Se ha observado como crítica al discurso televisivo la tendencia a conformar los puntos de base de su tejido comunicativo cohesionado por el máster que controla, dirige o teledirige el programa, la audiencia, la visión, la consistencia de las diversas agendas del orden televisual y  la transmisión de imágenes en movimiento. (Ver los marcos explicativos analizados por Umberto Eco en Apocalípticos e integrados(1968), La estructura ausente (1968-1994) y La estrategia de una ilusión(1986); Mario Carlón, Sobre la televisión (2004),

De ahí que el registro televisivo se exprese de manera directa en lo real-televisivo, pero también, en la impresión de realidad (fría o caliente) de la televisión; todo lo cual parece demostrar que entre los canales de salida y entrada existe un régimen productivo de acción, control, domesticación y derecho al ceremonial televisivo. Aspecto este que se reconoce en una práctica activada por el dispositivo de control, emisión, o salida del mensaje que supone un contexto teledirigido, tal y como lo explica Giovanni Sartori en 2001, op. cit.).

Ese mismo discurso de control selecciona los mensajes y transcursos de una programática construida por actores o productores que deciden el relato en la comunicación televisiva.

El telemando se expresa, en este caso, como mecanismo técnico de poder que hace posible y legible cualquier tipo de espectáculo televisivo; de tal manera que el enjuiciamiento y la recepción de mensajes enuncian todo aquello que ha sido seleccionado como valor televisivo, unidad compacta de presencia y audiencia. (Ver P. Bourdieu, Sobre la televisión, 1997). En este caso, los cuerpos y  tramados exhibidos por el nivel dinámico de significación que garantiza la televisión, dinamiza las unidades de producción que, en proceso, garantiza lo que se ha dado en llamar enunciación televisiva que construye y resemantiza los estados críticos del dispositivo televisual.

Las soluciones televisivas planteadas como apoyo al relato-tv  concentran más contenidos de realidad que el cine, habida cuenta de la mediación en proceso de la imagen fría o caliente que produce el aparato-control televisivo. Es así como la semiosis televisual ordena los signos del relato tv, a partir de una síntesis intencional que moviliza el producto enviado por el control máster.

La concentración de significados mediante los contenidos-sustancia del enmarque televisual, supone y a la vez captura a un telespectador real, virtual o ideal. Lo que significa que también el telespectador se desplaza desde la subjetividad a una determinación en directo del entronque televisivo.

Todo lo que podamos decir al respecto sobre el fenómeno televisivo cuenta con el respaldo de la televisualidad y también con el modelo vigente de telespectador. Las variables que se manejan en este sentido cobran valor funcional en el mapa mismo de la comunicación televisiva.

En el caso del proceso de circulación de los íconos, signos, señales y textos televisivos observamos un valor de uso, un intercambio simbólico y un procesamiento de la imagen televisiva codificada, decodificada y transcodificada. En este sentido, la pragmática televisual acentúa el marco efectivo textualizado, la forma-sentido-tv, la gramática sensible y perceptiva del telespectador y los usos específicos de la televisión.