Cuando la producción, como parte de la acción libre del arte, se separa de los procesos curatoriales; recae en un absolutismo ilusorio de la creación que se sustenta en lo correctamente posible para las galerías y ferias.

El intento recurrente de muchos creadores y el ímpetu por la auto predilección, no permite ninguna conexión en el camino de promover un discurso eficaz. En la mayoría de los casos, se reitera la distancia del espectador con lo que se propone, pero sobre todo de la realidad. Aunque no podemos eludir el intento de muchos curadores, que amparados en la “autoridad” que se les otorga, actúan enrollados de heroísmo en el ejercicio de esta práctica.

Existe un amplio cronológico de cómo se han roto líneas de forma irreversible, en cuanto a la representación del objeto como significante, dejando la creación como un paralelo del proceso. Otra interrogante sobre lo que es o no es arte.

Si algo debemos abandonar es la indulgencia hacia las tendencias institucionales que buscan la sustentación de proyectos de orden social, y enfocarnos en la desfragmentación de nuevos relatos que permitan a la curaduría actual responder a un planteamiento que no opera sobre su autonomía; y que avance a la construcción de espacios semióticos con mayor concienciación del lenguaje, sin apoyarse en la luminosidad de las firmas.