La historia se alimenta cual árbol en proceso de florecimiento de la savia de las conciencias más elevadas, la humanidad necesita un salto cuántico, un despertar verdadero. Dicho salto no se encuentra en ningún sistema de ideas, ni mucho menos puede estar anclado en la imposición de la voluntad de unos pocos contra la gran mayoría, el mismo deberíamos de experimentarlo todos, la vida nos va planteando cuestiones existenciales que pesan cada vez más en nuestras ansias de alcanzar la realización espiritual de nuestros seres.

El Pueblo de La Dominicana ha de tocar su nota fundamental en este cambio de época que estamos viviendo, no podemos continuar con una venda puesta en nuestros ojos, galopando sin rumbos, dando palos a ciegas en las tinieblas a la que nos tiene sometido la ignorancia, el camino a seguir se encuentra muy dentro de nosotros mismos, alojado en una diminuta fuerza que impulsa la vida, nuestro nódulo sinusal, el mismísimo cerebro de nuestro corazón.

Desde ese diminuto tejido biológico que une lo cósmico y divino con la fuerza de la vida que nos anima partiremos hacia una nueva manifestación de nuestra humanidad, trascenderemos todas las fronteras que nos impiden ser quienes en verdad somos y seremos capaces de lograr lo inalcanzable según la mente convencional.

El Gobierno del Presidente Medina está siendo dirigido por una fuerza de amor que ha sido capaz de entronizarse en seno mismo de los desposeídos para avanzar hacia la emancipación definitiva de nuestro glorioso pueblo. Un gobernante regido por la fuerza de su nodo cardiaco, realizando la inmensa obra de conducir sus acciones acorde con las descargas eléctricas de su corazón, es ahora en estos tiempos una de las más grandes bendiciones con la que pueblo alguno pudiera contar.

Esa fuerza cardiaca espiritual no sirve a causas sectoriales o personales, no responde a ideologías ni presiones internas o externas, sino que es el producto de un impulso mayor conectado por las avenidas cuánticas del cosmos a un vórtice de energía radiante al cual estamos sincronizados todas las humanidades del universo. Las batallas abundan en su mente, la fuerza de un sentimiento puro es la única capaz de conducirlo a la victoria.

El pueblo percibe la diferencia, siente la energía de la vida fluyendo a través de su mandato, una fuerza desconocida por ahora por la gran mayoría de nosotros, pero no por eso inexistente, no es religión, es conciencia superior revelándonos las fuerzas arcanas de una nueva civilización fundamentada  en la sublimidad del amor. Es el reino de la armonía, del equilibrio, que lucha por instaurarse en nuestras almas, reinar desde nuestras conciencias para el cambio imprescindible.

El corazón de nuestro Presidente Danilo Medina guiando sus decisiones, es la última esperanza del actual sistema de reformarse y adecuarse al ritmo que demandan los tiempos complejos que vivimos, su ritmo marcaría el paso de nuestro pueblo hacia dimensiones superiores de gozo y felicidad. Que el Padre Celestial le continúe infundiendo el valor para dejarse guiar por  la inmensidad de su corazón.