El resultado de las elecciones confirma lo que cualquier observador de la política dominicana se esperaba: un rotundo triunfo de Danilo Medina. Claro está que la oposición política no podía perder la esperanza, y trataba de difundir la idea, que ni ellos mismos creían, de que podían superar el tirón electoral del presidente Medina.

Obviamente, hay que pensar que esos mensajes iban dirigidos a los votantes, ya que ningún político con dos dedos de frente, salvo que hubiera perdido el sentido de la realidad, podía esperarse otro resultado, porcentaje abajo o arriba, que el que prefiguran las boletas contadas.

El argumento empleado ahora por la oposición de un fraude masivo, a través de la compra de voto y del clientelismo, les sirve de excusa para no hacer un análisis más profundo, que pondría en muy mal lugar a su panoplia de asesores políticos, estrategas de comunicación, electorales y todo el equipo –normalmente pagado extraordinariamente bien-, que suelen hacer su “mayo” con el negocio del mercado electoral.

Como es habitual en un país tan rendido a todo lo extranjero y tan despectivo y minusvalorador de los valores nacionales, parte de esos asesores provienen de otros países, aunque bien podrían encontrarse entre los talentos dominicanos magníficos asesores.

Siempre y cuando se les pidiera objetividad en el análisis de los datos y en las recomendaciones más factibles según las circunstancias, y no, el tacticismo oportunista que consiste, las más de las veces, en nunca contradecir a quienes les pagan. Si actúan así, más que asesores son servidores, sirvientes bien pagados, pero subalternos al fin.

Hay situaciones en que, ni los expertos más relevantes, ni los asesores con más talento, aunque insistan en recomendar algo en contra de lo que piensan sus empleadores, pueden cambiar la realidad. No siempre la oferta de un producto, por más mercadeo que se haga y más publicidad que se coloque, puede suscitar una demanda que sobrepase unos determinados límites. En política no hay milagros.

Vencer a la maquinaria creada  por Danilo Medina desde hace más de veinte años –con sus cambios, deserciones y reubicaciones-, era realmente muy difícil. En materia electoral el PLD de Danilo Medina es una máquina bien aceitada, que ha sabido mantener algo esencial en política: una unidad de acero.

Aunque surjan conflictos internos y disputas de poder, hay una regla que ha aplicado el PLD y que le lleva a la victoria electoral: que para ganarse a los votantes hay que presentar un partido unido que transmita la imagen de que puede gobernar con cierta eficacia y estabilidad. Aparte de todas las demás triquiñuelas, incluida la tradicional compra de votos, dádivas  y etc.

La oposición más que dedicarse a poner en duda todo el entramado electoral, lo que le llevaría a renunciar a sus senadores, diputados y regidores electos, por razón de coherencia. ¿Sólo no se ha hecho fraude donde la oposición gana, o, allí también? Lo que deben analizar es si determinadas decisiones no les han restado arraigo en la ciudadanía: pienso, por ejemplo, en no tener un programa económico y social progresista realmente alternativo que tenga en cuenta a los trabajadores y emprendedores dominicanos.

También, en no haber sabido defender con firmeza la posición del Estado Dominicano ante las intromisiones neocoloniales de organismos internacionales, como la realizada por el secretario general de la OEA con sus delirantes declaraciones en suelo patrio, y no ponerse de acuerdo con el Gobierno Dominicano ante cuestiones que están por encima de la política politiquera, como es la inmigración masiva irregular y su solución acorde con los Derechos Humanos pero también con el derecho de los dominicanos a defender su espacio vital y laboral.

Por último, ¿alguien se ha puesto a pensar en la proliferación de “hijos de papá”  en la candidatura a la presidencia en las filas de la oposición? Danilo, Guillermo Moreno y Hatuey, son los únicos que no vienen a la política como “herederos de”, sino como políticos hechos a sí mismos. Todo el mundo tiene derecho a presentar su candidatura pero a los que somos demócratas,   igualitarios, progresistas y nacional-populares, nos preocupa esa nueva tendencia oligárquica en la política dominicana. (Torrelodones18/05/2016)