En el “plano teórico” del sistema probatorio procesal penal, el imputado –persona a quien acusan- debe ser “tratado como inocente hasta que las pruebas válidamente aportadas y llevadas al proceso digan lo contrario” por lo que, para la acusación lograr “romper con este estado de inocencia”, estos elementos probatorios deben ser “suficientes, concordantes y no contradictorios entre sí”, además de que no pueden dejar lugar a dudas, ni siquiera pequeñita, sobre la culpabilidad, pues cualquier duda que surja deberá beneficiar al justiciable. Aunque en “la práctica” no es así, más bien es todo lo contrario.

Ahora, si extrapolamos estos conceptos al campo político nacional, habría que otorgarle al juramentado Presidente de la República, Licenciado Danilo Medina, el “beneficio de la duda” y esperar prudentemente sus primeras ejecutorias para verificar si hará un “gobierno ético” –como ha dicho- que fortalezca nuestras casi inexistentes instituciones, luche frontalmente contra la corrupción –que no ha tenido puertas donde detenerse-, ataque la pobreza y el analfabetismo y aumente los niveles de seguridad en nuestras calles (entre otras cosas), todo esto controlando el gasto público y el endeudamiento externo.

Personalmente lo dudo, de buenas intenciones esta empedrado el camino del infierno, creo que el nuevo Presidente está atado de pies y manos por sus predecesores en el “carguito” y que, como en la “realidad” del Derecho Procesal Penal la práctica se impondrá a la teoría, y será diametralmente opuesta al discurso de toma de posesión. Incluso ya tuve la primera decepción con el gabinete.

Sin embargo quiero equivocarme, pero nos han dejado poco espacio para “la esperanza”, más le tomaré la palabra al Licenciado Medina Sánchez y le daré “el beneficio de la duda” que “circunstancialmente le beneficia”, pues “sus hechos pronto hablarán por él” y ojalá sea para beneficio de todos, aunque “lo dudo”.