El presidente Danilo Medina, 69 años, recorre el último año de su segundo cuatrienio en Palacio (2012-2016/2016-2020) sin mayor desgaste, con mayoría en los organismos decisorios del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y en el Congreso, y acosado por su equipo político élite –al menos desde los medios– para que se embarque en una segunda reforma constitucional habilitante de su repostulación, o apadrine a un emergente de los suyos.
Parece, sin embargo, que el diestro político de la sureña comunidad Arroyo Cano, provincia San Juan se decantaría por el camino menos espinoso: lograr su rehabilitación para 2024 cuando solo tendría 72 años de edad, porque la otra opción implicaría un daño irreversible a su historial político y al partido que ayudó a fundar.
Si se lo propusiera, Medina lograría con relativa facilidad otra reforma para legalizar su candidatura de cara a las elecciones de mayo de 2020, pero las probabilidades de éxito en la batalla final frente al Partido Revolucionario Moderno (PRM) se distanciarían de las registradas el 15 de mayo de 2016 cuando –según el acta de proclamación de la Junta Central Electoral– obtuvo el resonante 61,7% en primera vuelta. Peor si fuere un “alita corta”, como llama el comentarista Delis Herasme a los aspirantes minoritarios.
En 2015, año pre-electoral, el poder legislativo en sesiones relámpagos modificó la carta magna para avalar al candidato Medina, pero introdujo el transitorio vigésimo que lo “inhabilita de por vida”. Consigna que “en el caso de que el Presidente de la República correspondiente al período constitucional 2012-2016 sea candidato, no podrá presentarse para el siguiente período ni a ningún otro período, así como tampoco a la Vicepresidencia de la República”.
Tal reforma fue parida por una ácida reunión del Comité Político, celebrada a media mañana del 19 de abril de 2015 en Metro Country Club, de la comunidad turística de Juan Dolio, al Este de la capital, como solución a una confrontación entre las corrientes danilista y leonelista. El expresidente Leonel Fernández corría como pre-candidato con todas las posibilidades de ganar las internas, pese a una bestial campaña sucia que lo presentaba como aliado del narcotráfico vía el confeso capo Quirino Paulino Castillo. Se trata de un excapitán del Ejército y miembro del PRD extraditado por el mismo Fernández (2004-2008) en diciembre de 2004 a Estados Unidos donde fue condenado a diez años de cárcel por pertenecer a una organización internacional que introdujo a ese país toneladas de cocaína. https://es.wikipedia.org/wiki/Quirino_Paulino.
Ante un Medina frenado por la Constitución, Fernández, tres veces presidente de la República y presidente del PLD, ha salido al escenario otra vez con un grito de guerra: “E pal 20 que vamos, no hay vuelta atrás”. O, “Bajo cualquier circunstancia, e pal 20 que vamos”. Pero también ha resurgido Quirino, agitado, entre otros, por el precandidato presidencial perremeista, expresidente Hipólito Mejía, quien ha admitido que visitó al exconvicto para averiguar sus vínculos con Fernández.
Pero, en esta ocasión, lejos de erosionar al exmandatario, la táctica ha contribuido a victimizarlo. Las encuestas muestran a un LF revitalizado, sin contendores internos con posibilidades de ganar en las primarias y de salir airoso en las nacionales del próximo año, si Medina le reciproca el apoyo total que éste le dio en la campaña de 2015. Son meros aspavientos de interesados la estrambótica propuesta de un tercer candidato apoyado por Medina y Fernández. Coincide con el deseo de la oposición que, ante una amplia franja de peledeistas y simpatizantes desencantados, se colaría fácil entre las “piernas”.
Hasta ahora, el partido morado parece que ganará por sexta vez en primera vuelta, a menos que se produzca una división entre sus líderes. División anhelada por el opositor PRM, que ha gastado casi todas sus balas en busca afanosa de tal objetivo, aunque, tal vez, se le ha hecho tarde en la implementación de otras estrategias que contribuyan a su crecimiento más allá del 34.98% del proceso pasado.
SIN VOCACIÓN SUICIDA
La organización blanquiazul se ha pasado parte del tiempo jugando a la división del adversario. Lo evidencia el trato tibio o el ensalzamiento al presidente Medina, y la actitud impiadosa frente al presidente del partido morado, reflejada en los discursos de sus actores mediáticos de presión. En la coyuntura se manifiesta un Medina poco desgastado y un Fernández victimizado y revitalizado por el martilleo de ataques sin evaluación de efectos. Es decir, los dos muy fuertes como para no ser batidos en una contienda, salvo que ocurra una división. Hasta ahora, a esas fichas moradas del tablero político vernáculo, no se les conoce vocación de suicidas.
El tradicional PRD, desde su fundación en 1939, en La Habana, ha sufrido cuatro divisiones de las que han salido seis partidos políticos, uno de ellos el PLD, fundado en 1973 por el expresidente Juan Bosch.
https://www.diariolibre.com/actualidad/el-prd-ha-sido-vctima-de-conflictos-internos-JLDL217428.
En 1996 el PLD ganó por primera vez las elecciones presidenciales con Leonel Fernández como candidato. Pese a su exitoso gobierno, en las siguientes perdió del PRD, que llevó como candidato a un Hipólito Mejía y logró capitalizar el voto solidaridad del fenecido líder de masas José Francisco Peña Gómez (10-5-1998). Pero volvió al Palacio de la Moisés García en agosto de 2000, hasta la fecha: LF, dos cuatrienios; DM, 2008 hasta el presente.
Parece que han leído muy bien la experiencia de su única derrota electoral. Hasta ahora.