Anteriormente  comentando la necesidad de preservar la buena imagen exterior del sector turístico a cubierto de dudas sobre el nivel de seguridad  que el país ofrece a los vacacionistas extranjeros por recientes casos que son de público conocimiento, insistimos en la necesidad urgente de salir en defensa de esa importante industria.

Esto así, en primer lugar, por el extraño incidente de la agresión de que habría sido víctima Tammy Lawrence-Daley en el mes de enero y que ella no dio a la luz pública hasta cuatro meses más tarde cuando el hotel donde habría ocurrido el hecho se negó a indemnizarla con la suma de 2 millones 200 mil dólares que le reclamaba.

Es un caso rodeado de sombras provocadas por la propia alegada víctima, las contradicciones en que ha incurrido, la total falta de indicios y pistas que presenta el caso y que no aportó  y su negativa a formalizar la querella tal como se le requirió.

Sobre los otros tres estadounidenses fallecidos se trata según todas las evidencias de muertes ajenas a todo  hecho de violencia.  Ninguno de los cuerpos presentaba señales en ese sentido que pudieran hacer suponer la participación de manos criminales, y los propios informes de Patología son concluyentes sobre las causas de su deceso.

Pero la industria turística es un sector en extremo sensible y altamente competido a nivel internacional.  Y dentro de esa realidad, siendo el principal y más visitado destino turístico de toda la región. De hecho, ahora mismo, el país acaba de ser reconocido como “Mejor Destino de Latinoamérica” en los PriceTravelTrophy que cada año otorga ese importante tour operador mexicano.

Contando  con la mayor capacidad habitacional en continua expansión, las más prestigiosas cadenas hoteleras del mundo, un envidiable y variado panorama natural, una amplia diversidad de atracciones, excelente nivel de servicio, un pueblo acogedor y ofertas más tentadoras, estamos particularmente obligados a asumir su inmediata y más celosa defensa.

De ahí que tengamos que recibir y saludar con satisfacción la firme disposición del Ministerio de Turismo y el sector hotelero de salir en defensa de una actividad que como bien hemos señalado en este espacio en distintas ocasiones, y resalta  en su acertado enfoque Inés Aizpún en la leída columna Antes del Meridiano del Diario Libre, es un tema que nos compete a todos en la misma medida que su valor de multiplicación alcanza a prácticamente todas las demás actividades económicas del país.

Preciso insistir en este punto para desmontar la errada percepción  de que el turismo es del exclusivo interés y competencia de las empresas que integran el sector.  Nada más falso.

Algunos ejemplos: cada vez que se levanta un hotel, se benefician los ingenieros, arquitectos, maestros de obras, decoradores, artistas,  la industria del cemento, de las varillas, los fabricantes de muebles, los sábanas, toallas, los suplidores de equipos eléctricos, aires, neveras, televisores  y demás  así como cientos de trabajadores de la construcción.

Y ya en operación,  una cantidad igual o superior de puestos de trabajo fijos, entre estos de alta calificación como los chefs por mencionar un ejemplo  y de numerosos empleos indirectos derivados;  las tiendas; la artesanía, el transporte, los guías turísticos, los organizadores de eventos,  los fabricantes y suplidores de bebidas nacionales cerveza, ron, refrescos de botella, jugos, entre otros y los artistas que se presentan en los shows.

Para el sector agropecuario, es significativa la inyección económica que representan las compras del sector turístico que en el 2018 ascendió a cerca de 857 millones de dólares según reveló el ministro de Agricultura, Osmar Benítez, cifra que va en continuo crecimiento en la misma medida que lo hace el turismo y que equivale a exportar dentro de las propias fronteras del país.    Para las comunidades donde se desenvuelve la actividad turística representa asimismo una importante fuente de trabajo y dinamismo económico.

No es pues cuestión de desentenderse del reto que requiere defenderlo con uñas y dientes. Ni tampoco de simplemente saludar la disposición que comentamos del Ministerio de Turismo y el sector hotelero representado por ASONAHORES y darle la espalda como si fuera un tema de su exclusiva competencia.  No lo es.  Por el contrario, resulta por su valor de multiplicación y la favorable incidencia que tiene sobre las demás ramas de la economía en general,  del más alto interés nacional.  Y como tal debe ser asumido.

Excelentes señales en este sentido envía la actitud de respaldo pleno al sector adoptada de inmediato por el CONEP, la Asociación de Industrias,  Aproleche y los ministros de Agricultura y Salud Pública.  Una postura que debieran asumir también los sindicatos por la parte que les toca en defensa de esa importante fuente de empleo, y todas las demás entidades representativas de los demás sectores que de una u otra forma se benefician del turismo como un  compromiso de elevado interés nacional.