De la mejor manera que entiendo debo ambientar mis razonamientos sobre el tema en cuestión, es asumiendo los criterios de Pedro Lucas Verdú, catedrático de Derecho Constitucional, y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, española, quien en su libro Principios de Ciencia Política, Tomo III, aborda juiciosamente el tema de las corrientes intrapartidarias, aduciendo que estas son expresiones concretas del dinamismo en la medida que surge, se desenvuelven y se enfrentan con otras tendencias internas, se imponen o tratan de imponerse. Concluye, que son connaturales. (p.83)
A propósito, cabe connotar su razonamiento de corriente política intrapartidista, en el sentido que expone, que cada una de estas, cree representar, o quiere representar, a todo el partido. Ahora bien, matiza que tal pretensión no puede significar la sumisión o supresión de otras tendencias, sino el dialogo con ellas, no solo por razones democráticas, sino también por motivos de disciplina pues en el caso extremo las corrientes oprimidas podrían determinar la escisión del partido (p.84)
Expuestas las consideraciones académicas anteriores, para entrar en materia, me permito recrear lo sucedido a lo interno del Partido Revolucionario Dominicano, en los años 1980´s y un poco más adelante, en cuya organización se desataron luchas internas de rabaso limpio, que tomaron las dimensiones de anárquicas y de características de refriegas intransigentes.
La primera gran confrontación surgió por efecto de luchas internas fratricidas, como es el caso de Don Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco, que en vez de asumir una lucha interna a nivel de debate ¨ideológico¨, llevaron las discrepancias al extremo de dividir frontalmente al partido en dos corrientes tan adversas que prefirieron pactar con los contrarios contar de no cederse el paso ninguno de los dos. Dando esto paso a la formación de la llamada unidad de acero de Jacobo y Guzmán en contra del Dr. Salvador Jorge Blanco. El resto es historia, sin embargo, con todo el uso de las ventajas que ofrece ser candidato del palacio, Jorge Blanco, barrió la unidad de acero.
Todo lo anterior, dividió en niveles irreconciliables al Partido Revolucionario Dominicano, hasta el extremo que en las elecciones del 1986, siendo Jacobo Majluta el candidato del ¨partido¨, los jorgeblanquistas, decidieron inclinarse a favor del Dr. Joaquín Balaguer, entendiendo que estarían peor con Jacobo, quien ¨representaría al partido¨, que con el candidato contrario, desprendiéndose, la generación de un pandemónium dentro de las corrientes del PRD, que a la vez, propició las más agudas divisiones internas, que incluso, le valió desde 1982 hasta el 2000,- siendo una maquinaria política-, más de dieciocho años sin volver al poder.
Lo propio se desarrolló en torno al Dr. José Francisco Peña Gómez y Jacobo Majluta, que teniendo los votos para ganar juntos, se dividieron tan acremente, que el Dr. Balaguer, siendo políticamente hablando un muerto político, los derrotó hasta el 1996, en razón del estado de división interna y pérdida de confianza electoral hacia el PRD, propiciando que el viejo caudillo le colara al PLD en la figura del Dr. Leonel Fernández, cuestión que representó la estocada mortal para el aniquilamiento del otrora jacho prendido.
Como la historia es cíclica, parece que la ruleta giró hacia lo interno del PLD, que luego de que dos de sus principales líderes, llegaron al poder, como tendencias, asumieron el control de todas las estructuras internas, desprendiéndose la actual crisis de una corriente con otra, Danilismo y Leonelismo, enfrentados a capa y espada por el control del poder.
Ahora de cara a las elecciones del 2020, la primera lucha interna, casi fratricida, la generó la postura del Leonelismo, entendiendo que este es su tiempo, y en efecto, desataron una jornada, aliado con maco y cacata,-que es propio de las luchas internas-, en contra de la rehabilitación del presidente Danilo para optar por la reelección, propiciando entonces, el surgimiento formal del ¨Danilismo¨, parecido al llamado bloque de Guzmán y Jacobo bautizado ¨Unidad de Acero¨.
Ahora a lo interno del PLD, la lucha de dos líderes se ha convertido en lucha antagónica de corrientes internas, con el hecho de que los ¨parciales de Danilo, han construido la llamada fuerza Danilista en contra de las aspiraciones de la corriente de Leonel Fernández.
Y con tal propósito, se han lanzados, asumiendo el llamamiento que hiciera el presidente Danilo, de que quería sangre nueva, varios aspirantes de su corriente, a fin de definir quién sería el ¨leal¨ que competirá en las primarias abiertas con el Dr. Leonel Fernández, incluso con el endoso de Danilo que controla todos los organismo del PLD, pero que, desistió de aspirar a la repostulacion, por estar impedido por la constitución.
Finalmente, al tiempo de corroborar lo expresado por el maestro Pablo Lucas Verdú, que las luchas intrapartidarias son un mecanismo connatural de los Partidos Políticos dinamizarse, no menos cierto es que pudiéramos estar en presencia de reeditar una réplica de lo sucedido en el PRD, que dio al traste con la pérdida del poder, podríamos decir, para siempre.