Con el advenimiento del postestructuralismo en el contexto tardomoderno, el cuerpo adquiere un valor polisémico y polisensorial, de tal manera que la función del mismo ayuda a recomponer memorias y a construir lenguajes de expresión, de significación y de producción.
Se trata de un cuerpo atravesado por experiencias bio-sociales y fenoménicas que producen y a la vez consolidan la acción espectacular (espectáculo teatral, espectáculo ritual, espectáculo dancístico, espectáculo político, espectáculo cinematográfico, espectáculo religioso, espectáculo etnocultural, y otros).
La movilidad de un espectáculo teatral que considere el cuerpo como una institución bio-estética, socioimaginaria y crítico-cultural implica la existencia de una memoria corpo-espectacular, cuya manifestación encontramos en el espacio moderno y contemporáneo.
Lo que desde el punto de vista sociológico, antropológico y visual se origina en el acto, la presencia, la acción y el objetivo de juego es la misma imagen crítica de un discurso del cuerpo activo en el orden del discurso cultural. El juego sería en este caso lo que Huizinga entiende como activador cultural, memoria de la cultura, los signos y sus concentraciones significantes propios del Homo ludens.
Dicho trayecto conduce necesariamente a otras aristas espectaculares o propiamente bio-estéticas:
- La concentración de objetivos corpo-dimensionales por unidades secuenciales.
- La construcción de imágenes por acontecimientos.
- La búsqueda dialógica en contexto de representación.
- El dinamismo imaginario activado mediante núcleos accionales elegidos.
- La metadramatización de los núcleos escénicos consolidados.
Estos puntos o aristas constituyen en el marco espectacular todo un tramado o un tejido visual donde el cuerpo significa y resignifica mediante el movimiento interno y externo los acontecimientos de memoria, actuación orientada e intuición fundante.
En efecto, el cuerpo en acción y el cuerpo en fuga se pronuncian como parte de una función socioimaginaria que se hace visible mediante los llamados focos de acción. Estos focos puntos fuertes que generalmente se expresan a través de una malla de acontecimientos motivan un proceso, un movimiento y una acción creadora. Todo lo cual constituye un gesto que va consolidando dentro de la institución del cuerpo, otra institución mayor: la institución del sujeto crítico en el espacio público; lo que como causa y efecto dará lugar a una construcción regida por movilidades, alteridades, otredades e identidades.
Un ejemplo de todo lo afirmado es el relativo a experiencias del teatro latinoamericano, específicamente argentino, mexicano, brasileño, chileno y colombiano, entre otros, donde nuevas fundaciones o creaciones teatrales y espectaculares construyen retornos a las raíces u orígenes del espectáculo moderno.
¿Se puede construir una intencionalidad a través del cuerpo, la mirada y la huella? ¿Cómo se expresa en este contexto el cuerpo en el espacio público? En este sentido, ¿cuáles movimientos se hacen necesarios desde el punto de vista de la corpo-teatralidad?
La intencionalidad como parte de una visión espectacular desafía la institución misma del cuerpo como parte de una evolución y una instrucción interesada en el desarrollo de lo espectacular. En este sentido, existen varias fases corporales estetizadas activadas por un relato artístico y ontológico.
Basado en lo que muchos han denominado la base del oficio dramatúrgico y actoral, y que consiste en desarrollar tipos de actuación, personajes, movimientos y biofunciones culturales se produce un efecto crítico de recepción que desmantela aquellos poderes propios de la tradición espectacular. (Véase, en tal sentido, Gastón Breyer: La escena presente, Eds. Infinito, Buenos Aires, 2005).
De ahí que el lenguaje se exprese y se construya como memoria y gesto cultural participante que estima y pronuncia en el habla o hablar y en el tiempo-espacio de la representación. Lo que motiva un marco de recuperación de acciones fundamentales a partir de un texto espectacular, improvisado, creado, particularizado como forma y constituido como expresión corporal estético-dinámica.
Al estudiar los cauces, metáforas, metonimias y necesidades del cuerpo en el teatro, asistimos a una historia poética del cuerpo y a una función teatrológica de lo corporal, significativa a partir de las posibilidades de sentido del cuerpo en contexto.
Lo cierto es que en todas las formaciones teatrales y en toda institución espectacular el cuerpo adquiere su propio valor orientado a una práctica codificada y conformada para establecer el intercontacto, el diálogo entre cuerpo, público y sociedad. Las visiones transformantes de la escena y los diversos grados de interpretación y comprensión del actor-personaje instituyen los núcleos que materializan la teatralidad y por lo mismo la concentración de actos estético-gestuales que cumplan su función como visión, valor y objetivos.
Todo esto corresponde a un conjunto simbólico que se construye entre el dramaturgo, el director, el actor y el público, toda vez que la suma de unidades y objetivos en toda obra o proyecto teatral presentifica también un conjunto de niveles que encontramos en el espacio constituido y proyectado de la obra teatral. La automotivación que en la relación teatro-mundo y teatro-escena garantiza la comunicación dirigida a través de procesos y productividades, implica indudablemente una imagen que se construye mediante una fenomenología del acto teatral conformadora de lo social y la experiencia habida cuenta del conocimiento y las formas surgentes del espectáculo teatral. Lo que va a significar toda una travesía marcada por los signos, síntomas, símbolos, interpretantes y fenómenos direccionales del conjunto denominado movimiento escénico en el contexto de un campo teatrológico elegido.
El aporte de Marco De Marinis en este sentido resulta elocuente en la medida que su planteamiento se reconoce en la revisión de las relaciones entre teoría y práctica en el contexto activo de la nueva teatrología. (Ver, Comprender el teatro. Lineamientos de una teatrología, Eds. Galerna, Buenos Aires, 1997).
En este sentido, la teatrología es un dominio, multidisciplinario conformado por núcleos, niveles y grados de accionalidad, representación, significación militante en el contexto diferencial de la modernidad versus posmodernidad.
Ligado a la teatrología como disciplina multidisciplinaria encontramos al cuerpo como institución espectacular y sobre todo como mediación estético-vocal y estético-gestual; lo que indica un camino hacia el descubrimiento de la diferencia y la convergencia espectaculares. Todo esto dará lugar a una interpretación y comprensión de los diferentes órdenes instituidos por la institución corporal y sus respuestas espectaculares.