Desde que pensé el artículo de esta semana, que surgió tras ver un aviso en un lugar equis, que decía, ¨Cuidado, hombres trabajando¨, y a seguida nos embargó la cuestionante de si la llamada nacionalización del trabajo se está aplicando en este país. Y créanme, si me dicen que sí, mansamente lo creeré, pero a la inversa de lo que dice el artículo 135 del Código de Trabajo que establece que el ochenta por ciento (80%), por lo menos, del número total de trabajadores de una empresa debe estar integrado por dominicanos, y podría ser cierto si se refieren a empresas públicas o las llamadas formales que por los controles fiscales deban hacer reportes y cumplir la formación y prueba de los contratos, que se establece en el artículo 15 del C.T. y que al final controla el artículo 22 del citado código. Sin embargo, con la cultura de la clandestinidad que existe en este país, la realidad repolla cuando se aprecia el movimiento de ciudadanos haitianos, principalmente en el sector construcción, que sobresale su presencia masiva.
Entrando en estadística, como presentación de los números fríos del Estado, y a modo del desarrollo del tema, tenemos, que según datos que nos ofrece el Instituto Nacional de Migración de la Republica Dominicana, INMRD, que es la instancia encargada de la demanda de trabajadores extranjeros en este país, según un trabajo publicado por Rocío Acosta y Germania Estévez el 27 de enero del 2021, que a su vez, tienen como fuente la Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI:2017), que se hace como corte quincenal, cuantifica la población de extranjeros en el país en 570,933, lo que representa según estos datos, el 5.6 de la población total, arrojando el dato que el número de personas nacidas en Haití en ese momento en Republica Dominican era 497,825, es decir, el 87.2% del total de inmigrantes. Las estadísticas también precisan que se calculaba 28,872 venezolanos equivalente al 5%, teniendo estas dos masas migrantes un significativo impacto a la actividad económica del país, representando una masa económicamente activa del 68.9% (Ibídem referencia a ONE/UNFPA 2018)
La misma fuente, refiriendo los tres niveles en que se concentran las actividades laborales de esta diáspora las separa en: 1) Sector agropecuario, un 31.3%, construcción 24.5% y comercio, un 16.3%. (Desde la cultura de trabajo ha de entenderse que los porcentajes de los dos primeros renglones, obviamente, está mayormente la presencia haitiana que de otros países) en este mismo orden, también sirven como nicho de trabajo los sectores de bares y restaurantes, en cuyo renglón los Venezolanos superan por mucho a la de Haití. Teniendo la primera una participación del 28.4 (ENI-2017. Sin embargo, la estadística de absorción de mano de obra en este renglón es de 14,190 en el 2012, 32,196 en 2017 (Ibídem: 2012-2017)
Ahora bien, a mi juicio estas estadísticas solamente habrán de tener su fuente desde las empresas formales. Las informales, o sea, las mayorías de las que traen extranjeros en camiones, no los registran para fines de estadísticas. Por lo tanto, resultan no cuantificables que no sea al ojo por ciento y la masiva presencia de estos ciudadanos en todos los rincones del país. Y esto se aprecia en la gran concentración de ciudadanos haitianos, notándose mayormente en el sector construcción, que es el que les permite a ellos dejarse ver porque dicha actividad se desarrolla en los cascos urbanos mayormente, cuya práctica es de dominio absoluto, o sea, que aquí es que más se ve que el artículo 135 del Código de Trabajo, debidamente mencionado más arriba o está truqueado o no se ha sincerizado la realidad actual.
Ahora bien, gran dolor de cabeza tuviera el país. Los sectores formales y los informales, si no se contara con el mercado laboral que representa esa masa técnica, de obrero, de agricultura y de esas especies de trabajos, que caen todos en el sector informal. El asunto es que mientras los dominicanos-en un gran porcentaje ha cambiado su hábito de ¨trabajar¨, se han acotejado al motoconcho, a buscársela en la calle, parqueando carros-por cierto a nivel de estafa-, a poner cartoncillos en los vidrios de vehículos, a vender chucherías en las esquinas, pedir para beber ron y completar otros vicios, etc, etc., los haitianos tienen las herramientas en sus manos en los nichos de trabajos. Y enlazando, si los dominicanos trabajan; o son contratistas o quieren ganarse en medio día lo que nadie se gana en una semana. Por ejemplo, dos sectores muy vulnerables, que son el trabajo en los campos que a la redonda todos los lugareños no le echan un día a nadie. Solamente si le paga un día por ajuste de ingeniero. Y ni hablar de conseguir una asistente doméstica. Ya eso no existe, porque lo más fácil es echarse el niñito encima a hacer colecta misericordiosa a pedir o casa por casa o semáforo por semáforo para la leche de la cría.
Y conforme pasen los días, por la escasez de ¨dominicanos que no quieren trabajar, ¨jornadas pesadas, el gobierno se verá obligado a tener que abrir gas a la frontera, que entren to´ -aunque yo no creo que no se esté haciendo de la vista gorda en el asunto de la inmigración masiva sin papeles. Entonces, cuando pasen los años, esos nacionales haitianos engendrando muchachos en el país, criándolos todos aquí, que luego surja la cadena de sentido de pertenencia,-como hay miles de casos-, y que venga el Estado a decir que no son dominicanos, según lo dispuesto por el artículo 18.3, los hijos e hijas de extranjeros miembros de legaciones diplomáticas y consulares, de extranjeros que se hallen en tránsito o residan ilegalmente en territorio dominicano.
Pero resulta que aquí hay miles y miles, más los que se seguirán sumando, de trabajadores y trabajadoras haitianas que han parido, educado sus chicos en las escuelas del país, incluso que no conocen su país de origen, y no les interesa, ¡a buscar qué! van a coger para ese caos. Es entonces, por su lucha por de no salir de su país,(dominicana), y en efecto, no habrá otra salida, que esperar que explote la bomba social armándose en consecuencia, la noche de los cuchillos largos y no en un tiempo muy remoto, como decían mis padres ¡Oye que te lo digo! Pero mientras tanto, el gobierno tendrá que ir diciendo, ¡no moleste, hay haitianos trabajando!