En la época de la medicalización, la píldora de la felicidad, como se llama también a los antidepresivos,  hacen su agosto.  Hemos creado un estilo de vida que promueve la vida, sin dificultades, ante molestias mínimas, recurrimos a los fármacos. El sufrimiento se tolera mal.

El incremento en las ventas de antidepresivo se debe a múltiples causas,  entre ellas la indicación en ciclos biológicos de la mujer como  la menstruación  y la menopausia, hasta en depresiones leves a moderadas.

Desde la llegada de la menstruación hasta la menopausia, con excepción del periódico de gestación, la mujer debe menstruar de forma cíclica.  Los ensayos clínicos han demostrado múltiples factores relacionados a las molestias antes o durante la llegada de la menstruación, sin embargo el tratamiento más recurrido es la ingesta de fármacos, entre ellos los antidepresivos.

Todo dependiendo de quién cuente la historia, la relación entre menopausia y depresión está sustentada, y reforzada por los mitos. Es  visto como  “normal que a los 50 años estés deprimida”. Los antidepresivos entran por la puerta grande.

La fibromialgia es otra de las indicaciones que han contribuido a la demanda de antidepresivos,  no es una enfermedad, sino una constelación de síntomas como el dolor crónico generalizo, fatiga, alteraciones del sueño, de la memoria, de concentración y cambios de estados de ánimo.  Que sea más frecuente en mujeres que en hombres podría decirnos mucho. Falta que lo quieran escuchar.

Los antidepresivos han demostrado su eficacia para tratar la depresión severa, no dan solución a las depresiones de origen social o psicológico.  Estudios publicados en la revista Plos Medical, demuestran que en casos de  depresiones leves o moderadas los antidepresivos,  si no van acompañados de terapia, serian un placebo, una pastilla de azúcar.

La relación médico-paciente es intersectorial, si bien es cierto que se suelen prescribir estos fármacos con mucha facilidad, muchas veces las  pacientes piensan que sólo con antidepresivos pueden mejorar. La cultura de la prescripción.

Las depresiones que vienen de fuera, de algo que te está afectando o que te ha sucedido, deberían tratarse con terapia. La realidad es que existe una indicación excesiva de antidepresivos para el sufrimiento cotidiano; como en el caso de duelo, la ruptura de una relación, la pérdida de empleo, tristeza, desanimo, entre otros.

Al rehuir del dolor, muchas veces saludable, sano, y legítimo,  perdemos una oportunidad de aprender.  Con los antidepresivos se induce a un distanciamiento emocional o lejanía del dolor.

No lo veo, no lo vivo, lo guardo en mi cuerpo, y cuando menos lo espero me retuerce no solo el cuerpo, sino también el alma.