Por la brevedad con que pretendo abordar estas reflexiones, he querido valerme de esta alegoría al figurar el danilismo y su líder en una danza de flirteo internacional con situaciones de reconocimiento a gobierno y presidentes interinos en países extranjeros, que dan lástima y pena, al verlos como se deslizan en el baile de un tubo extorsionando a todo vivo con un conqueteo reeleccionista capaz de hacer lo impensable para imponerse.

El pole danza danilista, o, la danza del tubo releccionista, es un baile de poco escrúpulo, nada de decencia, de muchas trampas y cero cumplimientos de la constitución. En la euforia de su orgía cualquiera puede tocar, meter las manos en la parte más íntimas de la seguridad del orden corporal jurídico. Creen que los pesos colocados en los entresijos del congreso de sus lencerías, les dan derecho a que el baile del caño se extienda por el espacio de gobernanza que su morbosidad demande.

Danilo ha hecho de la reforma constitucional un arte de bailar en el tubo. Esto, así, en razón de que el Pole Dance es una actividad que se practica con una barra vertical, con poca ropa. Comprende ascensos, acrobacias e inversiones corporales. Las acrobacias éticas en pura pelota en como Danilo baila al margen del derecho internacional las relaciones con China Continental y Taiwán, con Venezuela y Estados Unidos, lo hace merecedor del Soberano del Baile del Tubo.

¿A quién van a entregar en el viaje al Monte de los Olivos de Miami este viernes para conseguir aprobación de Donald Trump a su reelección y perpetuidad en el poder? ¿O, buscan apropiarse los bienes del Pueblo Venezolano y su Gobierno? ¿O, tal vez, Se robarán, también, el 49% de PDVSA en la Refinaría dominicana?

Las acrobacias continuistas del danilismo para hacerse los chivos locos con el impedimento constitucional (vigésimo transitorio), son caóticas y tergiversadoras del correcto sentido de una constitución; como lo han probado con el tratamiento dado a  nuestra constitución  en cada deseo reeleccionista, al hacer de ella, con el mayor de los desparpajos: un tubo en el que se pueden mecer y balancear con poca o ninguna ropa que cubra el pudor del que carecen.

En sus acrobacias reeleccionistas han creado un tollo normativo con las leyes 33-18 del sistema de partidos y la 15-19 de Régimen Electoral, construyendo ineludiblemente un eje jurídico de contrariedad entre ambas que las hace antijurídicas.  Además, realidad que no podemos obviar, del horroroso gazapo jurídico de estas dos normas: la primera, inobserva derechos fundamentales constitucionales y; la segunda, se abroga competencias exclusivas del Tribunal Superior Electoral, en materia que le son de su competencia; creando circunstancias jurídicas Anticonstitucionales previstas en el artículo 214 de la constitución dominicana.

Cito el referido artículo: Tribunal Superior Electoral. “El Tribunal Superior Electoral es el órgano competente para juzgar y decidir con carácter definitivo sobre los asuntos contencioso electorales y estatuir sobre los diferendos que surjan a lo interno de los partidos, agrupaciones y movimientos políticos o entre éstos. Reglamentará, de conformidad con la ley, los procedimientos de su competencia y todo lo relativo a su organización y funcionamiento administrativo y financiero”.

Ante lo que parece ser un abuso y uso irresponsable del poder, de querer, pensar y actuar de forma egoísta, ambiciosa y desenfrenada de perpetuarse en el poder de Danilo Medina Sánchez, el Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Faustino Burgos, hizo sentir su voz de pastor en defensa de un valor que nos es común: el respeto a la constitución y el ni una modificación más para la reelección presidencial.

De este obispo conozco su integridad y de la preocupación justa y sana de convivencia democrática y de respeto a la norma constitucional. Con él compartí una parte de mi formación en el Seminario de los Padres Vicentinos en la República de Colombia; un gran ser humano y un cristiano íntegro(sacerdote). El obispo hace honor a su condición vicenciana al advertir que este ruido absurdo de reforma constitucional y reelección es como una lanza que atraviesa el costado de la democracia. Decía San Vicente de Paul, fundador de la Orden Vicentina: “El ruido no hace bien; el bien no hace ruido” (Vicente de Paúl).