Lo primero es felicitarnos todos por haber logrado que el actual Presidente tuviera que renunciar a presentarse a la reelección, ya que a pesar de que la Constitución lo prohibía, estaba claro que él hizo lo posible por continuar pero se encontró con que:1) Ni el Departamento de Estado de los EE.UU., 2) ni el grueso de los empresarios, 3) ni las organizaciones sociales del país, 4) ni la mayor parte de los ciudadanos encuestados, y, 5) ni su propio partido, estaban a favor de dicha continuidad.
Otro elemento positivo del escenario actual es que Danilo Medina haya ganado –como todo el mundo lo esperaba y sabíamos- las primarias. Danilo Medina como político tiene, en mi opinión, una gran virtud, que debe ser alabada en estos tiempos de predominio de la gente sin atributos que campea en la política dominicana: que es un hombre de convicciones y firme en sus actitudes.
Durante años ha sabido, con prudencia, y sobre todo con mucho valor, oponerse al intento de liderazgo cesarista de Leonel Fernández en el PLD. Medina ha encarnado el espíritu democrático contra el personalismo. Y esperemos que a medida que su liderazgo se vaya haciendo más firme se vaya despejando la imagen, dañina para el PLD, de que la única política posible y el único hombre válido en ese partido es Leonel Fernández.
En el PLD hay muchas mujeres y hombres valiosos y, como ciudadanos, debemos estar contentos de que los partidos principales del sistema político, es decir, el PLD y el PRD, sean aún una cantera de personas a las que no se les pueda asociar a la ecuación: política=delito, política= corrupción, política=venalidad, política=incompetencia.
Ojalá que Danilo Medina, a medida que se refuerce su liderazgo, opte por agrupar a esa cantera y promocionarla para evitar la degeneración política de su partido, proceso que era a todas luces evidente bajo el liderazgo de Leonel Fernández.
Por otra parte, el escenario actual es semejante al de hace diez años en el sentido de que gran parte del pueblo está literalmente harto o "jarto" de la política de Leonel Fernández. Pero la diferencia es que la situación económica es peor que la que dejó diez años atrás.
Por el gran déficit, por la falta de previsión y el dispendio en el gasto, y por no haber avanzado lo suficiente en la institucionalización del Estado, debido a su política de clientelismo y patrimonialización del Estado.
La herencia que deja Leonel Fernández no es nada buena, por más que se empeñen sus "cantores" en tratar de justificar todo lo que ha hecho, creyendo, de manera profundamente equivocada, que alabar a Leonel favorece a Danilo. Eso es un error garrafal.
Mientras Danilo no se despegue políticamente de la herencia de Leonel y marque sus profundas diferencias –que las hay, o al menos, yo quiero creer que las hay-, no podrá crear ese impulso a su favor que marca la diferencia en unas elecciones.
Ya que las mismas se proyectan muy ajustadas, es decir, con una mayoría electoral que no está todavía decantada del todo por uno u otro candidato. O eso parece. El peor escenario político para Danilo es que se le asimile, y la gente lo perciba así, que él representa "más de lo mismo", el mismo Leonel con otro antifaz.
En cuanto a Hipólito Mejía para mí su resurrección política ha sido una sorpresa. No creía que él pudiera encarnar el papel de un "ave fénix" resurgiendo de sus cenizas. Me parece que le ha ayudado mucho el que su principal contrincante en el PRD no supo captar el "espíritu del PRD".
Ese partido es muy contradictorio en su funcionamiento interno, en el enfrentamiento entre sus grupos, pero ha sido siempre un partido muy democrático y muy hábil captando la necesidad de enfrentar al Gobierno en sus puntos débiles.
El contrincante en el PRD de Hipólito Mejía optó por el colaboracionismo con Leonel Fernández, y la entente cordial, mientras al "pueblo perredeísta" más leal (que ronda siempre entre el 30 y el 35% de los votantes), el cuerpo le pedía enfrentamientos, luchas, manifestación abierta de sus contradicciones con el Gobierno.
Una oposición real necesita marcar su campo, si no lo hace, el adversario lo gana para sí. Los perredeístas percibieron que Hipólito Mejía tenía mayor coraje político para enfrentar frontalmente a Leonel Fernández y a sus políticas. Y eso es uno de los motivos por los que ganó la postulación a la presidencia.
Lo que importa, al menos para mí, es que gane Hipólito o gane Danilo, o gane Danilo o gane Hipólito, el país entre en el que llamaré el "post fernandismo". Lo que realmente importa es si Leonel Fernández seguirá lanzando su sombra sobre la política dominicana o si las tomas de decisiones estratégicas que haga uno u otro candidato, una vez sea presidente, lo vaya poniendo o no fuera de juego legal y constitucionalmente.
Lo que el país exige no es tanto que gane fulano o zutano, que es en definitiva anecdótico, sino que se emprenda una verdadera modernización del Estado y que las políticas públicas se orienten a crear un país viable, para la mayoría de sus ciudadanos. Y que la decencia impere en la vida pública.
¿Y por qué no? Que los principales partidos se pongan de acuerdo para realizar determinados cambios constitucionales que impidan la continuidad en el poder de los presidentes con ocho (8) años o más de mandato totales en el cargo (sean o no sucesivos dichos mandatos).
Y naturalmente, poner énfasis en tres cosas: 1) El fomento de la pequeña y mediana empresa en todos los sectores económicos: primario, secundario y terciario. Disponiendo créditos para los emprendedores.
2) Énfasis en una educación pública obligatoria hasta los 16 años y diversificación de la educación en formación profesional y una universidad sufragada por el Estado que ponga su acento no tanto en lo masivo sino en la excelencia académica, expulsando del sistema universitario a quienes no cumplan los requisitos para continuar los estudios en razón de su rendimiento académico.
3) Políticas sociales básicas para los dominicanos y los residentes legales que paguen sus cuotas a la seguridad social en materia de salud pública y una pensión básica obligatoria asegurada para todos los que hayan cumplido 65 años y hayan cotizado al menos una cierta cantidad de años.