La madre acude ante las autoridades pertinentes a realizar una denuncia sobre violencia doméstica y amenaza de muerte por parte del padre de sus hijos, con quien ya no vive. Las autoridades le dicen que no pueden hacer nada porque él no ha hecho nada contra ella –todavía–; inclusive, le hacen entrega de un documento citatorio para que ella lo entregue al hombre. (¡?!) Tiempo después, el hombre ahorca a los dos pequeños y posteriormente comete suicidio. Todo ello en medio de un cuadro de depresión, según vecinos del hombre.

La historia de más arriba es verdadera y ya lleva varias réplicas en otros hogares dominicanos. Es una desgracia que tiene muchas lecturas, pero hoy solo quiero concentrarme en una, sin menoscabo de las otras, que son igual de importantes: ¿qué tanto acceso tiene el dominicano de ingresos medios o bajos a servicios de salud mental? Si una persona de un barrio pobre de nuestra capital o del interior del país requiere asistencia psicológica, primero que todo, necesita identificar dicha necesidad. Debe disponer de herramientas que le permitan darse cuenta que está ante una situación que no puede manejar por sí misma. En este punto intervienen las políticas públicas que fomenten la formación de los ciudadanos –hombres y mujeres– en este sentido.

La comunicación constante entre las autoridades de salud y el pueblo puede lograrse por medio de los colectivos de los barrios. Léase juntas de vecinos, comunidades religiosas, deportivas, etc. Esto que describo no es utópico. Basta con voluntad política y un diseño programático que identifique las falencias que queremos atender y se avoque a corregirlas. Tampoco es un asunto de un día para otro, ni de un gobierno de turno. Es un asunto de agenda de Estado, donde se trabaje por una sociedad saludable.

En otras palabras y para ponerlo bien sencillo, mucha gente está lidiando “al pelo” con sus problemas. Cuando mucho, está “mareando sus problemas con ron, cerveza y juegos de lotería”

Ahora bien, imaginemos que una persona de clase media o alta ha decidido visitar un psicólogo, por la razón que fuere; lo primero a tomar en cuenta es que cualquier consulta psicológica oscila entre los RD$3,000 a RD$5,500.00 por sesión. Con un psiquiatra las cifras son parecidas. La primera fase de cualquier proceso terapéutico se realiza en forma semanal o quincenal, cuando más, así que deberán destinarse de RD$6,00.00 a RD$11,000.00 en los primeros dos meses, al menos. Aunque algunos de estos profesionales no trabajan con seguros privados de salud, si la persona está afiliada a alguna Administradora de Riesgos de Salud, podrá hacer el correspondiente reclamo de reembolso a su aseguradora. No obstante, debe disponer de la referida cantidad para cada visita. Por otro lado, si el paciente o cliente necesita ser medicado, sepa que ninguna de las aseguradoras cubren medicinas psiquiátricas, las cuales, por lo regular, no son baratas.

Así las cosas, es de entenderse que no todos puedan costear un tratamiento psicológico o psiquiátrico siempre que se vea frente a una dificultad para la que no encuentra salida.  En otras palabras y para ponerlo bien sencillo, mucha gente está lidiando “al pelo” con sus problemas. Cuando mucho, está “mareando sus problemas con ron, cerveza y juegos de lotería”.

Si al predicamento o infierno privado que vive cada quien, se agregan todos los estímulos negativos a los que todos estamos expuestos a diario: apagones, violencia social, gasolina cara, política, ruido, caos vial –agregue aquí su mejor etcétera–, entonces tenemos el caldo perfecto para toda suerte de estallidos dentro de nuestros hogares, ¿o no le parece?

¿Alguna vez se ha preguntado si a nuestros oficiales de tránsito, esos que se pasan todo el día bajo agua, sol y sereno, reciben asesoría y seguimiento psicológico de forma regular? No olvidemos que el trabajo de estas personas es lidiar con el pesado tránsito vehicular de nuestro país y se exponen a todo tipo de situaciones. ¿Y a nuestro cuerpo policial, quién lo asiste en materia de salud mental? Solo estas dos últimas preguntas son dignas de una seria consideración.

Me parece que cualquiera que sea el destino de nuestro país, atender a la salud pública, pero hacerlo desde un punto de vista holístico, debe, si no lo es, ser una agenda urgente para agotar en los siguientes lustros. De no ser así, el futuro luce nada prometedor.

@riveragnosis