El pasado discurso de toma de posesión del presidente Danilo Medina, fue otra oportunidad para hacer escuela política en el país. Decimos esto por la carga de enseñanzas en la indicada pieza oratoria.
El discurso, fundamentalmente puede dividirse en dos partes. La primera, citando la pulcritud financiera, el crecimiento económico, la baja inflación, el bajo índice riesgo país, el saldo de la deuda con el Fondo Monetario Internacional, entre otros datos, fase que el mandatario terminó diciendo: “Dominicanos y dominicanas, todas estas cifras y resultados son importantes, por dos razones; la primera, porque son la base sobre la cual podemos construir un país estable con empleo, bienestar y progreso; y la segunda, porque los beneficios de estas cifras están llegando a la gente.”
A partir de ese momento, una vez sentada la base económica, y principalmente de pulcro manejo económico del Estado, inició la segunda fase de su discurso, en la que el mandatario se explayó en detalles técnicos sobre logros, proyectos, planes realizados y por realizar.
Porque es el A-B-C de administración pública, si no se tienen finanzas sanas, baja inflación, sano crecimiento y estabilidad es imposible desarrollar una política social sostenible. Lo contrario es, por ejemplo, lo que ha pasado con la revolución bolivariana en Venezuela. Allí, se ha querido empezar por los segundo, a saber, la inversión social, y se ha descuidado lo primero, la estabilidad económica. El resultado es que, la mala gestión económica ha terminado por ahogar todos los aspectos de política e inversión, la economía y especialmente comercio en la nación venezolana.
Hizo escuela el presidente, como viene haciendo con su peculiar estilo de gobernar, con sus silencios prolongados, sus visitas sorpresas, su no polemizante estilo de participar en la vida pública y con su balance entre una política de fuerte impacto social sin suscitar un enfrentamiento clásico con los sectores de poder económico del país; manteniendo un equilibrio de armonía impecable entre las masas de organizaciones populares y de clase media y media baja y el alto entramado empresarial del país.
Una política social sale de un correcto manejo de la finanza pública, es lo que subraya el presidente. Muestra el presidente que sin ese pulcro manejo, es imposible hacer algo duradero en inversión social. Muestra además, que para su próximo mandato esa pulcritud en el manejo de las finanzas públicas será la base sobre la cual desarrollará sus ambiciosos proyectos.
No puede ser de otra manera, aunque muchos intenten o interpreten otras maneras de gobernar y administrar la cosa pública. Hasta un individuo cualquiera que carezca de un manejo acertado de sus finanzas se verá impedido de realizar—de manera sostenible—los más vitales proyectos de su existencia. Y como sucede con un individuo, así pasa con un país.