"…no hay condiciones de vida a las que un hombre no pueda acostumbrarse,
especialmente si ve que a su alrededor todos las aceptan".
Tony Judd
Para completar la reflexión que hemos venido compartiendo con ustedes sobre “instituciones de la democracia” (elecciones libres, separación de poderes, control del poder ejecutivo por el poder legislativo y funcionamiento de partidos políticos) parece conveniente preguntarse qué es eso de institucionalizar que está tan de moda.
Quiero además anotarles algunas conclusiones de una investigación hecha en México sobre las organizaciones de la sociedad civil (OSC). Tanta falta que hace una investigación parecida en República Dominicana, pero para eso es condición tener centros académicos habitados por académicos.
Veamos entonces. Según Samuel Huntington la institucionalización sería un “proceso por el cual adquieren valor y estabilidad las organizaciones y procedimientos”. Philip Selznick, de su lado, propone el tratamiento del concepto en dos dimensiones: la primera es la aparición de regularidades y de prácticas que se hacen frecuentes, normales, rutinarias “de un sistema formal de reglas y objetivos”. Asevera así mismo que la institucionalización es un proceso que “implica la internalización de valores”. De esta manera define a la institucionalización como “un proceso que sólo aparece en una organización con el paso del tiempo y que refleja la propia historia de la organización, el carácter de las personas que han trabajado en ella, los grupos que acoge, los intereses creados por estos y la manera en que se han adaptado al medio que los rodea.” (Ana Daniela Pabón Ortiz)
Estaremos entonces frente al fenómeno de la institucionalización cuando se pueda prever el comportamiento de las organizaciones y el funcionamiento de las instituciones.
Respecto de la investigación anunciada esta se realizó en 31 Estados y en el DF de México y el Dr. Víctor Hugo Martínez González llegó a la conclusión de que para empujar los cambios que dicen propugnar “las organizaciones de la sociedad civil (osc) requieren mayores niveles de organización, autonomía e interlocución democráticas; pero también una oxigenante autocrítica dirigida a:
a) La tendencia legitimada de que sus líderes disfruten de una posición liberal y “progresista” que, no bien se inspecciona, comporta un prestigioso modus vivendi cuyo influjo democrático es subordinado a ambiciones personales de preservar esos reflectores o lograr un sitio en el presupuesto público.
b) La escasa democracia de las osc estaría revelando que éstas, por falta de defensas de su propio potencial normativo, recrean la clase de intereses propios del sistema político o económico. Si la sociedad civil incorpora la instrumentación con la que el gobierno y partidos pretenden reconocerla, sus objetivos y logros seguirán siendo proclives a las regresiones.
c) Si la sociedad civil exige transparencia financiera a los partidos, con la misma vara quedaría obligada a practicar la evaluación pública de sus propias organizaciones. Patrocinios inconfesos, gastos onerosos o dudosa representación política, son autocríticas que las osc no deben evadir.”
Bueno…, son cosas de mexicanos.
Con todo, el estudio me ha confirmado la necesidad de investigar más, y que ojalá se llegue a conclusiones distintas. Puesto que el carácter democrático de las organizaciones de la sociedad civil en República Dominicana asegura que nunca cambiarían sus estatutos para arreglar una elección, ni es posible identificar en ninguna de sus acciones “recreación de los intereses del sistema” o “patrocinios inconfesos”. Todas esas cosas son patrimonio irrenunciable de los políticos.
Finalmente quiero que me excusen por dejar planteada una hipótesis que nace de conocer la lista de iniciativas, consensos y otros que adornan la vida política desde el 1992 como año de inicio del registro. La lista obliga a recordar la frase de Ricardo Lagos con que empecé mi artículo de hace unas semanas: “La historia se lee desde la última página”.
Leer la historia arrancando del presente es estimulante para la investigación empírica puesto que ese alto número de iniciativas que se suponen exitosas, no explican la situación actual de la democracia dominicana denunciada por organizaciones empresariales por tener el sistema electoral y el modelo de desarrollo “colapsado”.
¿No habrán hecho algo que conduce a otra parte y no al desarrollo democrático?
Igualmente me atrevo a preguntar si tales resultados no se deberán a que se ocuparon de todo menos de la institucionalización del sistema de partidos políticos.
Y lamento recordar que se equivocan de nuevo porque nada de lo que dicen pretender lo van a conseguir mientras no existan partidos políticos democráticos.