Mucha gente únicamente está envuelta en el desempeño cotidiano de la vida, bregando con informaciones y hechos, circunstancias y personas, reglamentos, leyes y cosas tangibles. Muchas veces, perciben la aparente realidad del vivir, pero no la dimensión espiritual, que no les parece relevante, pero que es otra realidad de igual importancia.
La práctica espiritual nos pone en contacto con los valores interiorizados del buen vivir y de nuestros reales anhelos.
Es importante cuidar el espíritu: cuidar del espíritu es paz.