El historiador del arte y artista visual Danilo de los Santos nació en Puerto Plata en 1942, educándose y desarrollándose en Santiago de los Caballeros, donde completó sus estudios académicos, tanto artísticos como históricos y pedagógicos. Desde muy temprana edad entró en el cauce de la cultura dominicana, buscando sus raíces en el mundo-historia isleño, a partir de la lectura de los signos de una sociedad que cada día más se abre en su real-imaginario como espacio de origen, tiempo y movimiento.

Lo que hasta  su partida definitiva  produjo Danilo de los Santos en materia de historia del arte, historia social y artes visuales, se hace legible en el marco de la interpretación y la comprensión de los productos artísticos y culturales dominicanos. Se trata, pues, de una memoria que alcanza los ejes, formas, visiones e imágenes de una identidad polisémica y dinámica instruida como conjunto, valor cultural, crítica de arte, espacio, signografía imaginaria y temporal.

La proyección del arte dominicano como raíz, efecto, producto y artisticidad, plantea desde la noción de universo los diferentes recorridos de una obra que se nutre de signos, formas identitarias, objetos, archivos visuales e ideologemas que aspiran, dentro de la creación cultural, a construir una imagen cultural reconocida  en su especificidad textual, gráfica e histórica.

Cuando en 1978, Danilo de los Santos (Danicel), publicó La pintura en la sociedad dominicana, la bibliografía artística dominicana no tenía una representación fuerte en el ambiente histórico e historiográfico epocal. En los años 70 se publicaban ensayos, crónicas, informaciones emitidas por críticos de arte en medios de comunicación, a veces restringidos y otras veces temporales, sobre exposiciones, grupos artísticos, centros culturales que tanto en Santiago como en Santo Domingo estaban ligados e influidos por salas de arte e instituciones económicas, privadas y estatales del país.

En este sentido, la escritura de arte de un historiador como Danilo de los Santos, implica una actividad científico-cultural, una suma específica de cardinales que dentro del arte dominicano se conforman, se confirman y generan núcleos de imágenes marcadas por el tiempo de una cultura artística en desarrollo y diversidad.

Nuestro autor ha logrado crear un archivo visual e histórico-artístico basado en un trabajo continuo de crítica, rescate y presentación de resultados que han culminado con los hasta hoy ocho gruesos tomos de Memoria de la pintura dominicana (2003-2009).

Esta obra proyectada en diez tomos surge como proyecto abarcante y enciclopédico, sostenida en una investigación documental e iconográfica a partir de la cual se ha construido un universo de ideas, gestos, imágenes, mundos históricos, culturales y artísticos justificados en una estética del espacio histórico dominicano e insular. Los puntos fundamentales de esta Memoria aseguran un saber de la cultura artística dominicana en tiempo, espacio y recepción.

La travesía de cardinales antropológicas, artísticas, sociales, estructurales, estéticas y críticas comprensivas de esta memoria reconoce y presenta los tiempos y espacios de autores, obras, signos, textos y sobre todo discursos artísticos que se hacen legibles y visibles en el contexto de un análisis de vertientes y conjuntos socioculturales, estimables en este opus magnum de Danilo de los Santos, cuyos antecedentes encontramos en La pintura y la sociedad dominicana y en una sostenida labor ensayística sobre artistas, obras, colecciones, instituciones artísticas y temas relativos a la producción cultural dominicana.

En efecto, la determinación de contextos temporales y estéticos del arte dominicano y, más específicamente, de la pintura, la escultura, el dibujo, el arte de medios y mediaciones visuales, junto a sus incidencias culturales y artísticas en contexto, se justifican en un orden superestructural constituido por obras, autores, épocas, movimientos y formas activadas por una visión interpretativa de núcleos estéticos, históricos y responsivos de grupos generacionales, que el historiador ha reconocido en sus particularidades creacionales desde la historia crítica del arte dominicano.