“El miedo sólo engendra conformistas y cobardes”. Cardenal Raúl Silva Henríquez
Según la Real Academia de la Lengua el miedo se define como una “Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.”
Hacer que la gente actúe bajo los efectos de esa perturbación es por lo general el objetivo de muchos irresponsables nostálgicos de las dictaduras. Si hay algo que facilita la actuación de estos personajes es el miedo que dejan las dictaduras, mucho más las impunes que han inspirado la sentencia “Lo más terrible de las dictaduras, es que no terminan nunca”.
Pero ha sido peor, pues también hemos visto y oído a dirigentes ‘opositores’ haciendo sesudos análisis acerca de la relaciones existentes entre los lamentables hechos ocurridos en días pasados haciendo su contribución a que el miedo se extienda. Afortunadamente la principal autoridad de Inteligencia del Estado declaró que: “Es muy delicado el tratar el tema como tal, decir que es terrorismo. Para tú decirlo tienes que tener elementos muy contundentes”, por supuesto que para los que repartían esos decires lo más contundente debió ser un cheque y/o una historia repleta de declaraciones que siempre contienen un “peligrosísimo” por párrafo y anuncios apocalípticos con las peores consecuencias para todos, sólo eso explica la uniformidad de sus veredictos.
Nos enseñan a qué temer, a quienes temer y consiguen que desconfiemos de los demás, sospechosos de todo lo que signifique diferencias, quieren individuos aislados, aterrados por las intenciones ajenas y cómplices de generalizaciones ordinarias: ‘todos son iguales” con lo que se consigue el miedo a la política y los políticos.
El miedo paraliza. Una sociedad de gente asustada está más lejos del cambio que siempre tiene un componente de incertidumbre y eso deben saberlo los que se hacen eco de anuncios espantosos. Eduardo Galeano, lo enumeró muy bien: “Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo. Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida… Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar, miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo a morir, miedo a vivir”.
Y en este mundo global, hoy podemos sumarle el ébola, riesgo que se quiere combatir aislando a las personas y a los pueblos, a los sargentos del miedo todavía no se les ocurre que lo que hay que hacer es aislar al ébola (por suerte los cubanos prometieron ir a África y no a los aeropuertos).
Hay que temerle a los migrantes, a los derechos, a los fraudes electorales, en expresión de Zygmunt Bauman, el miedo del presente es un “miedo líquido, difuso,” y nos obliga a escondernos “sin un plan de respuesta claro porque no tenemos claras las amenazas”.
Hay una forma de combatir al miedo, con información, y por contradictorio que parezca, puede ayudar en estos días apagar la tele, dejar de ojear los periódicos y poner música en la radio, asustados somos más individualistas, solos somos más manejables. Si no nos ayudamos quedamos indefensos.
Sepan ustedes que no hay nada más perturbador para los señores del terror, que perdamos el miedo. Si no me cree, junte el cambio de RD$ 44.080.- y vaya a escuchar a uno. Si sale asustado es culpa suya.