llegado hasta las puertas del Palacio Nacional. Los guardias y policías no se lanzan a protestar públicamente porque no les está permitido. Pero a nivel interno las quejas no cesan entre ellos.

Esperamos no vuelva a repetirse el saldo de cuatro muertes, incluido un jovencito de apenas 12 años, decenas de heridos y apresados que dejaron las recientes protestas en Santiago, San Francisco de Macorís, Navarrete, aparte de otras comunidades del interior.

En lugares de gran concurrencia, entre contertulios se escuchan resabios y palabras descompuestas contra las ejecutorias del Gobierno, y en ocasiones contra alguna autoridad en específico.

Sin duda que ello tiene mucho que ver porque estos son tiempos en que el circulante se siente lento, y cuando un alto número de negocios registra baja en la afluencia de sus clientelas, o simplemente que estos han colapsado.

Servidores públicos y privados ansían que llegue el día en que se les pueda reajustar sus salarios, porque lo que devenga la inmensa mayoría se les diluye sin ni siquiera adquirir lo indispensable para vivir.

Hace una semana el Gobierno anunció que aplicará un 10% de aumento salarial a los médicos, enfermeras y todo el personal que labora en Salud Pública y el Seguro Social, efectivo a partir de enero de 2014, con una erogación de RD$2,511 millones. Pero hay un sinnúmero de sectores profesionales y técnicos que esperan.

El Presidente Medina dijo el pasado martes, en una reunión con dirigentes sindicales que para un reajuste de salarios vía presupuesto de 2014 su gobierno ha tomado en cuenta a los agrónomos, guardias y policías, y que se buscaría una solución a los empleados que devengan un salario por debajo de lo que deberían estar cobrando en la actualidad.

No hay duda, la popularidad de Danilo depende en gran medida de lo que haga o deje de hacer en beneficio de las grandes mayorías nacionales, entre las que están los asalariados del sector público. Y eso es parte de su famosa consigna de “corregir lo que está mal”.