Nunca más debemos escenificar las acciones bochornosas e inconstitucionales en que fueron involucradas nuestras Fuerzas Armadas y la Policía Nacional en las elecciones presidenciales del año 1978, debido a las pretensiones desmedidas del Dr. Joaquín Balaguer y su partido por mantenerse en el poder y alcanzar por cualquier vía su cuarto periodo de gobierno consecutivo.   Pudimos presenciar como testigo de excepción, desfilar con banderas rojas en sus fusiles a oficiales y alistados con la anuencia de altos mandos militares, así como la planificación de persecuciones y apresamientos  a dirigentes políticos de la oposición por parte de los organismos de seguridad del Estado.

Estos grupos que a la sazón ocupaban altas posiciones en el gobierno utilizaron todas las artimañas para comprar y amedrentar a los votantes e inducirlos para lograr el favor del voto.  Debemos recordar los momentos de tensión vividos en nuestro País cuando sectores del gobierno indujeron a nuestros militares a asaltar la Junta Central Electoral deteniendo el conteo de los votos que favorecía en ese momento al candidato del PRD.  Esta acción por parte de los militares originó una crisis  hasta el punto de colocarnos  al borde de una guerra civil.

Han transcurrido muchos años, y gracias al empeño de todos, la democracia dominicana ha madurado bastante, lo que ha conllevado a que los Institutos Armados y Policiales  no  actúen fuera del marco constitucional y de esta forma poner en riesgo la paz y la confianza en todos los ámbitos de la vida nacional.  Quisiéramos estar plenamente seguros que los hombres de uniformes serían incapaces de dejarse utilizar y repetir situaciones tendentes a manchar el accionar de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas.

Una de las personas mejor informada del País es el ex presidente Hipólito Mejía, el presidente en funciones que más se ha relacionado a todos los niveles con los estamentos militares, quien le dio un giro a nuestros cuerpos armados a partir del 16 de agosto del año 2000, reconociendo el rol y la importancia que le ofrecen a la Nación y a la democracia  unas Fuerzas Armadas celosas del cumplimiento del deber, organizadas, equipadas y disciplinadas.

En ese tenor el ex presidente Hipólito Mejía por medio de una carta pública se dirigió con mucha consideración y respeto  a los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional debido a que  dispone de informaciones como lo dice en su comunicación uno de sus párrafos: "de que algunos altos militares están muy activos políticamente, en un ambiente electoral que ha ido poco a poco colocando a mucha gente  contra la pared, bajo acoso y  hostigamiento para instigarlos a violar la Constitución y las leyes, asumiendo posiciones políticas partidarias que no se encuentran en su ámbito operativo".

La Constitución de la República en su artículo 252, párrafo 3, tácitamente expresa: Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional "Son esencialmente obedientes al poder civil, apartidistas y no tienen facultad, en ningún caso, para deliberar".  No es potestad de los militares incursionar en cuestiones de los partidos políticos.

El tiempo prolongado de los militares al servicio del poder civil intuye lazos y lealtades que no se deben confundir con la "obediencia" a que se refiere el supra indicado artículo, por tanto, las órdenes emanadas por este  Poder  deben estar siempre garantizadas dentro del marco Constitucional y las leyes de la República.

Es un deber del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional y de los Mandos Militares y Policiales mantener las Instituciones Militares al igual que a sus hombres fuera de las luchas intestinas y diatribas que  genera una campaña electoral, parcializarse o permitir que sus  subalternos se involucren en actividades políticas proselitistas podría generar confusiones y malestares dentro y fuera de los cuarteles que no le haría bien alguno a la diafanidad y la confianza que debe sentir la población en los próximos comicios del 20 del Mayo.  No debemos olvidar que los responsables de la seguridad de los Colegios Electorales, así mismo del voto son precisamente los miembros de nuestros Institutos Armados.

Las Fuerzas Armadas pertenecen a la Nación, no pertenecen a  partido político alguno, evitemos repetir los mismos errores del pasado, que podrían de no corregirse a tiempo, y por vía de consecuencia  poner en peligro  la tranquilidad en que vive el pueblo dominicano.