Domingo tras domingo se congregaban decenas de parroquianos en la intersección de las calles Emiliano Tejera y Hostos. El motivo era formar una "chercha" con un grupo de personas en una tarima cantando, bailando y bebiendo, los llamados "Grupo Bonyé". Por mucho tiempo los moradores se quejaron. Primero vinieron las conversaciones con los organizadores, se les explicó que viven muchas personas mayores y el volumen tan alto les molestaba, de la dificultad del tránsito con esa cantidad de vehículos en ese lugar que no está concebido para eso. Los organizadores se defendían diciendo que  eso era un acto cultural, donde toda la familia venía a compartir. Muy pronto vinieron las repuestas de los que viven en el sector, se firmaron cartas, vinieron periodistas, se realizaron vigilias, se fue a todas las instituciones pertinentes, pero todo esto fue en vano, ya que las autoridades hicieron caso omiso a dichas peticiones. Por el contrario, los organizadores de dicha actividad consiguieron patrocinio para el evento, de las instituciones a las que precisamente los residentes del sector fueron a quejarse. Para sorpresa mía este domingo pasado se trasladó la actividad a la intersección de las calles Juan Isidro Pérez y Duarte, espacio que albergó la Cancha de San Antón. Pregunté del porqué del cambio, alguien me respondió que debido al deterioro de Las Ruinas de San Francisco, causado por ellos mismos se vieron en la necesidad de mudarse. Todo esto me llevó a reflexionar y preguntarme por qué si tuvieron problemas en la otra esquina, ahora se mudan  para ésta. El que vive por estos entornos ha sufrido en carne propia del irrespeto que trae consigo esta actividad. Y lo peor de todo es que las autoridades, a pesar de las quejas formuladas por la comunidad, no hicieron ningún estudio para ver si afectaba o no a los querellantes: ¿Qué porcentaje de ese universo pertenece a la comunidad? ¿En qué beneficia a la comunidad esta actividad? Se han preguntado los organizadores y los que se dan cita a dicho lugar, cómo se sentirían si semana tras semana hacen esa fiesta en la esquina de su casa, o si no pudieran aparcarse en sus respectivos parqueos porque ya se lo han tomado sin permiso. Y vienen más preguntas a mi cabeza, esta vez a las autoridades. Al Ministro de Medio Ambiente y al Alcalde del Distrito Nacional: ¿Qué de la contaminación sonora y del deterioro de la zona verde? Al Ministro de Cultura: ¿Qué de la protección del Patrimonio Nacional? Al Ministro de Interior y Policía: ¿Qué de la exhibición de armas en un lugar público? Al Ministro de Turismo: ¿Qué de la imagen del dominicano? ¿Es esa la oferta turística de ciudad que tenemos, el desorden, el ruido y el alboroto? Al Vicepresidente ejecutivo de la CDEEE: ¿Qué de la luz que utilizan esas personas, la pagan? A la DGII: ¿Qué de los impuestos que generan la venta de bebidas y diversión? A la UNESCO: ¿Por qué no defienden lo que ustedes declararon Patrimonio de la Humanidad? Al Cardenal: ¿ Por qué no se pronuncia por ese evento ya que está dentro de la Zona Colonial, aunque no haya un convento cerca? A la UNICEF: ¿Qué de los niños que acompañan a sus padres, viendo toda clase de bebidas alcohólicas? A los Derechos Humanos: ¿Qué de los moradores de este sector y más los pertenecientes a la tercera edad?

 Existiendo lugares propicios para la realización de este tipo de eventos, ¿Por qué aquí, tanto en la Hostos con Emiliano Tejera, como en la Duarte con Juan Isidro Pérez?  Se me ocurre  la recién inaugurada Plaza Juan Barón, la Avenida del Puerto o la Ciudad Ganadera, por citar algunos lugares que son adecuados para estas reuniones, con parqueos y donde no hay residentes a quienes puedan molestar. Si es cierto que este tipo de actividad es diversión barata, en cuanto a lo económico, no es menos cierto que no es una diversión sana, ya que muchos niños están expuestos a los vicios presentados inocentemente, por los espectadores. Esto no es la manifestación cultural como los organizadores han expuesto, esto es una muestra de la cultura del ruido, la cultura del irrespeto al prójimo, la cultura de la "buscadera". Sin duda alguna esto es un negocio redondo para alguien, se pelearon con uno de los socios y ya pusieron carpas de ventas de bebidas, ¿Quiénes son los beneficiados? No sé, lo que sí sé es que esta actividad está sustentada en el irrespeto a una comunidad que no tiene dolientes.