Basta estudiar los hechos y pensar sin prejuicios en el momento histórico para llegar a una respuesta. Desglosar el antes, entender el durante y suponer el después de cualquier crisis es posible. De ahí, que detallando el paso del Partido de la Liberación Dominicana por el poder podremos entender la actualidad. “Aquellos polvos trajeron estos lodos”. Este acontecer no es accidental, es consecuencia del pasado. Quiero recordar cómo llegamos adonde estamos y quiénes nos trajeron aquí; repasar hechos conocidos de todos, que deben volver a recordarse, pues pueden desfigurarse en la efervescencia del desastre y la retórica del engaño.
Innumerables fueron las advertencias a quienes gobiernan sobre el surgimiento de una explosión social. Es demasiado el abuso del poder, el crecimiento de la corrupción y el desmantelamiento de nuestras instituciones. Los saqueadores del erario exhiben su botín frente a todos. Sin embargo, un político en el poder, rico y adulado por militantes a sueldos y empresarios insaciables no escucha ni medita advertencias negativas; resultan ser más despreocupados que borrachos en parranda. Siguieron en lo mismo, dañando, pervirtiendo y haciendo trampas. Todavía no se detienen.
En la interminable estrambótica del surrealismo dominicano, en este absurdo del después, quiere venderse como paladín de la legalidad, defensor de la constitución, y futuro redentor del pueblo, Leonel Fernández, el mismo que inició, con premeditación y alevosía, el secuestro de las instituciones; cerebro ejecutor, junto a su compañero Danilo Medina, de la toma del poder judicial, la mega corrupción, y el narco financiamiento. Hechos históricos innegables. Trabajaron en tándem, aunque abjuren hoy el uno del otro. Como expresidente fue líder del partido morado, beneficiándose de la impunidad y callando cuando de robos y contratos dolosos se trató. Las recientes primarias le obligan a formar tienda aparte, y hoy es un crítico feroz de aquella organización que le mantuvo en el poder, permitiéndole enriquecerse junto a sus allegados. El expresidente Fernández tendría que andar vestido de sambenito, ya que son muchas las acusaciones que pesan sobre sus espaldas. ¡Alucinante desdoblamiento el que pretende!
El quehacer de Danilo Medina en palacio termina lo que el otro había iniciado: degrada hasta lo indecible la judicatura y hace de la impunidad política de Estado. Permite el florecimiento del narcotráfico; y enajenado en el poder, también olvida por completo lo que escribiera una vez Juan Bosch: aquello de que vivimos en una “Frontera Imperial”. (Se pasó de la raya con el imperio, y tendrá que rendirles cuenta.) Pero ni Danilo, ni Leonel, ni la “camorra” peledeísta actuaron sin apoyos de una parte de la sociedad. Lo tuvieron de empresarios incapaces de pensar en el después; de partidos políticos mercenarios; de otros sin energías y contaminados; y de una sociedad hasta hace poco aletargada.
Entender el antes y el durante no es difícil. Esta crisis tiene causa y autores: el partido que gobierna, líderes políticos, empresarios, y una sociedad que se ha dado cuenta muy tarde de que les dañaban la democracia.
A mi entender, el daño más profundo y catastrófico que el PLD ha ocasionado a la república es el de haber gestado el descreimiento. Llevar al ciudadano a desconfiar del Estado y de sus partidos, a sentirse desamparado y estafado. Ese sentimiento, así lo demuestra la historia, conduce a la anomia, pero también a la violencia. Pero esta semana terminó la anomia social, y la clase gobernante podría enfrentarse con un pueblo agresivo. Lamentablemente, estas crispaciones colectivas se convierten fácilmente en tormentas destructivas. De ahí que sea urgente recuperar la esperanza de la gente. Estamos obligados a cambiar el régimen actual en unas elecciones limpias y confiables. Una duda más y pagaremos todos por culpas ajenas.
Ahora, sorprendidos y atolondrados, los responsable directos e indirectos de esta crisis se preocupan por lo que sucede en las calles. Quizás en su memoria surgen aquellas advertencias que convenientemente descalificaron. ¡La gente protesta!
Nunca vieron tanta espontaneidad colectiva, ni siquiera cuando quisieron provocarlas repartiendo farragos de dinero. ¿Qué está pasando? Se manifiestan jóvenes de diferentes estratos sociales, estudiantes, obreros, profesionales, gente corriente. No es una masa enloquecida, irracional, ni vandálica. No. Es una sociedad reclamando respeto y legalidad. Un pueblo harto de Leoneles Fernández, Danilos Medinas, Gonzalos Castillos, y de la recua que les acompaña.