La semana pasada, la agenda mediática estuvo dominada -en gran parte- por el escándalo del Senador Estadounidense Bob Menéndez y su relación con el oftalmólogo Salomón Melgen, al igual que por la interminable riña entre Miguel Vargas e Hipólito Mejía.

Por otro lado, hubo dos noticias que me llamaron MUCHÍSIMO la atención.

La primera de ellas se llevó a cabo en México, donde una niña de 9 años dio a luz, mientras que la segunda nota fue aquí mismo en la República Dominicana donde se conoció que una niña de 11 años se volvió madre, como resultado de una violación.

¡¿Cómo?!

¡Efectivamente!

Analicemos.

La menor mexicana dice que el padre de su hijo es “su novio”.

La familia de la menor dominicana afirma que ésta fue violada por su cuñado.

Si entrar en detalle sobre si es correcto o no que una niña de 9 años tenga un “novio” (que claramente NO lo es) y sin analizar el grado de perversidad/enfermedad que hay que tener para violar a una niña de 11 años (o de cualquier edad), queda claro que en una sociedad donde pasan estas cosas HAY SERIOS PROBLEMAS.

Muchos “expertos” dirían que estas situaciones pasan como resultado de una sociedad en donde hay pobreza extrema, mientras que otros argumentarían que estas cosas pasan a consecuencia del abuso del alcohol y las drogas.

Sea cual sea la razón por la que estas situaciones ocurren, me queda claro que cuando estas cosas pasan y no se vuelven una consternación nacional, debemos comenzar por analizarnos a nosotros mismos antes de culpar a quienes cometen atrocidades como violaciones, actos de pederastia y cualquier agresión/transgresión a un menor de edad.

En algún momento de mi vida, fui abogado, por lo que entiendo algo sobre las teorías de la justicia y derechos humanos y de que todos tenemos derecho a ser enjuiciados y sentenciados en un proceso justo, de acuerdo a las leyes existentes en el territorio donde se cometió el delito/crimen.

Creo que todo aquel que tiene el honor de tener una familia, podría estar de acuerdo que cuando uno tiene hijos, la visión de la cosas cambian.

Soy un convencido de que a todo aquel que sea sorprendido o encontrado culpable de violación, pederastia o actos similares, solo tiene derecho a una cosa: A SUFRIR Y A NO EXISTIR.

En muchos lugares del mundo, cuando un perro con rabia ataca a una persona, las autoridades proceden a “dormir” a dicho animal.

Desde mi muy humilde punto de vista, un individuo que viola no puede ser considerado humano, y debe de ser aniquilado de la misma forma en como aniquilamos a las cucarachas.

Ahora bien, ¿Qué hemos hecho como sociedad para crear animales de esta índole?

¿Qué hemos dejado de hacer para que este tipo de cosas pasen sin que se vuelvan una consternación nacional?

¿Qué hemos hecho como sociedad para que sea más noticiosa la relación de Shakira y de Piqué, y no la violación de una niña de 11 años o el embarazo de una niña de 9?

La respuesta es MUY sencilla: ¡No sé!

No pretendo -en este artículo- analizar a la sociedad y encontrar las razones por el desinterés en situaciones que nos afectan a todos.

Solo pretendo -o intento- alzar la mano y tratar de hacer conciencia de que cualquier mujer -menor o mayor de edad- podría ser víctima de una violación, y de que no debemos de esperarnos a que esto le pase a un ser querido o conocido para tomar cartas en el asunto.

Como dije anteriormente, no sé cual sea la razón del aumento de situaciones desafortunadas, pero si me queda claro que la única forma de hacer algo al respecto es comenzando por darnos cuenta que lo importante en la vida es enriquecernos como sociedad con cosas buenas y dándonos cuenta de nuestros defectos, corrigiéndolos y dejando atrás el individualismo.

@RaulBaz