Se ha abierto un debate sobre el tema de las elecciones del 2020. Algunos han propuesto reformar la constitución para unificar las elecciones de los alcaldes y regidores en febrero con la de las presidenciales y congresionales en mayo.

De hecho, es un método costoso e innecesario ya que si hay segunda vuelta estaríamos hablando de tres procesos electorales, algo que en términos de dinero es astronómico y pesaran en unas finanzas públicas que no aguantan mas carga.

Además, solo hablar de modificar la constitución abriría el apetito de los círculos de poder alrededor del presidente para intentar cualquier argucia y meter sorpresivamente el tema de la reelección.

Si alguien duda lo contrario entonces no conoce los intríngulis del poder y el terror que reina en estos momentos entre los acólitos del presidente que vomitaron fuego contra un opositor interno que ahora se siente victorioso y corriendo solo en la carrera para conquistar la candidatura presidencial del PLD

Dejen esa vaina como esta y que se corrija en el futuro para que, en el 2024, esas elecciones se unifiquen. Pero ahora y después de la pesadilla que el pueblo dominicano sufrió con la amenaza de una nueva reelección presidencial modificando la constitución, es mejor ni mencionar esa palabra.

Si algo influyó tremendamente en la decisión del presidente Medina para desistir de la reelección, no fue tanto el no conseguir los votos en el congreso o la presión externa claramente escenificada en el mensaje del Secretario de Estado norteamericano, como tampoco en las movilizaciones sociales en todo el país, sino fue la economía lo determinante.

Cuando el BCRD anunció dos días antes del discurso de Danilo que a mayo el crecimiento había descendido a 5.1% del PIB (2% menos que el registrado en el tercer trimestre del 2018), hubo pánico en las gradas. Y no es para menos.

Eran ya tres trimestres consecutivos que el PIB descendía (octubre -diciembre 2018 y enero-marzo y abril-junio del 2019) y eso se sentía en todos los ámbitos.

La incertidumbre política estaba frenando todo el quehacer económico y eso se notaba en cualquier sector que se analizara.

Anunciar lo contrario hubiera desatado un mar de protestas y movilizaciones que hubieran puesto en riesgo la estabilidad macroeconómica con mayores descensos del PIB y alzas desmesuradas en la tasa de cambio, con sus efectos colaterales.

Un desastre total.

Fue decisivo que Danilo entendiera esa realidad y que su equipo técnico (no político) le mostrara las cifras reales de como la economía se estaba desenvolviendo y el abismo que la acechaba.

Todo lo demás influyó para frenar la reelección, pero dejar el poder en plena crisis económica no es lo más aconsejable para un presidente que quiere seguir siendo una figura política reconocida por sus logros.