En la política nacional, donde las instituciones no funcionan y no hay un contrapeso al poder, “después del palo dao, nadie lo quita”, como dice el refrán popular. Dentro de esta lógica simplista, conformista y equivocada, el ingeniero Danilo Medina es el nuevo Presidente de esta especie de país. Su “victoria” podría sintetizarse en la palabra Estado, el mismo que le venció internamente en el 2008, según sus propias palabras, le dio la banda presidencial ahora.
Entre las acciones estatales contamos las siguientes: conformación de la Junta Central Electoral, con miembros del partido de gobierno -Jueces y Centro de Cómputos-, con un presidente que se denunció mantiene una iguala por más de un millón de pesos en la Lotería Nacional y es miembro del Comité Central del partido de gobierno; un ataque frontal a los observadores electorales nacionales; una inversión millonaria en publicidad “próxima a la saturación”; la compra de medios de comunicación y de periodistas, así como una “campaña sucia” urticante.
De igual forma, la conformación mayoritaria de las llamadas “Altas Cortes” por “acólitos agradecidos” al “Partido”. Carlos Gaviria Díaz, ex presidente del Tribunal Constitucional colombiano, dijo una vez que el Juez Constitucional debe ser “malagradecido”, aceptar su nombramiento por los poderes públicos y después “solo responder a la ley”. Aquí sería mucho pedirle esto a la mayoría de los “jueces” de nuestras “Altas Cortes”. Incluso integrantes del Tribunal Superior Electoral “prejuzgaron” situaciones que aún no habían llegado a su despacho, “por si acaso”.
Y, el día de las elecciones: compra de cédulas (la abstención le beneficiaba), y la “canalización” de votos a partidos pequeños (PRSC); intimidación como en los mejores tiempos de Balaguer (vehículos que pasaban llenos de policías frente a los “Colegios Electorales”); apresamientos de dirigentes de la oposición e intento de apresar otros; tiroteos y cierre de medios de comunicación, entre otras situaciones de la misma índole, ayudaron al candidato de gobierno, pues aquí “na`e na y to ta bien”.
Antes, durante la campaña electoral, tal vez la más larga y cara del mundo, el candidato del PLD parecía un preso del poder económico que lo sustentaba e irrespetaba múltiples veces. Solo basta recordar el anuncio hecho por el senador Bautista –unos dos días antes que el señor Medina- de quien sería la compañera de boleta del mismo, hasta eso le impusieron: o aceptas el “combo” o te retiramos el apoyo económico, debieron decirle.
Además, su silencio ante temas como el de la corrupción, la campaña sucia y el uso abusivo de los recursos públicos a su favor, lo hacían ver como un preso que, aunque quizás quería, no podía zafarse de esas cadenas. Era un silencio cómplice.
Ya Presidente no sé si el ingeniero Medina podrá desembarazarse de ese entorno, pero debe intentarlo para bien del país, pues sólo gobernará cuatro años. Empezando con su círculo más estrecho, con algunos “corruptos patológicos”, incluso desde viejas épocas uasdianas.
También, debe dejar que la justicia actúe con independencia frente a los casos de corrupción, un par de presos le harán bien. Debe dar el 4% para la educación y descentralizar la inversión del gobierno, volviendo al campo. Debe enfrentar el problema eléctrico y mejorar los sueldos de los empleados públicos “de abajo”, bajando también los sueldos y beneficios irritantes de “los de arriba”.
De igual forma, debe aprobar la Ley de Partidos y procurar una solución a la corrupción policial y militar y a la inseguridad que impera en nuestras calles. Debe buscar crecimiento económico con equidad y velar para que los precios no se disparen. De igual forma debe buscar la colaboración de casi la mitad del país que no votó por él, para la gobernabilidad. Desde mi óptica si hace eso, o lo intenta con firmeza ante las adversidades que se le presenten, lo habrá hecho bien.
El problema es si el ingeniero Medina, como el Juez Constitucional colombiano, será “malagradecido” con quienes lo llevaron allí. Ese es el punto. Personalmente creo que no, que no podrá quitarse esa sombra, que habrá impunidad. Aunque sus primeras palabras luego de las “elecciones” ante sus seguidores iban en el sentido correcto, creo que se quedara sólo en “buenas intenciones”. No creo que “haga lo que nunca se ha hecho”: una verdadera revolución moral. O más simple y llanamente: respetar la ley.
Además, el país que recibirá tiene un “hoyo” económico profundo y una deuda enorme tanto interna como externa que “obligaran” a muchas cosas, y que el Presidente Fernández, como ha sido su práctica, le dejará. Por todo esto no veo con esperanza el futuro.
Aunque “debo confesar –haciendo mías unas palabras de Samuel P. Huntington– que tengo cierta propensión hacia el pesimismo. Y la gran ventaja de hacer previsiones pesimistas es que nunca sales perdiendo, dado que, o tienes razón, o te dan una grata sorpresa”[1].
Ojalá y me equivoque y el señor Medina salga un malagradecido del “grupo” que le aupó, para beneficio de todos.
[1] Samuel P. Huntington, “El futuro del Desarrollo Democrático”, Primera Conferencia Anual “Francisco Fernández Ordónez”, España, 1993.-