"A la hora de combatir el crimen un profesor de escuela es más importantes que un policía". Leoluca Orlando.

Desde hace un buen tiempo el tema de la violencia y la seguridad ciudadana es motivo de gran preocupación para los dominicanos, a tal punto que he escuchado a personas comparando a nuestro país con lo que se ha llegado a convertir México en tales materias.

Iniciaré estableciendo que no se nace delincuente, como llegó a teorizar Lombroso, sino que tal fenómeno guarda relación con los procesos  de exclusión social, pobreza, marginalidad, la corrupción, así como con las estrategias estatales hacia esos renglones.

Sin embargo, en el discurso de muchos es común escuchar frases tales como "mano dura contra la delincuencia", "tolerancia cero", entre otras, las que están orientadas a la represión como único método contra la inseguridad y la violencia que nos afecta, lo que lleva a que estos problemas únicamente sean vistos desde el ámbito policial y se tienden a "judicializar", pero hay otros valores que se protegen con la seguridad pública, como lo son la vida y la integridad de las personas, así como sus derechos y libertades.

Es por ello que a la hora de evaluar los programas de seguridad, debe ponderarse que la represión, los policías, los jueces y la cárcel no son el único remedio, pues en ello convergen diversos factores que quedarían fuera de los barrotes de la cárcel, lo que propiciaría un círculo vicioso que no combatiría eficazmente los problemas de violencia y criminalidad. 

Las debilidades de los programas de represión como único camino para combatir la criminalidad han fracasado, pero a su vez han permitido que la "cultura de la legalidad" hoy día tenga más adeptos, es decir, que el respeto y conocimiento de la ley se incorpore a nuestra vida cotidiana, como lo están el arroz con habichuelas. 

Leoluca Orlando, el ex Alcalde de Palermo que combatió con éxito a la mafia siciliana asegura que si aplicamos sólo la represión, asistiremos a un exceso de autoridad de la policía, indicando que tanto la represión como la cultura tienen que avanzar a la misma velocidad, pues de lo contrario no habrá progreso, existiendo el riesgo de que los policías se crean omnipotentes y legitimados a matar. 

La cultura de la legalidad propicia la reforma policial, pues se parte de la idea de que los ciudadanos apoyarán a la policía cuando estos aplican la ley, pues estarán contra ellos cuando son corruptos, ya que juega un papel preponderante la percepción que tienen los ciudadanos de sus instituciones. Es por ello que reviste importancia capital que se produzca toda una transformación de la policía en la República Dominicana, estableciéndose una separación de la policía administrativa de aquélla que le serviría de auxiliar al Ministerio Público en las investigaciones. 

Sin embargo, vemos como debilidades para el éxito de la cultura de la legalidad en nuestro país la pobre formación cívica y ética, la falta de educación y el déficit de cultura democrática imperantes, por lo que sería de gran trascendencia que la cultura de la legalidad comience a ser impulsada por el Estado en la educación formal, para así generar comportamientos acordes a las leyes, pues la construcción de una sociedad que observe la ley es imposible sin formación en la cultura de la legalidad. De ahí que el papel de las escuelas, colegios, universidades, instituciones de la sociedad civil, resulte central para estos propósitos. Estamos a tiempo.