La palabra es el medio de comunicación de la especie humano. La palabra, sin importar el idioma, la raza, representa el modo de lenguaje universal, común de todas las culturas. Los gestos corporales, a veces complementan el lenguaje y en otras ocasiones, lo pueden sustituir, pero la comunicación a través de la palabra, prevalece. La palabra y el gesto, son características fenotípicas -determinadas por el medio ambiente-, que ambas son aprendidas desde que nacemos y se van perfeccionando en el tiempo.
En nuestros días, las palabras, significan más que un modo de comunicación. Mediante la comunicación a través de las palabras, se refleja el nivel de educación y, la capacidad de transmitir mensajes de forma efectiva al receptor o receptores, entre otras cosas. Las palabras, pueden ser expresadas verbal o por escrito.
Mediante la palabra verbal o escrita, se refleja el nivel de seriedad, responsabilidad, honestidad y compromiso de la fuente de emisión, o sea la persona o entidad que emite el mensaje, es quien se compromete frente a uno o más individuos. Cumplir con lo expresado en palabras, ya verbal o escrito, es honestidad que refleja credibilidad.
Mediante la capacidad de expresión de una persona y/o entidad, se mide la libre expresión del pensamiento, para el libre juego de las ideas, lo cual contribuye al desarrollo humano. La libertad de expresión del pensamiento, es un derecho humano fundamental.
Sin embargo, hay un adagio que dice: “Por lo que dices te juzgarán; ”Eres amo de lo que callas y esclavo de lo que dices”. Algunos líderes políticos, asumen compromisos, construyen escenarios de ilusión y falsedad, que fácilmente pueden ser desmentidos por ser insostenibles, incoherentes o simplemente, son inciertos o falsos.
Entonces, podemos hablar de la palabra devaluada, carente honestidad, sinceridad y de seriedad. Se entiende por devaluación, la pérdida del valor nominal de una moneda, pero cuando se trata de la palabra, es la pérdida de la credibilidad, honestidad, responsabilidad y la confianza del ente receptor, en este caso la población.
También, podemos decir que lo falso, es lo contrario a la verdad, es un engaño, atribuible a la fuente emisora.
Y, si la fuente emisora pretende dirigir a un pueblo en base a lo contrario a la verdad, en base a la mentira y el engaño, ese mismo pueblo, le asiste el legítimo derecho de rechazar totalmente esas pretensiones. Quien logra sus objetivos en base a la mentira y el engaño, actúa sin moral, carece de escrúpulos. Precisamente, un candidato carente de escrúpulos, no es un buen ejemplo para conducir a su pueblo
Por tanto, debemos tener en cuenta, quien pretende engañarnos de nuevo con mentiras viejas, para eternizarse en el poder. Vota con tu conciencia, la patria lo necesita.
El pueblo que juzgue!!!